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El mes de julio no solo trajo más devaluación del peso y una “Luna azul” –que muchos esperaron, ilusionados, tal cual, para terminar decepcionados al ver que era la misma de siempre–, sino que nuestro estado, Oaxaca, fue sacudido por sucesos que en algún punto terminaron hermanándose.

 

Me explico: a un primer Lunes del Cerro siguió la militarización de la capital oaxaqueña que respaldó la abrogación del decreto estatal de 1992 –con el cual se creó el IEEPO y otorgó el control de la educación al sindicato magisterial, se dijo– por la promulgación de uno nuevo publicado en el Periódico Oficial el mismo día 22 en que se anunció que el gobierno del estado asumía la rectoría de su educación, apoyado por el gobierno federal.

 

En palabras más llanas: el gobierno estatal y federal, 23 años después de ponerse la soga al cuello ellos mismos, se dieron cuenta de que podían ahorcarse si se tensaba más, ya que el ente por ellos alimentado –la Sección XXII del SNTE pero incorporado a la CNTE– había explotado con mayor éxito la misma fórmula con que el aparato gubernamental controla y manipula a su burocracia clientelar: recompensas y castigos.

 

En plena fiesta de la Guelaguetza –la que como todos los años crea un debate en torno suyo respecto de si es o no original y si la hermandad étnica que ella muestra es verdadera–, la S-XXII fue sujeto de una estrategia para inactivarla –si no es que desaparecerla–, supuestamente tramada en la Ciudad de México con la anuencia del gobernador, quien por casi cinco años acumuló fama de blandengue y timorato, incluso a ratos dando la apariencia de defender a ultranza –con la tesis de la interculturalidad de los oaxaqueños– a la S-XXII.

 

Si nos guiamos por lo que ha ocurrido después de ese martes 22 de julio, hay varias lecturas que hacer. Una primera, se me ocurre, es creer que la acción de fuerza tomó por sorpresa a la S-XXII, pues la paralizó al ser congeladas sus dos cuentas bancarias y tomado el IEEPO por fuerzas policiales –al estilo de Felipe Calderón con el SME–, lo que dio pie a que se dijera que los líderes andaban de parranda y sus agremiados muy cómodos disfrutando de sus vacaciones de verano. “¡Golpe maestro!”, vociferaron algunos. “¡Esperen a que inicien las clases!”, dijeron otros.

 

Una segunda lectura supone que todo ya estaba planeado, esto es, que los líderes, que se habían mostrado belicosos y renuentes a aceptar la reforma educativa aprobada por el Congreso –y por ende la negativa a ser evaluados sus agremiados–, no solo estaban enterados de la trama, sino que les habían llegado al precio. Quienes así pensaron lo hicieron apoyados en lo bien portada que se ha visto desde ese día la S-XXII.

 

Una tercera lectura hizo decir que, ante el despliegue desmesurado de la fuerza del Estado, la S-XXII no tuvo más remedio que portarse bien y no caer en la provocación de la violencia –de la que todo el tiempo se les acusó de ser promotores– y dejar que el gobierno estatal y federal se exhibieran como los malos de la película. Creyeron confirmarlo cuando los habitantes de Oaxaca comenzaron a quejarse de la ocupación policial y ya no solo de los maestros.

 

Una cuarta lectura hace suponer que la medida pondrá fin a un añejo problema, ya que se considera que la acción gubernamental es  irreversible. Quizá lo suponen así porque han visto la  carencia de un plan B por parte de la S-XXII, así como la falta de apoyos entusiastas de gremios similares, de partidos políticos y de la sociedad. Solo AMLO, en una acción audaz y muy oportuna –criticada como todo lo que él dice–, les solicitó dialogar y ofreció el apoyo de Morena, lo que de inmediato rechazaron los líderes, no se sabe si por miedo, porque ya todo está decidido o porque creen salir airosos ellos solos.

 

Por otra parte llamó la atención que las protestas de la S-XXII en todo el estado fueran pacíficas. La Guelaguetza, en su segundo Lunes del Cerro, se efectuó sin contratiempos y la ciudad fue visitada por turistas y gente de los medios. Oaxaca fue titular de noticiarios, prensa y redes sociales por varios días. La guerra esperada no ocurrió, quizá se pospuso, como afirman algunos. Las fuerzas del orden y las vacaciones algo han tenido que ver. Ah, también la falta de recursos por parte de la S-XXII –que mensualmente ingresa 8 millones 100 mil pesos de sus 83 mil agremiados– al ser bloqueadas sus cuentas bancarias, lo cual fue confirmado el 23 de julio por Benito Vásquez Henestroza, secretario de prensa y propaganda de la S-XXII (Excélsior).

 

Todo lo anterior da la impresión que el gobierno le ha asestado un golpe mortal a la CNTE (que tiene representación en 26 estados). Llama también la atención que, contrario a su costumbre, el gobierno no le esté dando a esta hora el tiro de gracia en los medios.

 

Envalentonado, el gobernador creó lo que llamó un nuevo IEEPO porque en el viejo, dijo, la S-XXII tenía 310 mandos medios y superiores. Tanto la Junta Directiva del nuevo organismo como los 16 nombramientos que hizo fueron criticados: se dijo que solo había reciclado a funcionarios de sexenios pasados, muchos de ellos egresados de escuelas privadas, sin perfil para el cargo y con “licenciaturas patito” –esto por no contar con título profesional– 3 de los 16 nombrados. Los demás empleados fueron llamados en orden alfabético para su recontratación y, a decir del gobierno, todo ha transcurrido de manera exitosa. Como quien dice, el nuevo IEEPO parece ser “la misma gata, nomás que revolcada”, toda vez que el titular del instituto fue ratificado en su cargo.

 

Si todo ello es verdad, me resulta extraño que Oaxaca no cuente con académicos idóneos para conformar el que debe ser el ente más importante del gobierno estatal: el educativo. ¿Por qué recurrir siempre a los amigos y políticos si de antemano se sabe cómo se las gastan? Por si se tuviera dudas, algunos medios nacionales dieron cuenta de que muchos políticos que ostentan cargos públicos –con abundancia de priistas sobre otros partidos– tenían entre una a cinco plazas en la nómina magisterial, vendían plazas o tienen allí enchufados a parientes no calificados para el puesto. Datos, hay que decirlo, no inventados, sino hechos públicos por la SEP en abril de este año, pero que hasta ahora llamaron la atención. Por cierto, no por mucho tiempo, quizá porque quienes instrumentaron la exhibición de los “aviadores” son iguales o peores que ellos.

 

Algunos de los señalados prefirieron guardar silencio, mientras que quienes se defendieron lo hicieron con el típico lenguaje cantinflesco de los políticos, apostando a que los lectores ignoran que la ley prohíbe –ni se diga la moral, el honor y la dignidad propia– cobrar en donde no se trabaja. Unos y otros, eso sí, evidenciaron la cloaca por donde durante años se colaron millones de pesos asignados para educación en el estado, pero que terminaron en campañas electorales y en los bolsillos de gente ladrona.

 

En México con frecuencia se pretende olvidar la historia y comenzar a construir a partir de cero. La educación no es la excepción: ella siempre ha sido elitista, desde la prehispánica, pasando por la del Virreinato y llegando al del Porfiriato. La sociedad misma está estructurada en esa realidad elitista y discriminatoria. Fue la Revolución de 1910 la que volvió obligatoria, democrática y laica la educación –gratuita, ya lo estipulaba la Constitución de 1857– al abrir espacios en ella a las clases menos favorecidas. Y, aunque en 1934 el gobierno de Lázaro Cárdenas estipuló que fuera socialista, ello no fue posible en la práctica porque no lo permitieron las élites.

 

Para nadie es un secreto que padecemos en México una deficiencia educativa. Pero, contrario a lo que muchos piensan, ella no es exclusiva del pueblo, sino que afecta a todos los estratos, reflejándose esta en la manera de relacionarnos los unos con los otros. Mal educacional que, como todos los grandes males, tiene su origen en muchas causas, siendo la pobreza, sin duda, la raíz en la clase baja, mientras que en las otras, la arrogancia por creerse los predestinados a imponerse siempre a los demás.

 

Oaxaca es un estado con mucha población indígena y pobre, dispersa en un sinnúmero de comunidades marginadas del desarrollo. Igual Chiapas, Guerrero y Michoacán. Por eso no es casualidad que la CNTE haya surgido en Chiapas y se haya extendido en los otros estados mencionados. Pero de la CNTE hablaré en próxima ocasión.

Administraciones perversas

Juan Henestroza Zárate

Tomada de www.aristeguinoticias.com

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