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25/5/2016

 

“No hay nada nuevo bajo el sol”, se lee en Eclesiastés, y es cierto en lo que concierne a las campañas políticas que se están llevando a cabo en Ixhuatán y en los dos municipios vecinos: San Francisco del Mar y Reforma de Pineda. Una vez más se hacen presentes las estrategias partidistas –legales e ilegales– que por muchas décadas se han practicado para llevar a las urnas al mayor número de electores.

 

Aunque las promesas por realizar magnas obras están ahora ausentes del discurso de los candidatos/as, eso no quiere decir que no intenten engañar a los votantes prometiéndoles los ya clásicos volteos de arena y materiales de construcción con un monto de hasta 1500 pesos o, en su defecto, esta misma cantidad en efectivo… ¡una vez pase la elección!

 

Cada equipo de campaña hace su esfuerzo por llevar agua a su molino. Para ello no solo afirman que su candidato/a es el mejor y que va a ganar, sino que van más allá al atribuirle méritos que a más de uno deja pensativo, ya que no se corresponden con la realidad. Así, de bote pronto, el ciudadano común y corriente se entera de que equis, ye o zeta candidato ha estado cercano a la gente desde no sé cuánto tiempo sirviéndole y defendiéndola. ¡Guau!

 

Es una empresa titánica construir una candidatura en un plazo de un mes, que es lo que dura la campaña política, máxime que el candidato antes de ser postulado tuvo que lidiar con golpes bajos, de los que no siempre salió bien librado, no digamos ileso. Aunque desde un año antes los interesados estuvieron enviando mensajes de sus deseos de participar en la contienda por la presidencia municipal, a nadie se le ocurrió esta vez invertir dinero en una larga precampaña al estilo Vicente Fox. Ello, porque a nadie le gusta quemar su dinero en una aventura que bien a bien nunca se sabe cómo vaya a terminar. A  ello se agrega que no siempre se encuentra a un padrino generoso que quiera arriesgar dinero, propio o ajeno.

 

Asimismo, la vieja máxima de Fidel Velásquez: “El que se mueve no sale en la foto”, que aplicaba en sus tiempos en los niveles altos de la política –entiéndase contienda por gubernatura o presidencia de la república–, aplica también en lo municipal, aunque Ivonne Ortega y el propio presidente de la república, recientemente, hayan expresado que quien no se mueve no sale en la foto, esto es, pierde la oportunidad de ser candidato a un puesto de elección.

 

Por lo anterior, es regla que los gobiernos municipales en funciones –los que tienen el poder– elijan a un candidato, al que pueden llamar de distinta manera, pero que en la realidad simboliza la otra institución que estableció el PRI hace tiempo: el “dedazo”. En todas partes este personaje es conocido como el candidato oficial, esto es, aquel que tiene la bendición del presidente municipal en turno, pero también el hándicap que se manifiesta en el malestar de la gente contra ese padrino o, un plus, el resentimiento y los deseos de venganza de quienes fueron desplazados de tal manera, con o sin encuesta, amañada o no esta. Y contra esos vientos y tempestades tendrá que luchar el candidato/a oficial… de entrada.

 

Por otra parte, es utópico pensar –¡no se diga en Ixhuatán!– que exista un consenso popular por un personaje a la hora de elegir candidato/a para la alcaldía. En nuestro estado se dice –y hasta se blasona de ello– que el consenso ocurre en las 417 comunidades que se rigen por usos y costumbres. Nada más falso. Allí también prima el dominio de unos cuantos, los caciques, quienes se turnan en el poder, tal y como antiguamente ocurrió en San Francisco del Mar e Ixhuatán una vez se trasladó a nuestro pueblo, en 1884, la cabecera municipal del primero.

 

En otro tiempo, en Ixhuatán existieron los  plebiscitos entre priistas –donde participaban electores que se decían de oposición–, que, una vez dejó de funcionar, etiquetaron como “pleitecitos”. Producto de ese ejercicio fue la nominación –en un segundo intento– del profesor José Luis Toledo Fuentes (1952-1996), sin duda el único que concitó a su favor la voluntad inobjetable del pueblo y no defraudó dicho apoyo popular. Por el contrario, dio de sí más de lo que se esperaba de él.

 

Nuestra democracia pueblerina se va abriendo paso poco a poco. Por ese motivo no siempre se les puede exigir profesión u oficio político a quienes muchas veces son elegidos, sea por las razones que sea. Hombres y mujeres rústicos, sin profesión ni adoctrinamiento político pueden resultar un Salomón, por qué no. Lo contrario también es cierto: personajes muy ilustrados y con supuestas experiencias en funciones de gobierno han resultado ser, a la postre, un gran fiasco. Así, pues, ni el carisma o lo populachero o la bondad de alguien son garantías de éxito en la administración municipal. Si no se me cree revise la lista de munícipes que hemos tenido. Se cuentan con los dedos de una mano aquellos que merecerán el honor de que una calle lleve su nombre. Claro, si antes no se abarata la fama o, peor, la decisión quede al arbitrio del que cree que puede hacer lo que quiera, llevado por sus filias y fobias.

 

El electorado pueblerino, por su parte –que es el que me importa–, tampoco se distingue por poseer muy buenas prendas democráticas. Dócil las más de las veces, obedece lo que le dicta el amigo, el dirigente de un partido, el líder que lo tiene en su lista de sujetos manipulados, su patrón, su padre o  su hijo –según sea el caso–, su esposo (muy raras veces la esposa), etcétera. A muchos de ellos los compran con dinero, bienes en especie o promesas de un mejor futuro o, por lo menos, conservar su presente al ritmo de “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. También los asustan con el petate del muerto: “Si gana fulano nos va a ir peor: se va a dedicar a robar todo”. Los hacen partícipes de la pequeña guerra sucia, que por fortuna en Ixhuatán está más llena de rumores que de saña morbosa: “Todas las encuestas indican que ganará este candidato/a”, “el candidato tal está pagando 2000 pesos por voto”, “si gana fulano de tal lo impugnarán, ya que no cumple con el tiempo de residencia en el pueblo”, “don mengano y don zutano ya chaquetearon”, “lo que interesa es que gane nuestro candidato a gobernador, a él hay que apoyar aunque aquí no se gane la presidencia porque ya una vez yo arriba los apoyaré”, etcétera.

 

La estrategia de estas campañas son las visitas domiciliarias y la publicidad con altavoces y volantes. El PRI, contra su vieja costumbre, se mantuvo sin anunciarse en los tocadiscos por casi 20 días. Morena comenzó a hacerlo desde el primer día de campaña –quizá porque por primera vez compite aquí–, pero ahora guarda sepulcral silencio (¿tacañería? ¿Desorganización?). Luego entró al quite el PVEM, y en ello se ha mantenido. La coalición PAN-PRD ha sido discreta; sin embargo, ellos y los del PVEM son los que muestran más ánimos en sus casas de campañas, porque tanto las de PRI y Morena lucen desangeladas. Esta vez no se han visto entrar al pueblo –después de visitar alguna agencia municipal–  las caravanas de carros de redilas y autos con simpatizantes tocando el claxon y gritando consignas y porras a su candidato/a. Tampoco se ve “ranchear” a mucha gente en las casas de campaña, quienes por estos días acostumbraban “chegapear” los alimentos. “No hay dinero” es la respuesta que me dan a quienes consulto sobre el tema. Debe haberlo, lo que pasa es que nadie quiere gastar sin tener la certeza de que le será devuelto peso sobre peso. “Bajita la mano se gasta un millón de pesos”, me dijo alguno que estuvo en una campaña y perdió.

 

Los estrategas de los equipos de campaña están atentos de llevar a buen puerto a su candidato, ya que solo así asegurarán para ellos un puesto por dos años. Los metidos de última hora  a dirigir una empresa como esta –que si bien es cierto parece sencilla, pero no lo es– están pagando su novatada: muestran poco entusiasmo quizá porque se sienten derrotados de antemano, por lo que no quieren invertir el tiempo, el dinero y los esfuerzos suficientes para tener éxito, así que apuestan por un milagro, apoltronados en la comodidad de su hogar con mil pretextos de por medio. Ni siquiera los estimula saber que en 2015 la Legislatura local aprobó para el municipio de Ixhuatán su Ley de ingresos, que fue de 26 millones, 167 mil 609 pesos y 60 centavos, de los cuales 22 millones, 854 mil 819 pesos y 93 centavos correspondieron a aportaciones federales (Periódico Oficial, número 27, p. 26, tomo XCVII, decreto No. 1188 de fecha 4 de julio de 2015). Dinero etiquetado allá en el Congreso federal, lo que evita que los alcaldes se maten buscando recursos, máxime si son de oposición al gobierno estatal. Monto que en 2016 habrá aumentado de acuerdo con la inflación y que fue aprobado ya por la Legislatura local el 21 de enero pasado con el decreto número 1709, al cual no tuve acceso desde internet. Todo lo demás ahí se encuentra: cómo se ejerce el gasto, las deudas que se adquieren, los incumplimientos de los municipios, los montos de los recursos extraordinarios, etcétera.

 

Eso que pasa en Ixhuatán en cuanto a los dineros asignados al municipio ocurre también en San Francisco del Mar y Reforma de Pineda, aunque en menores montos, sobre todo en este último debido a su escasa población. Allí aún debaten en dónde están los 5 millones 400 mil pesos que en 2015 fueron asignados para construir –no remodelar, como dicen que se hizo– una casa de cultura. Lo comentan en Facebook. A propósito de esta red social, debo decir que los candidatos/as no la están empleando, y desconozco los motivos. En Reforma de Pineda, por ejemplo, la candidata independiente, profesora Rosa María Aguilar, comenzó usándola, pero ha dejado de hacerlo. Solo algunos de sus simpatizantes se manifiestan en una o dos páginas de las poco menos de diez que revisé. Otro que lo hace es el candidato de Morena: Dagoberto Luis Cabrera. De ahí, párele de contar. Supongo algo tiene que ver el que muchos que usan la red viven fuera del pueblo y no votan.

 

En Ixhuatán, el candidato de la coalición PAN-PRD, licenciado César A. Matus Velásquez, utiliza Facebook de manera tibia. Igual lo hace la candidata de Morena, profesora Yolanda Cueto Vásquez. De San Francisco del Mar puedo decir que en Facebook existe un silencio respecto de las elecciones. ¿Apatía? ¿Certeza de que con anticipación creen que ya existe un ganador? “Secundino –PUP– es el candidato del presidente, y creo que él va a ganar a pesar de que digan que se arrepintió de ponerlo. Si Froilán –PRI– quiere ganar, deberá soltar bastante dinero”, me dijo un ikoot de Pueblo Nuevo, con o sin malicia.

 

¿Qué es lo que ocurre? ¿Austeridad, temor a la crítica, falta de personal capacitado? En suma, ¿desinterés? Quién sabe. Lo mismo podría decir sobre la posibilidad de llevarse a cabo un debate no obstante que un reformeño, por lo menos, lo propuso. Cierto, de las propuestas ya todo el mundo que irá a las urnas está enterado. Que harán esto y aquello: domos, pavimento, apoyos a todos los estratos sociales. Nadie habla de las empresas  mineras y eólicas, extranjeras, que amenazan con echarnos a perder nuestra ecología. Ni de pavimentar con piedras en vez de cemento. Mucho menos en transformar nuestros cuerpos de agua en empresas turísticas comunitarias.  En los pueblos se hace lo que ordenen allá arriba: líderes partidistas, diputados, gobernador, presidente de la república. Casualmente, los mismos que se quedan con generosas tajadas del presupuesto municipal.

 

En Ixhuatán, en septiembre de 1998, en mi periódico El Independiente publiqué sendas entrevistas de los competidores en aquella elección (una mujer y un varón). Antes y después de ese tiempo sondeé entre algunos candidatos la posibilidad de un debate público, pero no se llegó a nada concreto. Aventuro dos razones que explicarían la falta de interés por un debate: todo el mundo conoce a los competidores y aún no forma parte de nuestro ADN democrático. Yo mismo debo decir que no me atrajo la idea –aunque la pensé– de entrevistar a todos ellos. Mi afán es que el proceso se lleve a cabo lo más natural posible –sin polarización social–, y por ello aplaudo que personas que nunca habían salido a la calle ahora lo hagan por el candidato de su preferencia. La participación de la gente es lo que más importa.

 

Hasta estos momentos no he escuchado decir que alguno de los candidatos esté pensando declinar a favor de otro/a. Tampoco he escuchado decir algo del voto útil, ya que nadie está llamando a votar a favor del candidato que se considera puntero. Ello, porque no hay tal puntero a pesar de que se oiga decir que las encuestas –llevadas a cabo por los equipos de los candidatos– muestran con ventaja a uno o a otro (adivinen quiénes: sí, sus candidatos). Como quien dice, la moneda está en el aire y nadie sabe si caerá sol o águila.

 

Lo que sí he escuchado decir es que con lo que está pasando con la Sección 22 del magisterio, la CNTE, es probable que castiguen al partido del presidente de la república y ya no voten tanto PRI. De ser así, respondo, los maestros priistas de estos tres municipios –la mayoría, dicen las malas lenguas– dejarán de serlo ese domingo 5 de junio. No bien lo digo me reviraron al decirme: “No se acusa al PRI de los ceses de maestros, sino al gobernador Gabino Cué, que fue cómplice de la reforma educativa”. Si entendí bien, ¿ello quiere decir que votarán PRI los maestros afectados y contra la coalición PAN-PRD? Ya veremos cómo los mentores desenredan el dilema moral –siempre y cuando lo tengan–, ya que por años en las calles de las ciudades combaten al gobierno, pero en el municipio votan PRI. ¿Amor a la camiseta? ¿Orgullo? ¿Pertenencia al statu quo y con ello sentirse VIP? ¡Averígüelo, Vargas!

 

Por lo pronto, debo decir que no debemos temer el resultado del 5 de junio en nuestros municipios. Ello, porque quien nos represente en los siguientes dos años será alguien que tiene interés en servirnos y nosotros en ayudarlo a que ello ocurra. Y, si bien es cierto no sabemos de sus más íntimas intenciones, tampoco ellos nos conocen de qué somos capaces. Así que quien gane aprenderá –si todavía no sabe– a servir a todo un pueblo y  no solo  a los poco más de dos mil votantes que lo apoyaron. Por otra parte, veo con buenos ojos la existencia de partidos y de políticos jóvenes maduros. A ellos les toca el turno, sí, ¡señor!

Águila o sol

Juan Henestroza Zárate

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