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“Después de la mina, quedan miles de toneladas de tierra contaminada que se vierten en otra parte de la montaña. Eso se convierte en drenaje ácido. Cientos de años después, la tierra, el agua, seguirá contaminándose. Todo el dinero recibido no alcanzará para pagar tus enfermedades” fue la advertencia de la anciana que caminaba por la montaña. Dio la media vuelta y se retiró adentrándose más al fondo, al tiempo que se convertía en una culebra.

 

La pequeña Fabi se quedó sorprendida. ¿De qué hablaba la anciana? ¿Estaba en un cuento de película gringa chafa? ¿Cómo podía la anciana decirle cosas incoherentes y al mismo tiempo convertirse en culebra?

 

Decidió no continuar el camino, se determinó por regresar a casa por las veredas que cortaban el camino. Ya casi al llegar a casa, un pequeño duendecillo le salió al paso para decirle: “Algo te pasó allá arriba, ¿verdad?”, y, sin darle tiempo de contestar, añadió: “Te han entregado un gran secreto, pero es un secreto para decir, no es para callar. El secreto de esto está en que, si lo dices, tu vida corre peligro. Desde ahora ya no eres la Fabita, ahora eres La Fabi-barrikada-antimina-antidesarrollo-activista y todos los nombres que se te van a añadir. Incluso serás la Fabi-terrorisa”.

 

Una vez entregado el mensaje, el pequeño duende se dirigió al hueco del árbol de huamúchil y se metió.

 

Al llegar a su casa, su madre se quedó dormida mientas veía la televisión. Escuetamente, el presentador de las noticias comentó de cuatro mujeres y un hombre asesinado en un departamento en la colonia Narvarte, en el Distrito Federal, al tiempo que pasaban su imagen.

 

Seguramente la noticia ya había cambiado, pero La Fabi-incrédula quedó prendida de la noticia y pudo ver que Ruben se dirigía a ella para decirle:

 

–Hola, soy Rubén Espinosa, nací en el DF, pero llevo ocho años radicando en Veracruz. Salí huyendo de allá el 9 de junio, cuando una amiga me ayudó a decidir que era lo mejor, pues me perseguían personas armadas que me advirtieron que me iban a matar.

 

Por primera vez Fabita habló.

 

–¿Y por qué me cuentas eso? ¿Qué tengo que ver?

 

–¡Aaah! ¡Ahora ya eres La Fabi-hablante! Te lo cuento porque, ahora que ya eres La Fabi-hablante-activista-luchadora-defensora, ya te van a seguir, y es mejor que seas cauta, pero que la lucha no pare. Me acaban de asesinar el 1 de agosto en el DF, a donde hui para salvar la vida. El gobernador de Veracruz, Javier Duarte, me mandó matar todo porque, en vísperas de las elecciones, documenté la agresión sufrida por ocho estudiantes de Xalapa (dos de ellos estuvieron en el campamento de Ixhuatán) que fueron fuertemente golpeados por encapuchados que presuntamente trabajaban en la Secretaría de Seguridad Pública. Desde entonces, personas armadas me seguían y me tomaban fotos.

 

Entonces, Fabita despertó a su mamá y a su abuela y a su tía y a su vecina y les dijo:

 

–Un día muy, muy, muy caluroso nos visitó la muerte, pero no es la muerte fea y sin ojos y con guadaña, ahora hasta su fiesta le hacen en Ixhuatán, no, la muerte era la más bella mujer que existía en el pueblo.

 

Ella, la muerte bonita y fina, se daba a querer, y los hombres y las mujeres querían siempre estar con ella; entonces ellas les besaba tiernamente. Esa muerte boinita fue descubierta por los naguales del norte, los naguales de los que engañan, de los que dividen y matan, y lo hicieron una réplica, que es ahora la muerte que lo hacen su fiesta y la mandaron a los pueblos.

 

Esa muerte fea, ya que está en el pueblo, empieza a besar la gente, pero no mero besa a todas y todos, no: ella no es pareja, ella solo va detrás de los hombres y las mujeres que defienden la vida y defienden el pueblo y defienden la naturaleza.

 

Y a que no saben qué: ella acaba de asomarse en la ventana.

 

Beso a beso va desapareciendo a los hombres y mujeres que valen la pena y va dejando a los cobardes para que, acobardados, entreguen las tierras y la vida al señor del capital. 

Beso a beso

Manuel Antonio Ruiz

Tomada de www.regeneracion.mx

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