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7/10/2016

 

La lucha colectiva contra la industria de la biotecnología y las grandes corporaciones del sector alimentario, más vigente que nunca 


Al pie de la Pirámide de la Luna se inició la ceremonia de nueve danzas rituales. Teotihuacán es el escenario donde estamos agradeciendo a nuestros ancestros el habernos heredado la gran riqueza contenida en la diversidad de nuestro maíz.

 

Hacemos extensiva la lucha conmemorando el Día Nacional del Maíz. El 29 de septiembre refrendamos nuestro compromiso con una agricultura ecológica sin transgénicos ni plaguicidas a fin de fortalecer nuestra soberanía alimentaria y el derecho de los mexicanos a decidir qué comer y cómo producirlo, favoreciendo un medio de vida digna para los campesinos y la comida sana para todos.

 

Nuestra lucha es por una política pública que incentive la producción de maíz basada en un modelo agroecológico amigable con el medio ambiente y la salud. Empresas como Bimbo, a lo largo de su cadena de producción, incentivan los monocultivos que atentan contra la diversidad de este grano fundamental que sostienen los pequeños productores.

 

Asimismo, pugnamos por la lucha de los pueblos por un ecosistema sin contaminaciones donde se valore los daños beneficios. Para la sierra de Los Chimalapas, zona ecológica protegida donde nace el afluente del río Ostuta –que baña de riquezas agrícola y ganadera de la región–, sería un crimen político permitir la explotación minera para beneficio de unos pocos, lo mismo con la explotación de una minoría que puede verse vulnerable ante la tentación de una población necesitada de un trabajo a cambio de la destrucción del ecosistema regional.

 

Hoy aplaudo la lucha de una minoría que se opone ante tal hecho que no debe permitirse por el futuro de nuestros hijos.

 

Teotihuacán, Estado de México. Teniendo como escenario la majestuosa zona arqueológica de Teotihuacán –ícono de nuestra cultura–, este 29 de septiembre, Día Nacional del Maíz, integrantes y voluntarios de Greenpeace México ofrendaron la lucha que realizan junto con otras organizaciones, agricultores y consumidores desde hace 17 años por conservar la biodiversidad de este grano, base de nuestra alimentación.

 

En una ceremonia compuesta de nueve danzas rituales interpretadas por medio centenar de danzantes la organización mostró una manta con la leyenda “México es maíz. #ComidaSana” en recordatorio de que, al promover su conservación, estamos defendiendo también a nuestro país y a sus campesinos, al tiempo que garantizamos tener una alimentación variada y saludable. Se trata de una manifestación pacífica y muy simbólica para exigir a las autoridades una política pública que desincentive los monocultivos de maíz –que solo benefician a grandes corporaciones– y favorezca a los pequeños productores que sostienen la diversidad de este grano fundamental, en su mayoría de forma ecológica.

 

En la Plaza de la Luna, al pie de la pirámide que lleva el nombre de este astro, los asistentes llevaron a cabo el ritual para agradecer la diversidad de maíces mexicanos y reafirmaron su compromiso en la protección de la riqueza genética heredada por nuestros ancestros.

 

Esta intervención fue una de las 29 actividades realizadas a nivel nacional en conmemoración del Día Nacional del Maíz, que en su octava edición mantiene su rechazo a los cultivos transgénicos y a los subsidios gubernamentales dirigidos a un modelo industrial obsoleto y dañino de producción de alimentos. Estas actividades consistieron en talleres de semillas en plazas públicas para invitar a la gente a reencontrarse con este grano y sumarse a su defensa a través de su consumo. Esa es la mejor manera de preservarlo.

 

“Su defensa, la lucha por su conservación, es cada vez más vigente porque actualmente el presupuesto gubernamental está destinado a fortalecer el modelo de agricultura industrial, con una visión cortoplacista e irresponsable, un modelo con un uso desmedido de agrotóxicos, algunos prohibidos en varios países por sus impactos negativos para el medio ambiente y la salud de los consumidores y trabajadores del campo”, aseguró Aleira Lara, coordinadora del programa de Agricultura y Alimentación de Greenpeace México.

 

“Lo que en Greenpeace demandamos es un cambio en las políticas públicas que impulsen proyectos agroecológicos, que actualmente son autónomos, autogestivos y que no reciben ningún apoyo público ni privado. Nuestra demanda es agricultura ecológica, sin transgénicos ni plaguicidas, que fortalezca nuestra soberanía alimentaria y el derecho de los mexicanos a decidir qué comer y cómo producirlo, favoreciendo un medio de vida digno para los campesinos y comida sana para todos”, añadió Lara.

 

Un ejemplo de las empresas que auspician el modelo de monocultivos con un solo tipo de semilla y con grandes cantidades de plaguicidas es Bimbo. La empresa panificadora más grande del mundo no se ha comprometido con una transición hacia la agricultura ecológica y a eliminar plaguicidas altamente tóxicos de su cadena de producción, por lo que Greenpeace mantiene un recordatorio constante para que la firma, al igual que otros líderes de la industria alimentaria nacional, lleven comida sana a nuestras mesas.

 

Durante casi 9 mil años, el maíz ha sido el sustento de los distintos pueblos que seleccionaron sus semillas y perfeccionaron sus variedades en México y Mesoamérica, por lo que el país es considerado como “centro de origen” (1) de este grano fundamental para la alimentación global. Por ello, la importancia del maíz rebasa el ámbito de lo nutrimental y lo gastronómico, y se inserta en la tradición, la cultura, la identidad de México y otros países latinoamericanos. Solo en México se encuentran 59 de las casi 220 razas de maíz identificadas en el continente americano, incluido el teocintle, el más cercano predecesor del maíz actual.

 

El maíz también es central en la cosmovisión y mitología de los antiguos mexicanos. En el Popol Vuh de los mayas, por ejemplo, los hombres fueron moldeados por los dioses en masa de maíz.

 

El Día Nacional del Maíz, que se celebra en México desde 2009 de la mano de organizaciones campesinas, ambientalistas, de consumidores e investigadores, tiene lugar en medio de una lucha en tribunales contra la siembra de maíz transgénico, impulsado por corporaciones biotecnológicas como Monsanto. En marzo pasado, un juez federal levantó la suspensión a las siembras experimentales de organismos transgénicos –entre ellos maíz–, pero negó la siembra comercial de estos. Lo último fue celebrado por las casi 300 organizaciones que componen la campaña nacional Sin Maíz No Hay País.

 

Con información de Greenpeace México

Bimbo y el modelo de monocultivos amenazan la biodiversidad del país

Manuel Eugenio Liljehult Pérez

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