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14/12/2016

 

El miedo se asoma por la ventana.

El gélido viento se burla por las ausencias.

La oscuridad me cobija mientras mi agitada respiración delata mi presencia.

El miedo, el miedo me posee.

 

Quizá ya no es moda el tema, pero regreso al punto de la ejecución. Quizá sea abonar a la defensa de la violencia, mas decir que la turba violenta no piensa es hacer referencia al discurso del invasor. La turba inconsciente solo la forma el indio sin alma, el que no piensa. Al respecto comparto estas reflexiones:

 

La acción mediadora en el asalto

 

He asistido a personas en sus instantes finales. En ciertos momentos les he ayudado a no sufrir para que se entreguen plenamente y den la vida; más de uno ha terminado su existencia en mis manos, pero ninguno que haya estado en una situación de muerte forzada.

 

En este sentido, haber sido parte del momento en que emociones y razones se conjugan para determinar responsabilidades me supongo debe ser difícil y contradictorio, y nos deja con un alto grado de culpa. Después de lo acontecido vienen las frases: “Debí hacer esto…”, “Si hubiera reaccionado de esta manera…”, “Nunca pensé que la gente de la que me rodeo apoyara situaciones como este tipo…”, entre otras.

 

En ese sentido mi solidaridad y mis más profundos deseos de paz interna y alegría al presidente municipal de San Francisco del Mar, Leonel Gómez, y su equipo, que fueron mediadores en el momento.

 

El papel del pueblo ante la defensa de sus hijas e hijos

 

El acto por el que el pueblo de San francisco del Mar llega a extremos del ajusticiamiento ha desatado en varias comunidades, en especial en Ixhuatán, la organización de vigilancia de los propios habitantes, cosa que ya se ha comentado en PANÓPTICO IXHUATECO en días recientes.

 

En mi nota intitulada “¿Y si le damos la vuelta al sueño?” había comentado: “¿Dónde quedó nuestra autoridad? Y no hablo del gobierno, sino de nuestra autoridad personal, de nuestra autoridad como pueblo, en la medida que dejamos crecer la violencia, ahí la fuimos perdiendo. Nuestra policía no será rebasada por el crimen desorganizado cuando nosotros depositemos en ella nuestra autoridad propia”.

 

El hecho mismo del ajusticiamiento en San Francisco como la organización de las rondas vecinales son un ejemplo de cómo los hombres y mujeres del pueblo toman la defensa de la vida de sus hijas e hijos en sus propias manos.

 

Esta defensa se ha dejado en manos de especialistas, mas quien tiene cariño por su gente es el pueblo.

 

En todo hay errores. Al hablar de la turba sin razón cegada por los sentimientos, la rabia y la emoción se habla de un error; se dice que pudo ajusticiar a un inocente. Ante eso nos preguntamos ¿cuántos inocentes se encuentran recluidos en las cárceles? Con un Estado democrático con instituciones llevamos más de 27 mil desaparecidos. Estamos de una situación de violencia sistemática.

 

El género, los hombres, las mujeres y las preferencias distintas

 

En lo que a mí respecta, he procurado ser consciente del lenguaje y de la integración de lo diferente con la intención de no ofender, mas estamos en construcción, por lo que pido disculpas debido a no saber usar las palabras adecuadas ni los argumentos necesarios.

 

Habrá que decir que parto desde la idea de que hablo desde una formación moralista y de derecha mezclada con las emociones que despiertan el tratar el tema.

 

El Colectivo (debería ser la colectiva) de Mujeres Istmeñas en Defensa de la Vida y el Territorio, que participa dentro del proceso de la Articulación de Pueblos Originarios del Istmo Oaxaqueño en Defensa del Territorio (APOIO)”,  expresó su palabra.

 

Nos dijeron que no están de acuerdo con estos actos que consideran violentos; “sin embargo”, expresaron en un comunicado, “no podemos permitir que nos sean ajenas las reacciones emitidas por muchas personas de la región ante estos lamentables hechos; nos preocupa profundamente que la primera reacción a esta noticia haya sido la de cuestionar de forma inmediata a la muchacha que hizo la denuncia, revictimizándola, culpabilizándola y señalando que esto podría solo tratarse de una venganza por despecho (otras acusaciones dicen que la mamá fue la que exageró y llevo al pueblo a esta decisión). Estas acusaciones son delicadas y doblemente fuertes porque contribuyen a disimular las agresiones que vivimos permanentemente las mujeres.”

 

Añaden: “Como mujeres nos preguntamos: ¿Por qué ese primer cuestionamiento no fue sobre la fuerte sensación de inseguridad que vivimos las mujeres en nuestras comunidades? Sensación que hace que un pueblo, harto por el podrido sistema judicial e impotente ante el crecimiento desmedido de la violencia, reaccione con un acto más violento con la intención de hacer valer su propia justicia, para defender a aquellas que son tres veces violentadas, por nacer mujer, por ser joven y por vivir en una comunidad”.

 

Aunque la empresa donde el fallecido laboraba comunicó su palabra al respecto, las compañeras cuestionan: “¿Por qué no se ha cuestionado a las empresas? Que, a pesar de la delicada situación de violencia en nuestro país, irresponsablemente continúan contratando personas ajenas a las comunidades, sin prever el contexto social en el que se desenvolverán sus trabajadores, exponiéndolos a ser tratados como desconocidos entre personas que se conocen profundamente”.

 

Es preocupante la situación actual de nuestros pueblos ante tanta violencia. Somos los pueblos quienes debemos resolver nuestros problemas, y en este caso se ha optado pir organizar rondas vecinales. A muchos no nos gusta que nos revisen, pero en este caso es necesario alertarnos.

 

De momento esta revisión y ronda son exhaustivas, pero los días pasan, la gente se cansa, y poco a poco se irá diluyendo, lo cual no es para nada algo alentador. Personalmente, confío en que la gente no se canse, sino que se llegue a una forma de mantener la vigilancia permanente y, más que ello, la alerta permanente para responder en caso de que haya necesidad de juntar al pueblo para atender un siguiente atentado.

 

Las compañeras que han hecho conciencia de la triple violencia que viven las mujeres, y añadimos a los de preferencia sexual diferente, nos piden que pensemos estas rondas vecinales no desde un pensamiento patriarcal, machista y adultista; que pensemos desde el sentimiento, desde la situación que priva en las mujeres por ser mujeres. Es necesario ser integradores de lo diferente. Es necesario pensar desde la situación del otro, de la otra, desde el lugar de quien tengo enfrente.

 

Del miedo

 

Una reacción natural en las personas es tener miedo. El futuro nos da miedo, los animales que no conocemos o del que hemos escuchado sus maldades nos dan miedo, las personas diferentes nos dan miedo.

 

En respuesta a ese miedo reaccionamos. Nos creamos máximas. Inventamos armas y bombas y las perfeccionamos. Bush hijo (expresidente de USA) creó una guerra preventiva y atacó al Medio Oriente por miedo (y para quedarse con sus bienes).

 

En esto Ixhuatán lleva la delantera, pues ha reaccionado ante un secuestro de un joven del pueblo y ahora se organiza ante la inexistencia del gobierno. Zanatepec nos ha puesto el ejemplo de cómo se manda a un presidente y se le da autoridad. Ha cerrado la oficina de la minera. Ahora no es por miedo. Esta organización no se da por miedo, se da porque ha encontrado en su pasado y en la plática de vecinos que esa es la forma de ejercer la autoridad, y eso le da miedo al que tiene poder.

 

Un pueblo organizado le da miedo al que manipula, le da miedo al que compra y está buscando la forma de penetrar estas rondas; está buscando que prevalezca la ley, una ley que ha sido creada a modo para que los que tienen más sigan estando por encima de los pueblos.

 

Es muy, muy probable que las violencias se recrudezcan. Las transnacionales viene a invadir, a robar, y lo van a intentar de todas las formas. Ellos contratan a los asesinos para que los cuiden, y de eso ya hay mucha historia.

 

Los libres dan miedo a los que se atan. Los libres que se esconden detrás de sus ventanas crean monstruos de los cuales se cuidan todas las noches al prender la luz de dentro de sus casas.

 

El miedo, el miedo ríe; muestra sus relucientes dientes, que atacan. El miedo rompe las rejas donde los libres se enjaularon.

 

Por fin, rodeado por un ejército de miedos, me levanto. Yo tengo dientes feos y chuecos y le sonrío para mostrarle los más retorcidos. En verdad que le doy miedo porque contrae su sonrisa. Le digo: “¿Qué quieres, miedo, conmigo? El miedo no dialoga, sóoo asusta, y ante otro miedo se asusta. No. El miedo no se va, queda afuera esperando para encontrar tu punto débil; queda a la espera de encontrar una sola de tus contradicciones. Por ahora dormiré; al menos mientras duerma no tendrá oportunidad de mostrarme su hermosa sonrisa.

Carta a la articulación

Manuel Antonio Ruiz

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