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18/8/2015

 

En nuestro caminar existen los llamados clásicos de la vida, pero hay algo mejor que esto. Si eres fanático del futbol, seguro que te gustará lo siguiente. Boca Juniors es el equipo de mi pueblo natal, un club con muchos campeonatos a nivel municipal y con muchas rivalidades. Por otro lado se encuentra otro de los equipos grandes: Punto Seis, de Ixhuatán. Estos dos grandes equipos tienen una gran rivalidad desde la afición.

 

Cómo olvidar aquella gran final de 2006 entre estos dos clubes. En el partido de ida, Boca fungía como local, y fue un gran encuentro en el que empataron a cero aquella gran tarde. Para la vuelta, los tambores y gritos de la afición resaltaban sobre el estadio. Los jugadores de Boca llegaban nerviosos a la casa de los hambrientos de Punto Seis. Existieron muchas trabas antes de iniciar el partido, pues el árbitro no llegaba (los rumores dicen que se estaba encomendado a sus santos para que le fuera bien a su madrecita). Por un largo rato, el partido dio inicio, y los dos titanes salían al encuentro enfurecidos y sedientos por el título de campeones. A los 15 minutos, Boca metía la primera pelota a las redes del enemigo; no obstante, Punto Seis devolvía el gol con un trallazo a las redes contrarias. Uno a uno, el encuentro y la afición con los nervios de punta. Entre mis nervios alcancé a observar como una joven casi se desmaya por la presión del partido y, de pronto, ¡Gol de Boca!, que ponía el marcador 2-1.

 

Sin embargo, antes de la primera mitad, Punto Seis empataba el marcador con un bombazo desde fuera del área: 2-2 terminaba el primer tiempo. Para el segundo, el partido se tornaba mas tenso. Con el correr del tiempo, Punto Seis le daba la vuelta al marcador con 3-2, mientras que Boca buscaba la portería local intensamente hasta marcar el empate. “¡Ánimo, señores!”, exclamaba un tipo extraño del público. Faltaban 10 minutos, y la intensidad era mayor hasta que: “¡Gooool!, gritaban los aficionados de Punto Seis, que liquidaban prácticamente el partido y se hacían del campeonato.

 

Boca Juniors no pudo hacer más, y al final del partido la afición enloqueció con gritos de euforia por el campeonato. El dolor de un equipo y la alegría del otro eran lo que dejaban los pastos verdes del campo de batalla. Y, como es la costumbre, refrescos dulces y amargos y las riquísimas tlayudas invadían ahora el paladar de los campeones.

Clásico de clásicos

Manuel Robles López

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