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18/6/2016

 

A pocos días de haberse llevado a cabo las elecciones en Ixhuatán, y a consideración de que a estas alturas las emociones se encuentran controladas por muchos de aquellos fanáticos y apasionados de la política, me atrevo a decir lo siguiente:

 

"Ganó quien tenía que ganar", frase que leí en una publicación de Facebook, la cual, por cierto, indiscutiblemente es así. El pueblo va a tener el gobierno que merece. Esto se debe a la decisión que cada uno de los ixhuatecos tomamos al emitir nuestro voto. Sin importar que haya sido de manera manipulada o no, al final de cuentas la decisión es propia.

 

Indudablemente para que exista la compra de sufragios (que en realidad es una compraventa) debe existir la voluntad de ambas partes (del que compra y del que vende, o viceversa). Es bien sabido que nadie obliga a nadie, todo recae en la responsabilidad ciudadana de ambos. El problema aquí es cuando, con el transcurso del tiempo, nos dedicamos a criticar a nuestro administrador municipal a sabiendas de que desde el inicio llevamos a cabo un contrato que no está regulado en la ley, lo que lo convierte en un delito, tipificado como electoral, pero que, al manifestarse las voluntades de las partes y al llevarse a cabo, es un contrato.

 

Fundo la anterior deducción en lo siguiente:

 

“CONTRATO: manifestación de dos o más voluntades para llevar a cabo un acto mediante el cual se generen consecuencias jurídicas y responsabilidades acatadas por las partes”.

 

“COMPRAVENTA: habrá compraventa cuando uno de los contratantes se sujeta a transferir un DERECHO o la propiedad de una cosa y el otro a su vez se sujeta a PAGAR POR ELLO UN PRECIO CIERTO Y EN DINERO”. Mientras tanto el artículo 19 fracción III de la Ley General de Delitos Electorales regula la compra de votos.

 

De antemano manifiesto que no me consta que haya existido la famosa compra de sufragios por parte de alguno de los seis candidatos para presidente municipal de nuestro pueblo. Sin embargo, lo que sí me consta, y esto por haber seguido muy de cerca la campaña política de uno de los seis, es que en Ixhuatán se ha vuelto costumbre la venta de votos o de credenciales –ya ni siquiera la compra–, lo cual resulta verdaderamente lamentable.

 

El tratar de hacer conciencia en nuestra gente resulta una tarea desgastante e ineficaz, más al escuchar decir de sus labios: "No nos interesan obras en nuestra localidad, al final de cuentas todos roban y ninguno hace nada. Lo que queremos es dinero; si no hay dinero, no hay voto”. Es entonces cuando reaccionas y piensas: “Hemos tocado fondo. Esto ya va más allá de un delito electoral”.

 

Hasta dónde ha llegado el desinterés de la ciudadanía por exigir sus derechos y llevar a cabo su responsabilidad como tal, el reducir su participación ciudadana en un solo acto –el de salir a votar– y dejar de manera desinteresada e irresponsable que los servidores públicos hagan y deshagan con el dinero del pueblo lo que a sus intereses mejor convenga. Es el resultado de la poca credibilidad en el cambio, de dedicarse a vender su sufragio y de manera orgullosa manifestar "¿A nada? Pues aunque sea mil que me den".

 

Señoras y señores, ¿de quién es la culpa –por llamarle de alguna manera–? ¿Del que compra votos o del que vende el suyo? ¿Del que roba o del que se deja robar? Lo dejo a su consideración. Esto es por una parte; por otra, el proceso electoral ha terminado, y ya tenemos presidente electo. La tarea no solo será del maestro Checha, la tarea ha sido, es y siempre será nuestra. Tú decides, pueblo ixhuateco: la acatamos o dejamos que nos lleva la china a su bosque.

Compraventa de votos

Alhelí Ruiz Fuentes

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