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Este inframundo es dulce, y todos tenemos los ojos vedados, hasta los más despiertos viven con sueño.

 

 Hay que saber de tanto y lo poco que podemos alcanzar cuando volamos.

 

Y lo mucho que somos en la historia  de un latido.

 

Parece que el cielo va a desaparecer si no lo encuentro.

 

La luna está desmayada y los hijos de la luna manchan de carcajadas el viento.

 

 Y los pies independientes de bestia trazan camino hacia el mar y se espinan y sangran.

 

Un joven retorno le pregunta a los muertos sobre la estética del espiral en la máscara de un rostro.

 

El triángulo viaja al paraíso en movimiento.

 

Y nadie camina sobre el agua, nadie sabe jugar (aunque todo sea divertido).

 

El eco visual produce fantasmas y un horizonte donde el sol se oculta. A esa hora, todos quisieran estar en el viaje azul del día eterno.

 

Siete cotorras o un pájaro extraño a las 10:30 de la noche viendo diagonalmente la luna.

 

Y no sé los sueños de todos ni sus placeres. Las costras maleables esperan a todos. No está tan lejos como parece si vemos hacia el cielo y a través de él hasta llegar al espejo que refleja al inframundo y sus distancias.

 

El fantasma de un gran venado nos vigila.

Coral (Aguachil)

Franco Carrasco Aguilar

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