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Fue un día como cualquier otro. Ocurrió en la escuela preparatoria José Martí. Platicaba con un grupo de jóvenes sobre cosas sobrenaturales, mismas que eran contadas en la narrativa oral.

 

Sin darme cuenta, se acercó a mí por la espalada el maestro Trujillo, hombre de estatura media, de caminar cansado por el tiempo vivido, pero de una percepción muy atinada y centrada como pocos en este pueblo -aunque el maestro no nació en Ixhuatán-. Me dijo:

 

-Hey, tú, chamaco baboso, qué vas a saber de esas cosas si ni siquiera la historieta de Condorito lees. Qué diré de esas cosas que estás contando.

 

-Es cierto, viejo- contesté.

 

Le tomé del hombro y lo hice a un lado pidiéndole de favor que me regalara un espacio para llevarle no solo uno, sino dos libros que tenía en mi poder: uno sobre de las plantas medicinales de México, cuyo autor no recuerdo por habérsele desprendido las páginas iniciales, pero el segundo sí tenía la carátula; se trataba nada más y nada menos que del escritor Erich von Däniken y llevaba por título “Recuerdos del futuro”. Se emocionó mucho, me confesó, porque no había oído sobre ese libro, y, como era característica del maestro, me pidió especialmente que le visitara en su domicilio el día sábado por la mañana y que, de favor, le llevara esos libros.

 

Serían como las 9:00 de la mañana cuando llegué al domicilio del maestro. Recuerdo que quería darle una sorpresa, por eso entré sin casi hacer ruido. Estaba sentado en su sillón de madera viendo el programa “Sábado con Saldaña”.

 

-Qué tal, amigo- le dije.

 

-¡Cállate, hombre! ¡¿No ves que estoy disfrutando de mi programa favorito?!

 

La sonrisa pícara de aquel viejo recorrió su rostro.

 

-¿Sabes, Clemente? Me sorprende esta cosa –refiriéndose a la televisión-. Éste es uno de los grandes inventos que el hombre ha hecho. Mira desde dónde están ahora esos señores, y nosotros los estamos viendo aquí sentados cómodamente.

 

-No cabe duda de que esa cajita tiene una magia que nos hechiza.

 

-Pero, ¿sabes una cosa, Clemente?

 

-¿A qué se refiere, maestro?- le pregunté.

 

-Lo que sí me preocupa mucho es en qué mano va a caer esta magia. Si la toma una persona que ama a su pueblo, tiene la oportunidad de hacer sentir a su nación lo mucho que vale; pero, si cae en manos de una persona que quiera manejar la conciencia de un pueblo, entonces ya nos jodimos.

 

Por cierto, después de haber leído el libro de Von Däniken, me confesó que quedó maravillado por el tema, que se refería a que hay cosas que la ciencia no ha podido comprobar, pero que el tiempo se encargaría de darles la razón a muchos tópicos. Habrá tiempos en que el hombre viaje a otros planetas como si fuera a un viaje de placer.

 

El maestro Cecilio López Trujillo fue un hombre que le dio mucho amor y cariño al pueblo de hojas. Cuántos hombres y mujeres no formó, por lo cual estamos muy agradecidos.

 

Para los amigos que gusten descargar el libro de Erich von Däniken “Recuerdos del futuro”, este es el link en el que lo pueden encontrar, está en formato PDF: http://goo.gl/CYXahb.

 

Propuesta: desde este humilde espacio, pido a todos los paisanos que nos organicemos para solicitar al actual ayuntamiento municipal que designe un espacio o área en nuestro municipio (de preferencia, en el parque central Benito Juárez) para rendirles justo y merecido homenaje a todos los grandes hombres y mujeres que le han dado el reconocimiento a nuestro pueblo. Se lo tienen bien merecido.

 

Porque Ixhuatán es tierra de talento, pienso y sostengo que sí se puede llevar a cabo. ¿Usted qué opina?

El día que fui a casa del maestro Cecilio López Trujillo

Clemente Vargas Vásquez

Tomada del sitio www.acentoveintiuno.com

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