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A Julieta Fuentes Carrasco,

ixhuateca de incansable servicio comunitario,

educadora en religión,

promotora del reconocimiento de Ixhuatán como sede parroquial,

promotora en la construcción de la antigua clínica,

rezadora, promotora de salud.

 

 

Cuentan los más viejos y viejas, los que antiguo fueron abuelos de nuestros abuelos, los que vieron nacer el mundo, que en esos tiempos en que las memorias ya les cuesta recordar, hace mucho, los más viejos hombres y mujeres que saben de la vida, que sea, eran brujos, curanderos, sabios, médicos, sacerdotes, parteras y que saben de todo al mismo tiempo y por eso saben moverse en el plano de la energía. Ellos y ellas, que eran los más viejos y viejas, eran los más jóvenes, que sea, los más pequeños, los invisibilizados.

 

Huyendo de la invisibilización, se juntaron en una su esquina donde encontraron la oscurana, que sea, donde no hay mucha luz, para ocultarse. Ahí, aprovechando que no son vistos, una su plática de asamblea se hicieron. Haciendo como que saben o como que no, fueron sacando el tema:

 

  • La escuela, como está, es solo la fachada de una estructura, es ideología que maquilla la realidad.

  • ¿Por qué mero así está? -preguntaba el más pequeño-.

  • Bueno -se decían los otros-, porque quienes ponían las estructuras así lo hacen porque sus intereses son tener empleados, que sea, dominar, someter para tener ganancia.

  • El trabajo -expuso otro- decimos que ya no hay, pero sí hay. Lo que no hay es empleo porque no hay quien paga dinero. El pescador saca pa’ la comida, pero, como quiere vender pa’ tener dinero, entonces dice que no hay pesca.

  • Aaaaah -respondió una pequeña “jóvena”-, entonces la relación que guarda la escuela con el trabajo es que nosotros tengamos siempre la idea de que lo mejor es ser empleado porque mi papá, que es pescador, a él no le paga nadie, el día que quiere y necesita va a pescar o puede ir a hacer sus mandados y no lo despiden de su trabajo, pero tampoco nadie lo manda, bueno solo mi mamá cuando él se pasa de listo.

  • Sí, tiene razón -dijo un abuelo-, pero también los padres y madres que trabajan lo suyo necesitan saber aprender que su único patrón es la misma tierra o lagua que trabajan, que también es exigente. Hasta hora, solo le hemos quitado la comida y hace falta cultivar en ellas para que esta comida no falte.

  • Cierto - dijo otro anciano que ahí andaba-, la comida ahora es más escasa; antes, ahí nomás salía uno y al ratito traía uno su armadillo, una su liebre, una su iguana, y ya la esposa lo hacía aunque sea un tamalito de iguana, un su tapadito de pescado, un su mole cheguiña. Ora, lejos se va uno, ora más gente se encuentra uno que animal en el monte.

  • Entonces -dice un niñito-, creo que estoy aprendiendo que todavía tenemo animales, todavía tenemo trabajo para hacer, pero la escuela nos está mintiendo que dice que ya no hay y que todos vamo a salir del pueblo porque ya no hay más gente joven de nosotros por acá, entonces, ya queda libre el territorio pa’ que hacen lo que ellos quieren. Y nos dicen que es mejor dinero, que es mejor tener cosas del desarrollo.

  • Así parece, muchachito, así parece porque, fíjate -dijo una mujer-, hay un punto en que nosotras hemos estado lejos: en la organización. Muy pocas somos presidentas, ya nuestro pueblo ha dado camino, dos mujeres han sido presidentas, pero, normalmente, las organizaciones son de hombres; cuando hay mujeres en la organización nomás llegan a ser secretarias o tesoreras, pero las sentimos como puestos de menor rango; a los hombres, casi siempre, hasta nosotras mismas, los ponemos de presidente.

  • Cierto -comentó un abuelo-, hay logros de las mujeres que han puesto la cuota de género en los partidos, pero aún no tenemos gobernadoras en Oaxaca ni presidentas en México, pero en los partidos la cuota de género es cuota de poder, la misma cúpula de partido, compuesta por una mayoría de hombres son los que deciden sobre lo que el pueblo va a votar. Este ejercicio de poder tampoco responde a la necesidad.

  • Que sea -dijo el más viejo de entre todos-, toda la estructura de la casa, que sea, lo que llaman sistema, está hecho para que los ricos sean los beneficiados y los pobres los que hagan ganar dinero a los ricos, y así se maneja, hasta la Biblia y la virgen y las religiones, para que todo funcione a esa medida. Ahí no hay redenciones, no hay salvaciones, los pobres siguen siendo pobres.

 

Mucha habladera y discursos se abrieron, muchas palabras fueron de ida y vuelta, muchas palabras se grabaron en las memorias hasta que el acuerdo fue cayendo, lento, poco a poco, se dieron cuenta que todas las instituciones, incluso las sagradas, están manejadas para no dejarnos salida y que se piense que así lo dijo dios, así lo declara la ciencia y así es el camino  de la razón.

Fue así que, en aquella gran oscurana, una gran luz resplandeció. Todos se pararon porque pensaban que era la patrulla, que, pensando que ya son las 8, como lo dijo tata presidente, hay que levantar a todos los borrachos y gentes maliciosas. Pasó el tiempo y la luz permanecía. Una niña fue la que le dijo a su mamá:

 

  • Ma, ¿por qué brillas?

 

Y fue que se vieron a los rostros y se descubrieron el uno al otro como seres visibles.

 

Entonces se dijeron:

 

 

  • Después de la guerra de los imbéciles, llega la colonización, que sea, nos hacen pensar como ellos con toda la maquinaria que traen.

  • Nos traen escuelas que cambian nuestro pensamiento y nos reprueban pa’ que nos sintamos que no servimos.

  • Nos ponen cinco pa’ decir que no somos inteligente y que debemos obedecerlos a ellos que son inteligentes y sacan diez.

  • Nos colonizan cuando nos dicen que somos pobres y que no tenemos trabajo, pero lo que quieren es hacernos sus trabajadores en la tierra que es nuestra y que cuidamos durante muchos siglos.

 

Dicen los más antiguos, los que alcanzaron a ver el mundo nacer, que las guerras que los imbéciles fabrican, las guerras de exterminio contra los pueblos originarios, que son estos pueblos quienes han cuidado su madre tierra desde hace muchos siglos y que ahora vienen con nombre de desarrollo para saquear, para coloniza, para imponer.

 

Ta bueno -se dijeron los invisibilizados-. Ahora una propuesta vamo sacar de acá. Ya hablamo bonito, ahora ¿cómo le hacemo pa’ cambiar, pue?

 

  • Tres cosa vamo hacer -se dijo alguien-:

    • Vamo a rehacer el tejido social, que sea, a saludarnos, ayudarnos, querernos, no meter chisme, no meter envidia ni egoísmo. Vamo querernos y cuidarnos, vamo visitarnos pa’ hacer fiesta y llevar la cooperación, la botana, la ayuda y, así como en la fiesta, también vamo hacer juntos la limpia de los caminos, el cuidado y construcción de espacios que usamos juntos pa’ que nos queramo más cada día.

    • Vamo defender la vida, que sea, vamo cuidar los lugares sagrados, vamo cuidar los mares y los campos pa’ que no se envenenen; vamo cuidar que sigan siendo lugares de siembra y de pesca y no otra cosa porque no otra cosa comemo. Antes de hacer cualquier ley, cualquier contrato, cualquier acción, lo primero que vamo a preguntarnos es si defiende la vida y la comida o si va contra ella.

    • Y, tercero, vamo a construir colectivos. Así que todos vamo juntarnos con los amigos y amigas, con la gente de bien y vamo a caminar cuidándonos unos a otros pa’ que juntos regeneremos la comida, la lengua, el territorio, la fiesta, la comunidad, la escuela, el trabajo. Vamo a hacer un gobierno de nosotros y a nuestra manera, no el gobierno colonizador de los partidos.

 

Por eso es que hasta ahora se dice que, cuando los jóvenes se juntan en las esquinas, es mala señal, dicen los más colonizadores y adultistas que, cuando los jóvenes se juntan en una esquina, se juntan con malas amistades y se hacen borrachos, bandidos, rebeldes, mariguanos. Por eso hay tanto joven desprestigiado. Y otros jóvenes no desprestigiados le entra el miedo y, entonces, se dejan colonizar.

 

Además, opino que los jóvenes que quieran ser jóvenes libres deben tomar en serio la convocatoria a defender la vida o impedir que las eólicas, salineras y mineras envenenen este espacio único que tenemos para vivir. Y debemos pedir a las autoridades que no firmen en cambio el uso de suelo.

De la guerra imbécil a la colonización

Manuel Antonio Ruiz

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