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La niñez como primera etapa de desarrollo del individuo como persona es el momento en el que se deben cimentar los principios, normas y valores con los que esta ha de vivir en sociedad.

 

Cuento con la suerte de haber tenido una infancia en la que pude disfrutar de mucho tiempo de juego, el cual ahora se es la principal actividad en la niñez para todo individuo y en la cual se desenvuelven y descubren muchas otras que en la vida adulta pondrán en práctica; por ello, el concepto que a través del juego se aprende tiene sentido cuando lo asimilamos de esa manera.

 

A últimas fechas, he observado, debido a mi labor como profesor de educación física, que los juegos que nuestras generaciones llegamos a practicar se van perdiendo en los últimos años, y para ello he tratado de encontrar ciertos factores que han ayudado a tal fenómeno.

 

La tecnología tiene grandes beneficios, siempre y cuando se le dé buena utilidad. En los últimos cinco años, a nuestras comunidades ha llegado un sinfín de aparatos electrónicos (celulares, iPods, tablets), lo cual ha generado una demanda alta por parte de la mayoría de los habitantes en las distintas poblaciones, pero sobre todo mayor afluencia en las zonas urbanizadas contempladas como ciudades. Nuestros pueblos no se han salvado de dicho fenómeno, y es en ello que podemos encontrar uno de los factores del sedentarismo inducido por las tecnologías, pues, en vez de salir a jugar con los vecinos, muchos niños y preadolescentes juegan con teléfonos y tablets de manera estática y lo único que mueven son las manos y los ojos.

 

En nuestra infancia, y los lectores no me dejarán mentir, teníamos una infinidad de juegos y que ahora solo puedo recordar algunos: los encantados, las quemadas, los hoyitos, las escondidas, las atrapadas, policías y ladrones, los vaqueros, la rayuela, las canicas, el trompo. También deporteábamos con el futbol, el volibol, el futbéis y cualquier otro que pudiéramos adaptar al espacio en el que teníamos disponible para dichos momentos: el patio de la casa o la calle de la colonia o del barrio donde menos carros transitaban y donde mayor concurrencia había de todos los vecinos de nuestras edades un poco mayores o un poco menores… ya en a la hora de jugar, eso no importaba.

 

La falta de espacios de juego se debe en gran parte al desarrollo a través de la pavimentación y la construcción (urbanización) o utilización para otros fines de  los espacios libres. Esto constituye otro elemento por el cual actualmente es muy difícil poder concurrir a algún lugar con los vecinos y poder divertirse libremente, desarrollar esa actividad lúdica tan placentera que nosotros en nuestra niñez para poder salir a realizarla debíamos cumplir primero ciertas obligaciones, como hacer la tarea o alguna labor del hogar.

 

Actualmente, los problemas sociales de inseguridad y violencia desatados en los últimos años también nos hacen poner sobre la mesa que hay desconfianza por parte de los adultos para dejar salir a jugar a los infantes con libre albedrío porque siempre hay rumores más que hechos claros del rapto de menores para el uso de tráfico de los mismos, por lo cual se opta muchas veces por poner al niño y a la niña frente a un monitor (TV o computadora) para evitar riesgos de algún siniestro suceso como secuestro o rapto.

 

Para la vida actual debemos ser conscientes como adultos de qué niños estamos formando porque a nivel nacional los índices de obesidad infantil y adulta son alarmantes, esto como resultado en gran parte del sedentarismo del cual hemos sido presa en la vida moderna, además de los malos hábitos alimenticios, por lo que debemos promover más el juego activo que el de un celular, promover más el juego libre que el de las tablets y, sobre todo, promover la convivencia presencial entre niños y niñas al alejarlos de la convivencia virtual a través del internet.

 

La sociedad actual también presenta serios problemas que tienen su énfasis en la pérdida de los valores y el dominio de los antivalores debido a que es mucho más fácil mentir, engañar, robar, calumniar y corromperse que ser bondadosos, amables, honestos, sinceros, solidarios, altruistas y amorosos. Puesto que desde diferentes ámbitos sociales, como la escuela, la familia, la calle y el entorno donde nos desenvolvemos, las prácticas de antivalores suelen ser muy constantes, por lo que nuestros niños y jóvenes van malcriándose en esa cultura que actualmente cobra por medio de la inestabilidad social en gran parte de los pueblos en todo el país.

 

Es nuestra obligación promover y predicar con el ejemplo a través de nuestros actos, pues nuestros chamacos aprenden más de lo que ven que lo que oyen, por lo cual es necesario que replanteemos la sociedad adulta futura que vamos a tener, que sean seres humanos bien educados desde la casa, donde se predique con el ejemplo del respeto a todos y a todo.

 

Es nuestra obligación fomentar la convivencia sana sin vicios para que el desarrollo de nuestros futuros ciudadanos conserve la armonía que siempre ha caracterizado a nuestros pueblos vecinos con humanismo debido a las raíces de ser nativos en esos territorios y que al final de cuenta somos hermanos porque nacimos en la misma tierra. Por eso quiero que se conserve el sentido de solidaridad y hermandad para siempre.

Del juego y la infancia y otro poco

José Enrique Mauleón Medina

Tomada del sitio www.eslamoda.com

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