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La democracia vivida en Grecia, en la cual se fundamenta el discurso democrático europeo y, por lo tanto, donde se sostiene la supremacía de las instituciones y la supuesta representatividad de los políticos, era ejercida por los señores; en ella no participaban los esclavos ni los libertos. El término democracia así entendido es el que está siendo aplicado actualmente en el contexto mexicano.

 

Se dice que democracia es el gobierno del pueblo. Para ello se autonombran los representantes y obligan al populacho a votar a favor de uno o de otro y le condenan si acaso no vota. Resultado: abstención.

 

Pedrada 1:

 

A cada paso que damos queriendo dar solución a la problemática del abstencionismo va la primera pedrada dirigida a los no votantes, a quienes se les recrimina por no participar, se les culpa de ser los responsables del marasmo político-económico-cultural, del atraso y abandono.

 

Luego reviramos hacia los políticos, a quienes se les culpa de no tener la capacidad necesaria y se les somete a diversos ensayos de los cuales no se descubren nuevos resultados positivos, como en el caso de la chequera única, que no sirvió para nada, solo para pasar a un lado de ella.

 

Una vez pasado el teatro democrático, el electo para el servicio del pueblo se convierte en su verdugo legislador: a espaldas del pueblo hace leyes que le obligan a entregar sus bienes, los naturales a través de concesiones y los monetarios a través de tributos hacendarios; es verdugo ejecutante, pues impone las instituciones y la ley incluso cuando el pueblo grita por el peso de la carga impuesta, y verdugo judicial al ejecutar toda manifestación de descontento. Por ejemplo, a 43 estudiantes dados a conocer a tiempo, a defensores de derechos humanos como a Nestora Salgado, de la muy reconocida policía comunitaria guerrerense, a quien se le deja morir silenciosa en su huelga de hambre.

 

Pedrada 2:

 

“Tenemos el gobierno que merecemos”, reza una frase que se ha vuelto celebre y en torno a la cual cada generación damos una opinión. Entonces nos preguntamos: ¿es viable el sistema que aún tenemos?

 

Ningún político representa al pueblo; cada político elegido o impuesto, hasta el día de hoy, representa sólo los intereses de una pequeña oligarquía cuyo nombre y color solo es cuestión de fachada. Su contenido versa en la administración de un sistema económico-político decadente que depende del capital de las empresas transnacionales voraces.

 

Dicen los más doctos que, aunque solo el 10 por ciento de los votantes participara y saliera un ganador con el 50 por ciento más uno, sería una elección válida, a menos que el 25 por ciento acudiera a anular el voto. Así está previsto en la ley porque es lo que conviene a los señores; sí, a los señores del capital extranjero. De esta manera, al acudir a expresar tu descontento electoral, expresas tu respaldo a las instituciones que son el mecanismo para someter a la ciudadanía (léase populacho donde dice ciudadanía. El ciudadano es el señor, el señor del capital).

 

Pedrada 3:

 

Ni México es una democracia ni el político representa al pueblo ni las instituciones son mecanismos para solucionar los problemas de fondo de las nacionalidades que conformamos los Méxicos que somos.

 

Sostengo que no votar es el camino.

 

No votar es el camino para quedarse sin gobiernos y sin instituciones.

 

No votar es el camino para hacer ruinas el sistema político y reconstruir desde nuestros pueblos una forma muy nuestra de vivir. Las bases de esta reconstrucción o refundación están profundamente enraizadas en las formas de vida de nuestros ancestros.

 

Para ello debemos reconocer que no existe una política universal o una forma de gobierno perfecta. Cada pueblo tiene su forma y construye sus acuerdos en cada época (abre los ojos: una sola forma es la que permite a las transnacionales adueñarse de todos los “recursos” o bienes naturales).

 

La diferencia de nuestras formas es lo que enriquece al mundo. A esta riqueza particular le llamamos autonomía o comunomía. Es la capacidad de organización propia que el pueblo tiene para convivir consigo, su entorno y sus vecinos.

 

La comunomía necesita del trabajo de todos y todas, de una reorganización, de la construcción de una nueva forma organizacional. De hecho, es lo mismo que necesita la democracia para que sea real.

 

Final:

 

Votes o no votes, participa en la reconstrucción de tu comunidad, en la reconstrucción de los sistemas asamblearios; desde ahí se vive la comunidad, desde ahí necesitamos vivir la organización social, o sea, eso que mal llamamos política.

 

Recuerda:

 

Una ley injusta de ningún modo es una ley.

Una orden injusta de ningún modo es una orden.

 

El 13 es el aniversario, te esperamos en casa de la cultura.

Democracias

Manuel Antonio Ruiz

Tomada del sitio www.publimetro.com.mx

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