Duele… y duele mucho. Este país ya se fue a la mierda. Uno de los estados más críticos de decadencia nos ha alcanzado, y no se ve siquiera un horizonte de optimismo al cual dirigirnos.
Duele… y duele mucho. Nuestras instancias de gobierno están coludidas por el crimen organizado, agrupaciones que ellas mismas hicieron posible y de las que van de la mano para definir el rumbo de este país.
Duele… y duele mucho. La corrupción y el abuso de poder forman parte constitutiva de la manera como se gobierna en nuestra nación. México se jacta de ser uno de los pocos países en América Latina que no ha sufrido una dictadura militar; sin embargo, otras prácticas dictatoriales nos han acompañado desde hace más de 80 años.
Duele… y duele mucho. Nuestras ridículas formas de representación popular nos arrojan una bola de buitres sedientos de poder. A nivel institucional, no hay izquierda ni hay derecha en México, no hay humanismo ni socialismo, hay oportunismo y neofascismo.
Duele… y duele mucho. Hoy es Ayotzinapa, ayer fue Atenco, antier fue Aguas Blancas, antes fue Acteal, los antecedieron Tlateloco y una serie de genocidios que forman parte de nuestro triste día a día. Más de 70 mil durante el sexenio pasado, ya van casi 40 mil en el actual. No son cifras, tienen nombre.
Duele… y duele mucho. Se burlan de nosotros en las portadas de los medios más importantes del mundo, con los editoriales de los periódicos más influyentes, con la narrativa de que ahora están salvando a México.
Duele… y duele mucho. Guerrero es un auténtico cementerio, Michoacán está podrido de narcos, el Estado de México es cuna de feminicidios, Tamaulipas es inhabitable. Todo está bien, afirma el titular de la Segob; son hechos focalizados, sostiene el jefe de Gobierno.
Duele… y duele mucho. ¿De que sirve tener ilusiones y pensar que otro mundo es posible? ¿De qué sirve prepararse y soñar con un mejor país? ¿De qué sirve generar alternativas si nuestro nivel de diálogo tiene como límites unos litros de diesel y gasolina que dejarán cenizas envueltas en costales que serán tirados a algún río en medio de la nada?
Duele… y suele mucho. Hoy México está de luto, lo mismo que ayer y que antier. Y, sin embargo, reformas constitucionales en todos los sectores provocan algarabía en las altas esferas. Vamos por un buen camino, se emite cual práctica conductista en la que Pavlov es la clase política y los perros somos los ciudadanos.
Duele… y duele mucho. Da asco vivir en este país, lastima ser mexicano, entristecen el presente y el futuro que se vienen. Protestar es delito de Estado, ser periodista es equivalente a ser kamikaze, ser normalista te convierte en víctima potencial de la violencia.
Duele… y duele mucho. Pero nuestra única esperanza somos nosotros. Los únicos que podemos hacer algo al respecto somos los ciudadanos. Quienes pueden cambiar toda esta podredumbre es la sociedad. No el PRI ni el PAN ni el PRD ni el Verde ni el Panal ni Movimiento Ciudadano ni el PT ni todo lo que huela a partidocracia; ellos persiguen otros intereses, y no estamos en ellos, al menos no como beneficiados.
Duele… y duele mucho. Pero indígnate, fastídiate, grita, transgrede, protesta, exige. Nada de esto es normal y ni Dios ni Alá ni Krishna ni Zeus ni Buda o como quieran llamarle a sus ídolos nos maldijeron predestinadamente.
Duele… y duele mucho.