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A las 10 de la mañana, mi abuelo regresó al pueblo después de varios días de ranchear en Aguas Pocas, trajo bastante camarón cocido. Al verlo, mi abuela lo recibió y lo ayudó a descargar las cosas que traía en el canasto. Mientras le pedía a mis tías que le sirvieran de desayunar a su padre, se dirigió hacia mí: "Anda, ve a pegar un anuncio, con ta’ Min, dile que tengo camarón y pescado fresco en venta".

 

En lo que llevamos del siglo XXI, los modernos medios de comunicación han logrado inmiscuirse en casi todos los procesos sociales de los seres humanos, tanto que, parafraseando a Borges, se han convertido en una extensión de nosotros, tanto física como psicológicamente; sin embargo, entre los medios de comunicación tradicional de muchos pueblos rurales de México, a pesar del acelerado cambio tecnológico, se mantiene el altavoz, también llamado: la bocina, el perifoneo, el palo parlante o, simplemente, el anuncio.

 

Hace muchos años, para ser más precisos, entre 1980 y 1990, recuerdo que en Ixhuatán había solo tres altavoces que prestaban sus servicios a la comunidad: el del señor Alfredo López, el de Benjamin López, ta’ Min, y el de Germán Román Delgado, cada uno con su propio estilo a la hora de anunciar los productos en venta, de dedicar canciones o de participar de las fiestas y/o los duelos de las personas; los cines tenían los propios a través del cual anunciaban sus funciones.

 

La práctica cultural del anuncio tenía características muy distintas a las de ahora. Las formas, los modos, los tiempos, el discurso y la proyección del mensaje no provocaba ningún tipo de malestar entre los ciudadanos del pueblo. No recuerdo entre los miembros de la familia algún tipo de enfado a la hora de escuchar los anuncios, al contrario, había ciertos códigos musicales que nos permitía, a tiempo, dejar las labores del momento para poner atención, si así se requería, a la información que estaban por transmitir. Por ejemplo, cuando oíamos el "tico tico" de ray conniff, sabíamos que inmediatamente después venía la información sobre qué película se proyectaría en el cine Lux; en cambio, cuando se escuchaba "Las golondrinas", había que estar atentos para oír quién era el muerto, si aún no estábamos enterados; "Las mañanitas", cuando se dedicaban felicitaciones por los cumpleaños, y el clásico "Atención, atención, público en general", cuando se anunciaban productos en venta.

 

Los medios de comunicación alternativos, como el altavoz, tienen la gran posibilidad de permanecer durante muchos tiempo a pesar de la llegada de la radiodifusión en algunos pueblos en donde se les usa porque están al alcance de toda la comunidad. Se les llama alternativos precisamente porque son opciones frente a los medios de información masivos que, a veces, no están a nuestro alcance por los requerimientos técnicos y económicos que representan.

 

Estos medios son útiles no solo para mejorar la circulación de información al interior de las comunidades, sino que fomentan la participación y la unión entre los miembros de una población, ya que podemos apropiarnos con mayor facilidad de ellos y utilizarlos como canales de expresión, difusión o comunicación.

 

El altavoz forma parte del patrimonio social y cultural de muchos pueblos, es parte de la vida diaria, interactuamos con él, a veces le tomamos poca importancia y pasa desapercibido por la costumbre de oírlo todos los días; otras veces, nuestra atención se centra en su uso indiscriminado, de la ausencia de un reglamento que regule la calidad de la información, la disponibilidad, el espacio y el tiempo en que debe usarse y no.

 

La comunicación es un proceso privilegiado y único que identifica el comportamiento humano. "Somos en la medida en que nos comunicamos", y no puedo imaginarme a un hombre que no haga de la comunicación su modo de vida. Actualmente, todo el mundo reconoce que la sola manera de establecer, mantener y mejorar los contactos humanos es mediante la comunicación, en cualquiera de sus modalidades.

 

En las comunidades rurales que utilizan los medios alternativos la comunicación se realiza en un lenguaje sencillo al que todos tiene acceso sin importar si se sabe leer o no dado que cualquier evento a realizarse no tarda más de dos horas en saberse, a veces con detalles específicos.

 

La información que se difunde a través del altavoz debe ser, en la medida de lo posible, de fácil acceso y participación para el resto de la comunidad, ya que es de esta forma como podemos apropiarnos de ellos, colaborar en su construcción y mantenimiento y aprovecharlos cada vez mejor para el beneficio de todos, eso es precisamente lo que se debería pugnar en la actualidad.

 

Recuerdo que, anteriormente, en Ixhuatán, los mensajes a través de los altavoces se difundían en tres momentos: en las madrugadas y las primeras horas del día, se anunciaban principalmente las ventas de carnes, de res y puerco, así como de pescados y mariscos que traían del mar, además de las felicitaciones por cumpleaños; al mediodía, raras veces se informaba a la comunidad, y por la tarde-noche, se informaba lo que se vendería al día siguiente. Habían excepciones: cuando se daban fallecimientos, cuando se trataba de localizar a una persona dentro del pueblo o cuando las complacencias se volvían parte de la espontaneidad de algún habitante del pueblo para sorprender a un familiar o amigo. Que recuerde, pocas veces se anunciaba en horas en que los niños teníamos clases en la primaria, tanto en el turno matutino como en el vespertino.

 

Cuando los medios alternativos son utilizados de la manera adecuada, con buenos criterios de información y teniendo en cuenta siempre a toda la comunidad, la comunicación alternativa puede ser incluso mucho más efectiva que la de los medios de información masivos a los que nos atenemos por lo general.

 

La construcción de un medio alternativo de comunicación es un proceso creativo que requiere del cumplimiento de ciertas normas para que la comunidad pueda identificarse realmente con él, como un canal de expresión y participación, como algo que beneficia y pertenece a todos porque facilita la circulación de nuestra información, ya que genera identidad y cohesión en torno a un elemento que nos es común y cotidiano.

 

Por ello, es necesario reordenar y/o generar espacios de interacción entre los dueños de estos medios, el gobierno municipal y los diversos sectores sociales a fin de garantizar la permanencia y uso del altavoz sin que perturbe otras prácticas socioculturales dentro de la comunidad; por ejemplo, definir tiempos específicos en los que se puede transmitir y difundir, establecer definiciones en cuanto al tipo y características de la información a proyectar, pues hay que considerar que el ruido también es contaminante y perjudica la convivencia, no solo entre los humanos, sino también entre los animales; asimismo, establecer los costos del servicio.

El altavoz

A. Antonio Vásquez

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