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18/2/2016

 

Era un día como cualquier otro. Me encontraba en la faena de ladrillero (concretamente estaba limpiando el área  donde íbamos a sacar material para preparar el barro y con ello hacer los ladrillos). Un día soleado, con un poco de aire.

 

Estaba con mi talacho dándole duro a la escarbada. Las gotas de sudor recorrían mi cuerpo; un pañuelo rojo era el testigo de aquel enorme trabajo porque estaba bastante húmedo. En un talachazo que di me di cuenta de que había agarrado un pedazo de raíz. En un principio, exclame: “¡Ya me llevo la chingada! ¡Saber a quiora voy a salir de esta!”, pensando que la raíz con la que me había topado era algo bastante grande. Pero no dejé de escavar. Continué así por un largo tiempo, hasta que fui descubriendo aquel capricho de la naturaleza: era una raíz de huanacaxtle, pero, a diferencia de otros, esta tenía algo especial: era semejante a un niño como de unos 3 años. Poco a poco fui descubriendo la figura que estaba representada en aquella raíz. Tenía sus piernas, brazos, codos, sus chichis; lo único que parecía no estar formada era la cabeza. Entonces, cuando ya la tuve lista, la arranqué con mucha fuerza y la subí al paredón de la ladrillera. ¡Ah!, pero déjenme contarles algo: de las partes que conformaban aquella figura de madera sobresalía el pene, lo tenía largo.

 

Al siguiente día, cuando nos concentramos todos en torno al horno para meter los ladrillos que se iban a cocer, le llamó la atención a un amigo aquella figura que había encontrado. Me dice Luis "Garrobo":

 

–¡Hey, tú, Miguel! Ese que está ahí es una pasión– aludiendo a la raíz que había encontrado.

 

–No sé, primo. La verdad, yo no creo en esas cosas– respondí.

 

–Pero este señor es San Pijón– indicó porque tenía muy larga la parte de la raíz que representaba el pene.

 

Entonces mi hermano Othón Fuentes Matus me dijo que se lo regalara, que él lo iba a cuidar. “Bueno, hermano –le dije–. Es tuyo”, y se lo llevó a su casa. Entonces, al llegar a su hogar, le comenta a su esposa lo que había encontrado en la ladrillera. Ella también le creyó y le pidió que lo vistieran, pero, obviamente, había un problema: el miembro de San Pijón estaba muy pronunciado, así que don Othón decidió cortarle de un machetazo el miembro, y –¡zas!– se quedó San Pijón con una pija recortada.

 

Poco después a don Othón se le comenzó a secar la mano con la que había hecho el corte, con lo que nació la creencia de que San Pijón tenía mucho milagro e inició así su celebración, que coincidía con la fecha en la que fue encontrada por don Miguel Fuentes Matus: el 5 de mayo de 1961. De esta forma nació la fiesta de los ladrilleros, de la mano de varios mayordomos.

 

Un día una familia de Río Viejo decidió prestar a San Pijón para celebrarle su fiesta allá, solo que después de que pasó su celebración encontraron que era muy milagroso en varios aspectos. Cuentan que algunos lo visitaban y confundían el nombre con otro favor. En su mayoría hombres de la comunidad le llevaban muchas ofrendas, pensando que este tenía el milagro y les podía hacer crecer un poquito… su fe. Posteriormente, los ladrilleros fueron a buscar al santo, pero los señores que lo tenían pusieron resistencia. Se tuvio que pedir la presencia de la policía municipal para que se devolviera. Ya se habían encariñado con San Pijón.

 

Reflexión: han transcurrido muchos años desde que esa tradición se perdió. De San Pijón se dice que lo querían comprar; otros, que todavía lo tienen en Ixhuatán. Lo cierto es que en torno a su celebración existe una gran cantidad de anhelos, sueños y sentimientos. San Pijón representa a los ladrilleros de la comunidad por el lugar en el que fue encontrado el 5 de mayo de 1961 por don Miguel Fuentes Matus. Por ser ello algo que ellos mismos le dieron importancia creo que deberían continuar con esa hermosa tradición.

 

Entrevista a don Miguel Fuentes Matus con adaptación del profesor Clemente Vargas Vásquez.

El día que me encontré a San Pijón

Clemente Vargas Vásquez

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