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Era un fin de semana. La invitación fue girada por el entonces presidente municipal del Partido Popular Socialista (PPS), el señor Florentino Vásquez Ruiz.

 

Llegó la fecha indicada, y recuerdo que mi madre me pidió que la acompañara a una junta a realizarse en el domicilio del tío Tino en punto de las 7:00 de la noche.

 

Para ser preciso, fuimos los primeros en llegar. Una mesa grande esperaba en el corredor; habían servido café granulado, de esos que se hierven, y en el centro un traste lleno de galletas ovaladas. No perdí tiempo y comencé a disfrutar de aquel suculento aperitivo.

 

No pasaron más de cinco minutos y comenzaron a llegar aquellos personajes. La mayoría eran hombres; todos olían a una famosa brillantina y les relumbraba el cabello. De entre los invitados, recuerdo algunos nombres: el maestro Cecilio López Trujillo, Enrique Vásquez, Darío Ruiz, Francisco Vásquez, José Castillo Vargas, Juana Vásquez, entre otros que ahora se me escapan.

 

Inició la reunión, y trataban el asunto de la elección presidencial del municipio, que estaba ya por llevarse a cabo. Después de una ardua ronda de participación, llegó el momento más importante: deberían proponer a una persona que encabezara al PPS y sus ideales. Fue el maestro Trujillo quien propuso como candidata a la señora Juana Vásquez Ruiz. Todos coincidieron al respecto. Nadie se opuso. Era el momento para darle la oportunidad a una mujer en la contienda. Todos decían que era la persona indicada. En ese momento, una mirada perdida acompañó el rostro de aquella mujer, que dijo al final: “Me van a disculpar, pero creo que no podré aceptar esa propuesta. Soy una mujer analfabeta, por lo que se me hará difícil al momento de hablar delante de la gente”.

 

Por una rato, todos guardaron silencio.

 

-Es válido el argumento de Juana- dijeron varios.

 

-¡Pero ¿quién entonces se va a aventar el paquete? Recuerden que quien lo haga sabe que contará con nuestro respaldo. No lo vamos a dejar solo. Lo más importante por hacer es poner en práctica los principios que marca nuestro partido.

 

-¿Alguien está dispuesto a enfrentar ese reto?- remarcó Trujillo aquella noche-.

 

Por cierto, ya eran como a las 11:00 de la noche.

 

–Si no hay objeción, quiero participar- dijo un señor de complexión doble y algo morenito: se trataba del señor José Castillo Vargas, “Che Cinta”.

 

Revisando la historia de nuestra comunidad, podremos constatar que, efectivamente, está registrado el gobierno municipal que encabezó José Castillo, primera vez que Ixhuatán fue gobernado por un partido de izquierda. De lo demás, la misma historia nos enseña de las grandes cosas que aquel gobierno austero pudo lograr para beneficio de nuestro pueblo. José Castillo Vargas gobernó nuestra comunidad con humildad y honestidad y vivió sus años en el pueblo que el gobernó.

 

Reflexión: han pasado ya varios gobiernos en nuestro pueblo, y cada persona con esa responsabilidad hace lo posible por salir adelante con tan enorme compromiso adquirido con nuestra sociedad. Algo para reflexionar es que en estos tiempos ya se puso de moda que personas vengan de otras partes a participar en las contiendas municipales desconociendo a profundidad los problemas más comunes del pueblo; asimismo, lo que es más triste, se olvidan del compromiso adquirido. El reto de todo presidente es quedarse a vivir en Ixhuatán para que sean testigos del resultado de sus gobiernos.

 

En Ixhuatán hay talento. Hay hombres y mujeres capaces para tan noble cargo. ¡Ya basta que nos vengan a jugar la cabeza desde tan lejos!

El día en que acompañé a mi madre a una reunión política

Clemente Vargas Vásquez

Tomada del sitio www.jornada.unam.mx

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