14/11/2016
Son cinco años los que han transcurrido desde que la comunidad michoacana de Cherán expulsó a partidos políticos, policías y al crimen organizado.
La historia es retomada desde medios nacionales como Reforma hasta internacionales como la BBC de Londres.
La rebelión inició el 15 de abril de 2011 con la coyuntura de la tala ilegal de madera, tras lo cual se determinó la reorganización de su sistema político y de justicia. ¿El resultado? La disminución de la tala clandestina… pero también de secuestros, asesinatos y presencia del crimen organizado en el lugar.
No hay más alcaldes ni regidores ni síndicos ni esa estructura que hoy se tambalea en el mundo: el sistema de partidos –por lo menos en su versión tradicional–; han sido sustituidos por un concejo comunitario. Esto, ante la complicidad que los pobladores de Cherán encuentran entre políticos y criminales. Las labores de seguridad fueron tomadas por los propios habitantes de la comunidad, y pueden presumir que en el último año no se registraron asesinatos ni secuestros. Las personas se protegen a sí mismas mediante la Ronda Comunitaria, la cual, armada, vigila quién entra y quién sale de Cherán por las carreteras que conducen al sitio.
Si bien los propios pobladores señalan que la adopción de esta forma de organización no evita que estén latentes otros problemas urgentes –sobre todo en cuestiones económicas–, en asuntos de seguridad han dado un paso hacia adelante. Paso hacia adelante que otras localidades ven como una posible salida ante la situación de violencia generalizada que se vive en gran parte del país acompañada de la corrupción de sus gobernantes.
¿Qué tan adecuado resulta pensar esta experiencia en otros contextos, particularmente en pueblos que se encuentran fuera del mapa de prioridades de la administración pública nacional o estatal salvo en periodo de campañas electorales? Eso lo decide cada comunidad mediante la organización y participación conjunta sobre un asunto que afecta a todos.
Lo cierto es que ninguna sociedad soporta una situación permanente de vulnerabilidad, y solo es cuestión de tiempo para que la masa diga “¡basta!” y tome su destino en manos propias.
¿Existirá voluntad en el Istmo, donde la violencia se ha recrudecido en los últimos años, para debatir alternativas como esta? Que se decida en la plaza pública.
El ejemplo de Cherán
Michael Molina
Tomada de www.milenio.com