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El viernes 5 de diciembre de 2014, me apersoné en el domicilio del señor Justino Nakamura López. Fui con la intención de que me otorgara una entrevista para conocer su opinión a 20 años de haber terminado su gestión como presidente municipal, dialogar con él sobre sus recuerdos más vivos sobre su administración, cómo lo revive a la distancia.

 

Me lo encontré recostado en una mecedora frente a su casa, se puso de pie cuando lo saludé y me estrechó la mano. Ese día no pudo darme la entrevista porque, me dijo, esperaba a otra persona y tenía que atender unos asuntos personales. Me citó para el siguiente viernes. Yo le dejé una guía de preguntas sobre la cual versaría nuestra charla; le dije que era algo de base, pero que, de acuerdo con sus respuestas, podían haber otras interrogantes.

 

El día acordado llegué puntual a la cita, a las 5:00 de la tarde, un día bastante fresco. Me recibió y me invitó a pasar a la sala de su casa, bastante sencilla, a diferencia de las casas de los ricos que me ha tocado visitar en otras ocasiones. Vestía un pantalón gris muy bien planchado, al igual que su camisa blanca sin faldar; calzaba huaraches de cuero. Siempre con una mirada seria y melancólica, nuestro diálogo se desarrolló enmarcado por el grito y silbido de unos loros que habitan el corredor de su casa. Nadie nos interrumpió por las casi dos horas. Después de cada pregunta, levantaba la miraba y encontraba en sus recuerdos las respuestas, en algunas ocasiones cruzaba las piernas o inclinaba la cabeza hacia atrás.

 

Buscó el sobre que le había dejado una semana antes y me lo mostró: “No he leído tus preguntas. No sé qué me vas a preguntar”, me dijo. Así comenzamos esta entrevista.

 

¿Cómo se define Justino Nakamura López?

 

Soy un ciudadano honesto, trabajador, hijo de migrantes que llegaron a Ixhuatán [su padre es de origen Japonés]. Yo nací aquí, todo mundo me conoce como “Chirín” porque, primero, cuando comencé a cursar la primaria en la Emilio Carranza, todo mundo primero me decían “Chiquitín” porque era yo bien chiquito; ya después, ya de viejo, [se transformó en] “Chirín, Chirín, Chirín”, y, pues, ya todo mundo me conoce como “Chirín”.

 

¿Por qué o para qué participar en la política?

 

Mira, yo no soy (…) te voy a hablar con toda la verdad: a mí nunca me gustó la política, yo no quería ser presidente, siempre me escondía [de los políticos]. Antes habían unos señores grandes del pueblo, como don Tomás Nieto, Baltazar Pérez, Nivón, el papá de Modestito. Ellos, como cinco o seis meses antes [de la campaña], me vinieron a ver. Yo me escondía. “Hombre, queremos que tú seas presidente”. “No”, les dije, “No”, me negué. Vinieron varias veces hasta que me agarraron allá en donde está mi mamá: “No, ya no te podemos esperar” [me dijeron] y allí sí ya no me pude negar, y dije: “Bueno, pues, ya”, ahí fue que acepté, y así fue como acepté ser [candidato para] presidente. Yo tuve un periodo pésimo.

 

¿En qué sentido?

 

Pésimo, complicadísimo porque contendimos cuatro priistas: con el profesor Javier Matus, el licenciado “Chaca”, el profesor Cosme Orozco, quien desde que perdió se retiró de Ixhuatán, él estuvo como secretario del profesor José Luis y el profesor Enedino [Jiménez].

 

Entonces ¿qué hicieron estas personas para que lo convencieran para aceptar ser, primero, candidato a la presidencia municipal?

 

Me decían que tenía que participar porque era un ciudadano de Ixhuatán y que tenía un compromiso, que tenía que ver por el pueblo, y ahí se inició todo. Acepté la contienda, nomás que, en ese entonces, eran contiendas muy limpias y claras, sin recursos de por medio, sin nada de recursos para repartir, no como otros años [actuales], primero te dicen: “Dame tanto y aquí está mi credencial de elector. Dame tanto y aquí está mi voto”. Se dan 500 o 1000 pesos por credencial; en cambio, en mi elección fue muy limpia.

 

¿Quién da ese dinero?

 

Los que participan en la contienda, la gente del candidato. A mí me apoyó mucho el pueblo, todo mundo sabe quién soy, el pueblo es quien me apoyó bastante; lo único que pasó es que hicimos un convenio de caballeros, que era que quien perdía se sumaba al equipo de ganador, eso fue como priistas, y resulta que no fue así, el profesor Javier, y todo mundo lo sabe, esto no es secreto, cuando perdió conmigo se volteó al PRD, andaba con una bandera del PRD, y cuando asumía la presidencia, el gobierno [del estado] casi no nos apoya, que dijera: “Ya hasta aquí, ya ganaste, o ya perdiste”, y se soluciona todo, y tuvimos problemas con el otro candidato.

 

¿Quién era el gobernador en ese entonces?

 

Diódoro Carrasco Altamirano.

 

¿Hubo conflictos en su proceso electoral?

 

Sí, lo hubo. Este señor se opuso al resultado, el otro candidato se puso como a dos [segundo] presidente, yo por el PRI y él por parte del PRD, ya se murió, él era Enedino Jiménez, le tengo un gran respeto, mis respetos para este hombre. Fíjate, te voy a hacer un poquito de historia: yo con el coraje que tenía con él porque todo el tiempo me tomaba la presidencia, pero a veces nos encontrábamos en Juchitán, en una tienda grande o en el ISSSTE, y me veía, él me saludaba, me decía: “Ciudadano, buenas tardes”, no sé si burlándose, pero le decía a mi familia: “Ese cabrón me ve. Yo vivo escondiéndome y él me saluda. Creo que es político el cabrón”, y, pues, así era él, mis respetos para él.

 

Cuando yo estuve no teníamos ingreso, no teníamos dinero para pagar a los policías; entonces, hay un ingreso en las fiestas de la Candelaria porque ahí tienes el chance de cobrar el piso, en aquel entonces era 2 pesos por metro cuadrado, y el que se encarga de esa misión es el síndico, mi síndico fue el profesor Gonzalo López Álvarez. En la fiesta de ese año, al querer cobrar, ya se les había adelantado aquella gente [los del PRD], y eso generó zafarrancho: hubo lesionados, baleados, un herido, un ciudadano amigo lo tuvimos que llevar a Arriaga, cooperamos para curarlo, y todo fue porque no permitieron aquellos que nosotros cobráramos el piso. Finalmente no se cobró y se armó todo un relajo.

 

Yo tuve un periodo pésimo, en todos los sentidos, todo el tiempo estaban tomándome la presidencia, y había un grupo de gente que me decía: “¿Cómo es posible? ¿Por qué lo permiten?".

 

¿Pero quién tomaba la presidencia, o quiénes eran?

 

Eran perredistas, gente que no sé qué no les gustaba, no supe cuál era su inconformidad.

 

¿Y, en ese momento, cuál fue su principal reto como presidente municipal? ¿Qué consideró más importante?

 

Yo siempre, y no solo como presidente, sino como ciudadano, mi prioridad fue impulsar el deporte, arreglar las calles, meter drenaje, pero nunca se arregló nada por falta de recursos. [El gobierno] nos daba 7 mil al mes, no tenían sueldo los regidores, era dieta en ese entonces, pero era muy poco; cuando llegamos [a la presidencia], el finado Chico, que era mi tesorero, me dijo que había 35000 pesos, y se acabó, pero yo qué culpa tengo, había que pagar muchas cosas; él [el tesorero] tenía un sueldo de 200 pesos, y me lo decía, pero yo le decía: “Qué hago yo”; por el contrario, mi sueldo era de 40 pesos, imagínate 40 al mes, pero no era sueldo, se le llamaba dieta, pero, aun así, con la ausencia de recursos, logramos pavimentar esta calle [Libertad] y la del mercado al panteón [Independencia], claro, eso sí, con el apoyo del gobierno: ellos daban el cemento y visitábamos a los vecinos, y en cada pedacito les decíamos: “Te toca poner o te toca dar esto”, y así se pudo hacer. La gente te entendía y te apoyaba, solo así se hizo.

 

¿Qué era lo que más te pedía la gente cuando fuiste presidente municipal, cuando te llegaban a ver?

 

Pues me pedía muchas veces, te voy a decir la verdad, me pedían dinero, por ejemplo, alguien que estaba enfermo pedía que le echaras la mano, me decían: “Yo voté por ti”, y nos pedían unos 200 o 500 pesos, pero, como no había recursos, yo les decía: “Mira, mano, no hay recursos; pero, mira, ten, de mi bolsa te voy a dar 100 o nomás 50 pesos”, pero todo el tiempo no es que la gente llegue a decirte: “Mira, necesitamos esta obra. Yo quiero ver que se haga esta obra por mi calle o en  mi colonia”, te llegaban a decir: “Necesito dinero”.

 

¿Había un proyecto como parte de tu administración municipal en ese momento, no?

 

Sí había un proyecto, pero todo se hacía a través de una delegación de gobierno; por cualquier cosa tenías que ir a Tehuantepec a gestionar, pero nunca o casi nunca te daban nada porque no había recursos.

 

Diódoro Carrasco me apoyó bastante, pero solo con cemento, y nos dieron un recurso; primero se compró un volteo, que se lo compramos a Roberto Nacif, un gran amigo que estaba casado con una paisana, con Anita Nacagahua, japonesa hija de un migrante que vino junto con mi papá. Él [Roberto Nacif] era presidente de Ixtepec, yo le dije: “No tengo volteo”, y mi intención es tenerlo para recoger basura; pero había mucha gente que me echaba leña, me echaban tierra, me decían: “Cómo se te va a ocurrir comprar un volteo para recoger basura. Cómo es posible”. Yo dije: “Soñé con él, con recoger basura que se riega en el pueblo”, y ya lo tengo. No se compró el basurero, el terreno me lo regaló el señor Chon Pérez; me dijo: “Mira, aquí hay una hectárea, si te sirve para que tu hagas tu basurero, te lo regalo, para que hagas lo que quieres”, y, pues, él me lo regaló, Asunción Pérez. Con el dinero que dio la empresa cervecera, por los tres años de permiso, alcanzamos a comprar otro volteo, que pagamos en ese entonces 15 mil pesos, y una moto vieja que servía para muchas cosas, pero, cuando terminamos, el que entró lo vendió porque ya no servía.

 

¿Qué tipo de convenios se establecen con las cerveceras para que les dé dinero?

 

Para que haya recursos, el presidente tiene la facultad de hablarle a las empresas. Para que venda sus productos [en el pueblo] tiene que dar una participación por año, a pesar de que en ese entonces los productos eran demasiados baratos, pues por los tres años nos dieron 20 mil pesos la Corona, y 20 mil la Superior; de ahí se juntó para cubrir la administración.

 

¿Qué otras empresas participan de la misma manera?

 

Sé ahora de otras empresas, pero con nosotros solo las cerveceras. Ahora no sé si la Coca-Cola paga porque no la dejaron entrar esta vez porque nos dijeron que no pagaba nada, pero con nuestra administración solo las empresas cerveceras.

Entrevista a Justino Nakamura López, presidente municipal de Ixhuatán en el trienio 1993-1995

(Primera parte)

A. Antonio Vásquez

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