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“Más que cirios y pálidas coronas,

una banda de música quisiera,

que tocara en mi tumba cuando muera

La Sandunga inmortal y La Llorona”.

 

Istmeña orgullosa de su ascendencia zapoteca, enamorada de la vida y de sus raíces, su voz armónica y sublime denota dulzura cual canto mítico de sirenas. Es Natalia Cruz, una de las mejores intérpretes de nuestra música regional, motivo de júbilo y honor; hoy comparte con nosotros sus distintas perspectivas, les presento la entrevista.

 

Sin duda alguna, usted es una de las grandes intérpretes actuales de la música regional istmeña. No son pocos los que conocen su trayectoria artística y su experiencia profesional, pero ¿cómo se define Natalia Cruz a sí misma?

 

Yo me veo como una mujer zapoteca que se siente orgullosa y bendecida por haber nacido en esta tierra que tiene una herencia cultural e histórica tan rica, tan única, diferente de la de otros pueblos que son exaltados dentro de lo que da color al crisol de la cultura mexicana contemporánea; para mí es motivo de orgullo y es un honor muy grande haber nacido zapoteca y ser heredera y descendiente de toda esta riqueza cultural, histórica, musical, etcétera, y como una mujer trabajadora, luchadora, que no se cansa de perseguir sus sueños.

 

¿Istmeña de hueso colorado?

 

De sangre, primero, y, como la sangre va junto con los huesos, sí, claro que sí.

 

¿A qué edad comenzó su carrera artística?

 

De manera profesional empecé a cantar como a los 22, 23 años, pero empecé a estudiar canto desde los 16 años de manera particular, porque yo estudié un año de Medicina y, de ahí, me cambié de carrera y terminé la Licenciatura en Filosofía en Puebla; entonces, tomé clases particulares de canto con diferentes maestros, con tres: mi primer maestro se llamó Arturo Uceda Ponga, de Puebla, él falleció hace ya algunos años; el segundo lo tuve en la Ciudad de México, pues me quedaba cerca y podía viajar más o menos cada fin de semana, que es el maestro Froylán Flores, y, por último, la maestra Josefina Cabrera, que es con quien incluso actualmente, de vez en cuando, todavía voy a mis clases de canto.

 

¿Quién es su músico favorito?

 

Son varios, pero te diría que, como compositor, me gusta mucho Chu Rasgado, Eustaquio Jiménez Girón; Chu Rasgado en la parte de la música romántica y tradicional istmeña en español, porque él no compuso en zapoteco, y me parece uno de los músicos más prolíficos que ha dado nuestra tierra, y Jiménez Girón es como su contraparte, pero en zapoteco: hizo mucha obra en zapoteco, incluso tradujo varias canciones de autores no solo locales, sino nacionales, al zapoteco, además de los temas de su autoría. Ellos son como mis dos compositores favoritos. Pero me gusta mucho la herencia que dejó el maestro Pánfilo, con La Reina de Ixtaltepec; los músicos de antaño, El Negro Laido, aunque te diría que mis músicos favoritos son mi esposo y mi suegro.

 

¿Y cuál es su son preferido?

 

Son varios también: me gusta mucho La Sandunga, El Fandango, La Llorona, La Petrona, La Petenera, los clásicos; y me gusta mucho el son jarocho, entonces La Bruja es uno de mis sones predilectos también, El Buscapiés, El Pájaro Cu. Son varios los sones que me gustan, no tengo uno que sea el predilecto, así que el día que yo me muera va a desfilar una lista interminable de sones, y, si no me los tocan todos, no los voy a dejar descansar.

 

Hace unos meses externó, a través de su cuenta de Facebook, su inquietud por el hecho de que las bandas del estado van poco a poco adoptando ritmos de la música norteña. ¿Por qué resulta preocupante este fenómeno?

 

No sé si sea preocupante, pero sí me llama la atención el hecho de que nosotros, teniendo el formato, el estilo de la banda para interpretar la música istmeña, la que se da aquí en nuestra tierra, que, además, es una tradición que se remonta a varios años atrás -y tiene su propio sonido: la banda del Istmo se distingue por un sello en su sonido que, por ejemplo, se marca, de alguna forma, en el hecho de los tiempos, no se ejecutan los tiempos de la misma manera que en algunos otros temas del género de los sones mexicanos, por un lado; por otro lado, el bajo de nosotros descansa en el saxofón barítono, a diferencia de otras bandas, del Valle, serranas o norteñas, que usan mucho la tuba, entre otras cosas; además, por el repertorio que interpretamos: no es canción ranchera, nuestras bandas interpretan sones, boleros, danzones, cumbias, chilenas… es mucho más vasto el repertorio de la música que se maneja; su swing es muy diferente-, entonces yo como que no le veo necesidad a estarle robando algo a algo que es similar, como lo es el estilo, el formato de banda, pero que es ajeno a nosotros porque no se corresponde, no podría decir que con nuestra realidad cultural porque actualmente estamos precisamente recibiendo influencia de eso y muchas otras cosas que están permitiendo que la gente, gracias a la apertura que hay a través de los medios de comunicación –radio, televisión, internet, etcétera-, empiece a escuchar más otras cosas, y nos gustan y las vamos adoptando; creo que la tarea es no dejar que lo ajeno se presente como lo nuestro; necesitamos volver a hacer el ejercicio que nuestra gente hacía antes con los elementos que tomamos de otros pueblos, como el caso de la indumentaria, el de los utensilios, por ejemplo el jicalpextle y otros que vienen de fuera, pero los hemos tomado, hecho nuestros e impreso nuestro sello y hemos determinado que se usen de esta manera, en esta ocasión, con esta función y para esta cosa; creo que, en cierto modo, en eso ha radicado el éxito de que nuestra identidad no se pierda: empezar a hacer nuestro lo que es de fuera, pero no perdernos en eso, no diluir nuestra identidad dejando de ser nosotros para adoptar completamente y en el formato que viene todo lo de fuera, que es lo que yo creo que está pasando con la música de banda, sobre todo las infantiles, que dependen, de alguna manera, de programas institucionales, de ayuntamientos, de programas del gobierno del estado, y mandan traer maestros que son de otras regiones: la mayoría viene de la Sierra, del Valle, y estos maestros imprimen precisamente el sonido de las regiones o de las escuelas de donde vienen, muchos se formaron en Tlahuitoltepec, que es otra cuna de banda, pero también es otro sonido de banda; así que yo creo que para interpretar el son istmeño, que las bandas infantiles de todas formas tocan son istmeño, pues se tendría que interpretar con el sonido tradicional del son istmeño.

 

¿Qué viene a su mente con las siguientes palabras: “Yo andaba buscando la muerte cuando me encontré contigo”?

 

Andrés Henestrosa y La Ixhuateca.

 

¿Qué representa el traje regional del Istmo para usted?

 

No podría decir que es mi segunda piel, tendría que decir es mi piel porque es la ropa con la que me enseñaron a vestirme desde que tengo uso de razón, desde niña. Afortunadamente, a nosotras nos inculcaron que no es solo objeto de ornamentación para ocasiones especiales, sino que también, de alguna manera, ha formado parte de nuestra cotidianidad. Para mí, la ropa tradicional de las mujeres de mi tierra representa lo que ellas representan: fortaleza, sabiduría, representa la dulzura de la maternidad, de la crianza, y la capacidad de vivir de manera determinante desde la familia, desde la economía, desde la sociedad,  desde la política; creo que es una sociedad donde la mujer ha roto muchos esquemas y ha conquistado muchos terrenos que en otros pueblos apenas están empezando conquistar; entonces, para mí, la ropa representa todo eso.

 

Desde hace un tiempo, la mujer istmeña ha salido de las labores domésticas y ha llevado a cabo un ejercicio de empoderamiento social. Hoy tenemos mujeres en la función pública, en la dirección de grandes proyectos, en el arte y la música, como es su caso. ¿Qué opinión tiene de estos cambios de paradigma y cuál es la relevancia de que las mujeres se hagan notar en el espacio público?

 

Creo que es un fenómeno que no es nuevo, es algo que se ha venido dando históricamente en nuestros pueblos; creo que tiene que ver también con los retos que nos ha impuesto la historia a los pueblos del Istmo, que hemos tenido que soportar y resolver situaciones difíciles, por ejemplo: durante la época de las rebeliones, cuando muchos o la mayoría de los hombres jefes de familia, hijos también, y nuestros padres tuvieron que ir a pelear a la guerra, las mujeres fueron las que se quedaron al frente de la familia, y no solo tratando de sacarla adelante, sino solventando las necesidades de los hombres que se encontraban en la batalla, eso yo creo que obligó, de cierta manera, a la mujer a asumir un rol extra además del que, históricamente, se supone que le correspondía a la mujer antes, que era lo doméstico; además, desde que tengo uso de razón, por ejemplo, mi abuelo fue un hombre que trabajó el campo y se dedicó al comercio, iba a la sierra a llevar todo lo que se da aquí en la región: totopos, camarones, carne, ropa, enaguas, huipiles, a venderles a los pueblos de la sierra, a hacer trueque con maíz, y él traía café de regreso, y mi abuela se encargaba de secar el café, de tostar el café, de molerlo y de surtirlo; había muchos clientes no solo en Ixtaltepec, sino que iban familias de otros pueblos a comprarlo.

 

Mi otra abuela también fue comerciante toda su vida, fue una mujer que enviudó joven, mi abuelo fue militar y falleció joven, y ella también tuvo que sacar adelante a sus hijos; mi mamá también se dedicó muchos años al comercio. Siempre me ha tocado ver en mi familia a mujeres trabajadoras, mujeres que no están quietas en su casa y atenidas a lo que les dé el marido, al contrario, son una parte fundamental para el soporte de la familia.

 

Lo de las profesiones son casos que se vienen dando conforme el paso del tiempo, no son las mismas necesidades sociales las que hay ahora que las que había antes, y dependiendo de eso es como las profesiones van teniendo mayor importancia, de las que va habiendo mayor necesidad y donde las mujeres vamos participando cada vez más en eso; además porque la ley también lo ha permitido: ahorita ya tenemos más apertura a la educación, por ejemplo.

 

En pleno siglo XXI, con tantos adelantos tecnológicos y en la era de la globalización, desde su punto de vista, ¿cuál es la situación actual de la cultura istmeña en lo referente a su lengua, costumbres y tradiciones?

 

Yo creo que somos un pueblo privilegiado y afortunado porque tenemos muchos elementos que todavía están vigentes, que no hemos olvidado ni dejado atrás nuestra identidad: sabemos que somos zapotecas, aunque no conocemos a ciencia cierta toda la historia de nuestro pueblo porque no está contemplada en los planes oficiales de estudio; sin embargo, de alguna manera, por lo que nos cuentan en casa nuestros papás, abuelos, por la tradición oral, vamos sabiendo un poco cómo era la vida de antes, cómo era nuestra gente, gracias a eso vamos conociendo lo que eran nuestros pueblos, de dónde hemos venido; yo creo que lo importante es que no hemos perdido el sentido de identidad; sin embargo, hay muchos elementos que todavía tenemos a la mano, que todavía están vigentes y que todavía pueden seguir operando en la historia si nosotros les damos la importancia, el valor y el tratamiento que se requiere. La lengua es uno de esos elementos que son importantes en la definición de la identidad de un pueblo, que, ahorita, desafortunadamente, está en un proceso importante de pérdida porque, aunque aún hay muchos hablantes del zapoteco en la región, en el caso de nuestros abuelos, casi el 100 por ciento eran hablantes del zapoteco; en el caso de nuestros padres, estamos hablando quizá de un 70 por ciento, y, en el caso de las generaciones actuales, ya es un número mucho menor. Puede observarse un proceso de pérdida. Tendríamos que empezar a ver de qué manera solucionar eso porque estamos hablando de que, en el transcurso de unos 40, 50 años, cuando ya hayan muerto los actuales hablantes del zapoteco, quizás un poco más, la lengua desaparezca aquí en el Istmo si no se encuentra la manera de asegurar su permanencia a través de la enseñanza, por ejemplo.

 

Así como la lengua, otro elemento que integra nuestra identidad es el conocimiento de nuestra historia, creo que es otro de esos elementos que tendríamos que ver la forma de que se pueda difundir a través de los planes de la escuela, otras materias o temas de educación porque es fundamental que un pueblo conozca su historia para que el sujeto se reconozca a sí mismo. Dicen que nadie ama lo que no conoce: si no conocemos nosotros nuestro origen, de dónde venimos, pues no podemos generar un apego y querer que eso no solo siga permaneciendo, sino que siga floreciendo y siga creciendo más.

 

¿Orgullosa por su ascendencia binnigula’sa?

 

Por supuesto. Claro que sí.

 

¿Ideología política, Natalia?

 

No tengo. La verdad, estoy demasiado decepcionada del sistema político actual en México, tanto de los partidos políticos como de los políticos y también, de alguna manera, de nosotros mismos porque hemos permitido que las cosas lleguen al punto crítico en el que se encuentran; la política tiene mucho que ver en esto, pero creo que todos deberíamos hacernos responsables de las consecuencias de nuestras acciones.

 

Estaba justo viendo en internet lo que está pasando con la inconformidad por la matanza de los estudiantes en Iguala, de la normal de Ayotzinapa, pues estas y otras cosas que están pasando están generando una situación que es socialmente insostenible: no tenemos ninguna garantía de seguridad, de nada. Entonces, la verdad, en la política ya no creo.

 

Hagamos un pequeño ejercicio: le mencionaré tres nombres y usted utilizará una sola palabra para definir a cada uno:

 

Chuy Rasgado: Genio.

 

Andrés Henestrosa: Historia.

 

Álvaro Carrillo: Romance.

 

¿Y qué piensa acerca de Lila Downs?

 

Me parece que es una de las intérpretes contemporáneas más exitosas e importantes que hay ahorita. Hay que resaltar que retoma muchos elementos de la identidad no solo de nuestros pueblos, aunque sí en un inicio la música istmeña fue de las herramientas que más utilizó, pero también de otros pueblos de Oaxaca y de México para hacer el estilo de música que ella representa, que es un poco ecléctico porque junta varios ritmos: contemporáneos, jazz, blues, cumbia, de todo, es un mole, hasta música de Los Balcanes creo que he escuchado que ha hecho a lo último. Lo que sí siento es que se disuelve un poco entre tanta mezcla, que no se distinguen bien los elementos, como te digo, es un mole porque en el mole hay muchas cosas que lo integran, pero, al final, no puedes definir exactamente qué lugar ocupa cada cosa.

 

No sé si podría decir que todo esto está bien porque quizá es lo que forma parte de estilo y de su éxito porque a mucha gente le gusta, pero, por otro lado, yo siento que no hay un verdadero compromiso con el discurso que está de fondo, que es la identidad de los pueblos originarios de México.

 

¿La conoce personalmente?

 

Sí, sí la conozco personalmente.

 

¿Y de Susana Harp?

 

Susana es más o menos lo mismo que pasa con Lila, nada más que Susana, de alguna manera, ha tratado con un poco más de respeto la música regional de los pueblos del estado de Oaxaca, que es lo que más interpreta, apegándose, a veces, un poco más al estilo original de la música regional. Pero, en el caso de las dos, creo que tienen una deuda muy grande con los pueblos porque han vivido, de cierto modo, de lo que nosotros, nuestra música y nuestros compositores les dan, y no siento que hayan retribuido de forma recíproca a todo lo que han recibido; deberían voltear a ver un poco más, digo, yo sé que no les corresponde porque no son autoridades ni funcionarios, pero tendrían que agradecer un poco más eso y voltear a ver la realidad de los pueblos de donde han tomado los elementos de su música, de su trabajo, y agradecerlo de alguna manera, inmiscuirse un poco más en la vida de estos pueblos.

 

¿Cómo está Natalia Cruz en este momento de su vida?

 

Embarazada y feliz, por supuesto.

 

Vayamos cerrando. ¿Ha estado en Ixhuatán?

 

Sí, en 3 ocasiones he estado en Ixhuatán: hace unos 5 años, la primera vez, y el año pasado 2 veces, en diciembre y en febrero, en las fiestas de la Candelaria.

 

¿Qué opinión tiene de este pueblo, de su gente, de su cultura?

 

Me parece un pueblo muy bonito y siempre lo he dicho, desde la primera vez que fui, porque me recuerda mucho al Ixtaltepec de mi infancia porque en Ixtaltepec, cuando yo era niña, había más calles que no estaban pavimentadas y recuerdo que había más casas que estaban construidas a la usanza de antes, con paredes gruesas o de adobe y tejado, que, bueno, poco a poco, la modernidad se ha ido tragando eso en muchos pueblos, y en Ixhuatán me dio mucho gusto ver más conservado su estilo de pueblo que me recuerda a mi ombligo y a los olores de mi tierra y, sobre todo, me remite a mi infancia; además, es la cuna de uno de los hombres que más difusión le ha dado a la riqueza cultural del Istmo de Tehuantepec, que fue don Andrés Henestrosa.

 

¿Qué piensa sobre el Panóptico Ixhuateco?

 

Yo creo que es justo y necesario, y permítanme felicitarlos por esto porque no tenemos que esperar a que las instituciones nos resuelvan la vida y generen respuestas a las necesidades que nosotros tenemos, entonces nosotros tenemos que empezar a tomar la iniciativa primero para cuestionarnos toda la problemática de nuestra realidad actual a través de los temas que ustedes abordan: política, cultura, música, economía, sociedad, todo, y empezar nosotros a generar los espacios de difusión y de debate para poder, en conjunto, encontrar puntos en común, respuestas y e ir encontrando un camino más certero por donde andar. Yo creo que es una iniciativa muy sana, una iniciativa necesaria, y que tendría que haber más iniciativas de este tipo y más espacios de este tipo, de difusión de la realidad de nuestros pueblos desde una perspectiva atípica y con mucha seriedad.

Entrevista a Natalia Cruz

Michael Molina

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