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12.- ¿Qué panorama ves en México con el regreso del PRI a Los Pinos?

 

Me da miedo, me da terror. A veces pienso en los que votaron por Peña Nieto. Yo siempre lo vi joven, vi cómo venía actuando, y no le tuve confianza y no le tengo confianza; nunca le hubiera dado mi voto por su perfil, por cómo se maneja. Me ofende mucho que no lea, como persona, para cualquiera es una ofensa que tengamos un presidente tan inculto y, además, que no valore a los artistas, que no valore la lectura, que no valore nada humano. Yo lo veo muy deshumanizado, la expresión de su rostro, por ejemplo, es muy dura, es como cualquier cosa: “Pues se murieron. Supérenlo. Sigamos en el Teletón. Hay tantas cosas”. Esa es la clase política. No he visto a uno que emita una expresión que me devuelva la esperanza, que yo diga: “Mira, este”. No, ninguno. No puede ser que no les importemos.

 

Y la corrupción con tan poco tiempo que tiene Peña Nieto en la presidencia y que empiece a aflorar, imagínate cuántas otras cosas vamos a saber. Espero que no nos vaya tan mal, que lo dudo porque ya empezaron a no pagar a muchos trabajadores por todos lados. Es un país que está colapsando, pero, a lo mejor, necesitamos tocar fondo para poder resurgir. Ni te miran ni te escuchan, y uno se siente mal por no saber a dónde recurrir. Para que tú te sientes con alguien de peso y le digas: “Me preocupa que no se haga esto”, pues no sucede nunca. Si tú no te ganas un premio, como el Nobel, o recibe al equipo de futbol (la Selección mexicana), que luego nunca ganan nada, pero ahí está porque “casi” lo logran, solamente en esos casos tienes acceso, y, si eres un crítico de él, menos tienes acceso, al contrario.

 

No lo veo nada bien. No me da confianza la situación del país, para nada.

 

13.- ¿El caso Ayotzinapa fue crimen de Estado?

 

Sí. Por lo que he leído y por lo que he visto, sí. Totalmente.

 

14.- ¿Te veremos un día en algún cargo de la función pública?

 

No. No creo. Aunque me llamaron, ¿he?

 

15.- ¿Quién?

 

No puedo dar nombres, pero me dijeron que había una candidatura para diputación federal, y entonces empecé a jugar con esa idea de que iba a ser diputada y todo. Me hubiera encantado porque quiero hacer cosas, pero me da miedo, te mandan matar. No, todavía quiero vivir.

 

16.- ¿Qué opinión te merece la figura de Macario Matus?

 

Un tipo que no era aburrido. Muchos que se dedican a la cultura se lo toman muy en serio. Macario Matus tenía el don de la alegría y una personalidad nostálgica; tenía este gusto por la plática, la bebida, la vida, de juntarse con jóvenes, crear proyectos. Un personaje interesante.

 

Yo estuve muy cerca de él desde niña porque fue el director de la Casa de la Cultura de Juchitán, y como director de esta hizo muchísimas cosas.

 

Después, yo ya más chava, de 17, 18 años, empecé a llevarme con gente grande, con Andrés Henestrosa, con Montemayor, con Macario. Macario venía mucho aquí los viernes, cuando yo vendía cenas juchitecas, cocinaba como estos días, pero todos los viernes en la noche. Él siempre venía, muchas veces se quedaba aquí, y ya me hablaba na Maura, su esposa, para decirme que si su chamaco andaba aquí, y ya le decía yo que aquí estaba sano y salvo.

 

Sabía hacer muchas cosas importantes, por ejemplo: tuvo la fortuna de grabar a unos viejos mentirosos de Juchitán. En Juchitán hay un genero sobre el arte del saber mentir, que qué bueno que lo hizo porque ese material yo lo uso en mi taller, y es un cuadernillo que hizo con Demián Flores Cortés, trae grabados de Demián, y él todo lo que había escuchado de los grandes mentirosos de Juchitán son historias de mentiras, fantásticas y que parten siempre de un hecho real, pero acaba siempre sorprendiendo al otro, desde el hombre que tiene el miembro viril más largo del mundo hasta una vaca que sube a tomar cocos o un joven que va a santuario, ya ves que en enero la gente hace una procesión y se va a visitar al Cristo Negro en Guatemala; los juchitecos hacen esa procesión. Este muchacho no tenía para el pasaje, en ese entonces se iba en tren. Entonces, cuenta el mentiroso, recuperado y escrito por Macario, que su papá le entregó dos jabones de la marca Octagón, que ya no existe, que es como el Zote, y lo puso sobre las vías del tren y así llegó a la tierra del Cristo Negro, y no ha vuelto porque allá no venden ese jabón, sigue allá. Ahorita que tú y yo estamos platicando, ese chavo sigue allá.

 

O el hombre con el sexo viril más largo, que es un chavo que vive en la Segunda Sección y tiene una novia que vive en la Quinta Sección (de Juchtán), y, como tiene el pito tan largo, no necesita salir de su casa para hacerle el amor. El único problema que tiene, porque justo ahí atraviesa el tren, es cuando pasa el tren porque lo tiene que recoger rapidísimo.

 

Hay unas mentiras muy bonitas, complejas, con una narrativa con mucho erotismo, no sé qué tanto le puso Macario de su mano, y, bueno, es un subgénero que no está reconocido como tal, pero nosotros lo tenemos, el arte de saber mentir, guendarusiguí, que nada tiene que ver con los políticos, es otra connotación, es la mentira inventada, fantástica para pasar un gran rato, en los velorios se contaban mucho las mentiras antes en un afán de estar despiertos, de entretenerse.

 

Luego, era un crítico de arte, escribió muchas entrevistas bien interesantes. Hace poco me habló Armando Colina, de la galería Arvil, que estaban haciendo un homenaje a Carlos Mérida, bueno, pues, un juchiteco, que es Macario Matus, le hizo una entrevista bien interesante a Carlos Mérida, a Borges, a muchísimos. Y luego tuvo su sección de erotomanías en Unomásuno, se diversificaba y era un hombre que siempre estaba en las fiestas y todo, no sé a qué horas trabajaba Macario, pero siempre tenía libros nuevos. Yo siempre le envidió esa disciplina que tenía para la fiesta y la disciplina para crear.

 

Yo creo que hace mucha falta Macario Matus porque hay mucha gente que se toma en serio, y él, no. Era muy divertido, y eso ahora hace que unos jóvenes, como Feliciano Carrasco, Gilberto y un grupo de chavos, tengan un centro cultural con el nombre de Macario Matus en Tlatelolco. Ahí hacen actividades, exposiciones, de todo hacen, hasta desfiles de ropa, dar clases de zapotecos, de muchas cosas, y es un espacio muy chiquito, pero muy vital, es porque Macario se juntaba con los jóvenes, le gustaba estar cerca de los jóvenes, y, como daba mucho, pues son los jóvenes quienes lo están recuperando y están promoviendo su obra.

 

17.- ¿Y qué te dice el nombre de Andrés Henestrosa?

 

Pues, mira. A Andrés lo conocí desde muy chavita. Una vez hizo una cena, invitó a mi papá y mi papá me llevó. Fui a parar a su casa y me gustó mucho conocer la casa de Andrés porque creo que era la primera vez que veía una casa con tantos libros, su casa olía a libros, y me gustó mucho cómo hablaba. Me acuerdo muy bien. Yo estaba muy chica, no recuerdo cuántos años tenía, como 10 o menos, y estaba babeando por la manera como él platicaba. Pensé que me iba a dormir en ese lugar, donde no conocía, y al contrario. De repente, voltea a verme, y ahí como que me saqué de onda porque pensé que yo no tenía que hablar, y me empezó a hablar en zapoteco, y entonces mi papá me dijo: “Habla”, y comencé a platicar con él y de ahí nos hicimos amigos.

 

Cuando yo publiqué mi primer libro, que es “Paraíso de Fisuras”, se lo llevé y le dije: “Ten para que me digas si algo se recupera”. Y ya me habló un día y ya empezamos que si el desayuno, con la comida. Estuvimos muy cerca, y a mí me gustó la amistad de Andrés porque, a veces, cuando estás escribiendo en zapoteco, dices: “Híjole, ¿cómo digo tal palabra. Creo que no existe”. Entonces, yo le hablaba a mi abuelita de larga distancia para decirle si sabía esa palabra, y así. Pero, cuando ya se hizo como hábito esto de ver a Andrés una vez a la semana aquí en DF, pues ya me llevaba yo mi libreta con las palabras que yo no sabía en zapoteco, y Andrés, que sabía un zapoteco precioso, me decía: “Claro que existe esa palabra”, y entonces revelaba los significados, hasta presentarme un libro, el de “Olivo Negro” es con una presentación que él me hizo.

 

Durante muchos años nos vimos. Iba yo a sus miles de homenajes. En algún momento, me pidió que le escribiera un poema porque lo iban a homenajear, pero me dice: “Quiero que tú me escribas un poema”. Y le dije: “Bueno”. Y fue como un reto porque eso es un poco difícil, pero, como me había dado su amistad y era muy inteligente y también tenía un gran humor de reírse de sí mismo, de los demás en muchas reuniones aquí, nos tenía embobados. A veces venía Alí Chumacero también. Los viernes, cual chavitos, tomando mezcal aquí en mi casa, comiendo tlayuda, molito de camarón a las 10:00 de la noche, cuando la gente que tiene más de 90, que era el caso de Andrés y casi el caso de Alí, pues ya se cuidan y andan que con el Pepto Bismol, que eso es pesado, hasta los más jóvenes dicen: “Oye, ¿lleva asiento? No le pongas a la tlayuda”. Ellos no. Y tomaban mezcal y me daba risa porque a Andrés le decía yo: “¿Qué quieres para comprar? ¿Tu bebida favorita”. “Ron. El más barato cómprame”, y con Coca Cola, no era diabético, gente extraordinaria, gente única.

 

18.- Ya para terminar, ¿qué sigue para Natalia Toledo? ¿Qué proyectos hay en puerta?

 

Yo creo que, el próximo año, tengo que sacar varios libros que ya tengo terminados, pero que falta esta parte de pulir, de escoger, de darle un sentido, darle una coherencia, cómo presentarlos; cuento para niños, cuentos para adultos, si es que vale ese término, y poesía. Hace mucho que no publico poesía, y tengo varios libros, entre los viajes, los diseños, que los talleres… me he hecho tonta todo este tiempo. Entonces, a mí, a mi alma, a mi cuerpo le urge sentarse y terminar los libros y mandarlos, y empezar a buscar por dónde también, ¿no? Porque ya ves que no se pelean tanto por las lenguas indígenas. Entonces, vamos a ver por dónde empiezo a meterme. Tengo una propuesta de Almadía desde hace varios años, y a mí me gustaría, por lo menos en enero, entregarle un libro a Almadía y a ver qué pasa. Ahora, acabo de hacer traducciones de las fábulas de Esopo junto con otras variantes del zapoteco, somos un equipo de traductores, y eso sale el próximo año también. Son 20 fábulas en las variantes del zapoteco. No sé si van a estar ilustradas por el maestro Toledo, pero parece que sí. Ahorita hay una antología que salió en Londres, ya ves que el próximo año es la presencia de México en Reino Unido, eso está.

 

Acaban de hablarme que ya mande, mande porque me lo pidieron, en Estados Unidos hay una traductora que tradujo “Olivo Negro” al inglés y quiere de portada adivina una portada de quién. ¿Cómo zafarse del maestro? Y le digo: “Oye, pues, deberías de ponerme otro para que la gente no diga porque la gente ha de pensar que yo impongo la portada”. Me dice: “Ay, no. El editor quiere que sea algo de tu papá porque ya vio un perro rojo”. Y vi la portada y me gustó mucho, pero hay que pedirle permiso al maestro. El mismo libro, “Olivo Negro”, sale el próximo año en griego. Nosotros queremos ir hacia adentro, pero los poemas se van hacia afuera. Un poeta indígena siempre está con un pie adentro y un pie afuera.

Entrevista a Natalia Toledo

(Tercera parte)

Michael Molina

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