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20/1/2016

 

 

Los ixhuatecos e Ixhuatecas estamos por cerrar el maratón, que en mi carta pasada te mencioné, ya está  a la vuelta: la fiesta de la candelaria.

 

Esta fiesta, aunque originalmente celebraba la cosecha del chahuite, ahora celebra a la Virgen de la Candelaria. Con ella el ombligo nos jala al lugar de  nuestro origen y muchos regresan al terruño, otros, aunque quieran, nomás suspiran por volver.

 

Algo que ya sabes es que los seres humanos, que nuestras creencias (de mucha gente) dicen que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, estamos pasando, desde hace mucho tiempo por un síndrome de individualismo, hedonismo (la búsqueda del placer con finalidad de  la vida) y  minimalismo (hacer lo mínimo). Tú sabes ¿Qué nos pasó a los humanos que ya no buscamos el máximo sino el mínimo esfuerzo?

 

Algunos moralistas pensamos que estos síndromes nos han llevado a ser una sociedad que compite por ver quien tiene más con el menor esfuerzo y al menor costo. De ahí que preferimos un secuestro o un robo que trabajar. Entonces nos encontramos en una época en que dimos muerte al valor del trabajo para convertirlo en rapiña. Dimos muerte al valor de la familiaridad y el tequio para convertirlo en competencia. Dimos muerte al dar de sí mismo para convertirlo en mendicidad. Estamos a la espera de la dádiva partidista o gobiernista.

 

Mi formación anticuada me enseño que ser persona es la meta de la vida; ser el sí mismo. Para ello es necesario dar de sí mismo por/con/para los demás. ¿Cómo puedo servir, desde mí, a los demás? Pienso que por eso, hasta hace algunos años, los ixhuatecos, y los istmeños en general, nos enorgullecíamos de ser trabajadores.

 

Las violencias que Ixhuatán genera en estos últimos años (el día que llegué a Ixhuatán,  estaban haciendo la misa de 40 días de los dueños de la tienda “el Marinero”) a mi parecer tienen esta connotación de que nos somos nosotros mismos (o lo estamos dejando de ser) estamos siendo una copia de los otros en quienes hemos puesto los ojos, somos una ridícula copia de aquellos a quienes creemos superiores a nosotros.

 

Si esto es cierto, entonces, es necesario volver a vernos entre nosotros y encontrar el sí mismo. Este ejercicio necesita disciplina. La disciplina de mover la voluntad propia con el esfuerzo propio, para que lo pensado se haga realidad.

 

Vamos a poner un espejo frente a nosotros, veamos el reflejo que hay ahí, ¿qué escuchas en tu casa, en tu trabajo, en tu vida sentimental, en tus momentos de recreación? ¿Cuál es tu gran anhelo? ¿Qué es lo que quieres más y por lo que estás luchando? ¿Cuál es tu mayor alegría? Y ahora hagamos el ejercicio en colectivo. Eso que se refleja, eso es lo que somos. Nosotros somos o Tú Eres  lo que escuchas, eres lo que llevas en el corazón, eres lo que sueñas, eres lo que celebras.

 

Veo a muchos jóvenes, no todos y deseo que no sea la mayoría, escuchando música violenta-patriarcal-machista de banda. Increíblemente, eso somos. Muchos que se van a estudiar tiene la gran ilusión de un carro, una casa grande y quien les sirva en casa, si eso es el sueño, si eso se lleva en el corazón, eso somos.

 

Ese es el mismo sueño del que roba, del que mata, del que transa. Quizá ellos no tuvieron las mismas oportunidades de los que se vuelven profesionistas con estos mismos sueños ye l amino que les quedó fue la extorción, la muerte, porque si puedo conseguir lo mismo con el menor esfuerzo, eso es el camino. Muchos estados de whatss up, muestra imágenes de balas, de armas de fuego, de violencia de todo tipo. En eso nos estamos convirtiendo no solo como personas, sino como sociedad.

 

Pero…

¿Y si le damos la vuelta al sueño?

 

Eso de vivir

Manuel Antonio Ruiz

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