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30/6/2016

 

Nadie lee, pero todos se enteran.

 

Amanece otra vez en la zozobra. Oaxaca hoy, aunque suene redundante, paralizada en su totalidad. Hace 10 años el problema social, magisterial y político en el que terminó el intento de desalojo del entonces (des) gobernador Ulises Ruiz Ortiz y su alter ego y vicegobernador, Jorge Franco, se vivió más en la capital del estado, y el resto de la entidad resintió menos la problemática, a no ser por la larga cauda de heridos y fallecidos que algunas regiones pusieron en el fragor de las batallas y la recesión económica, pues muchas familias dependen del ingreso directa o indirectamente que obtiene un profesor. Una plaza de educador se vuelve en muchos sentidos el patrimonio más valorado en las familias oaxaqueñas.

 

La lucha estaba en las barricadas de la capital. Ahora pasó del centro a la periferia: el problema ya no se circunscribe en la capital, las regiones hoy también están paralizadas ante los bloqueos y la incertidumbre que conlleva el viajar o trasladar productos. Aunado a eso, para nadie es un secreto que los 55 mil (otros dicen que 75 mil y algunos ponen la cifra hasta 95 mil) mentores mueven la rueda económica de la entidad. Sin esos ingresos, la mayoría de las tiendas minoristas de las grandes cadenas nacionales y extranjeras y los microempresarios resienten el que ese ingreso no mueva sus ventas. No se diga en pueblos como Ixhuatán, ahí el impacto es mayor.

 

Tanto es el impacto, que, días previos al pago de los profesores en Oaxaca, los bancos, las compañías de traslados de valores, tienen que prepararse con tener dinero en efectivo que supera el circulante habitual. Llega a ser la demanda de hasta el 200 % de lo que circula en la entidad. Es un hueco enorme que hoy pagan todos.

 

Si se dejaran en la calle a 40 mil o 10 mil mentores, el hueco económico sería mayúsculo para la economía del estado. Me he preguntado: ¿dónde el gobierno pensaba poner a tanto desempleado, que para bien, mal o peor trabaja en la educación? ¡Dónde carajos! Porque corresponsabilidad entre los dos actores existe. Por un lado, de un gobierno que fue cediendo ante la presión y dejó que las cosas se le salieran de control en algo que debe ser su responsabilidad: la rectoría en temas de la administración de los trabajadores de la educación.

 

La virulencia de la gente también se explica por la incertidumbre que el prefecto convertido en secretario de Educación hacía todas las mañanas con un grupo de niños amodorrados como escenario surrealista. Advertía, amenazaba con despidos y descuentos. ¿Qué esperaba ese joven chicho de esta película gacha en la que se ha convertido la mal llamada reforma educativa, que en realidad es laboral? Que la gente se asustara y se amilanara ante la amenaza, ante la perorata que en oídos de quien lo recibía era la incertidumbre en ciernes. Pues eso, la gente salió a la calle a defender su patrimonio. La gente salió porque su comida, su forma de vida y su futuro de pronto estaban amenazados.

 

No se necesitan tantos estudios en ciencias sociales para entender la rabia, la frustración y el desencanto. Los antes muy alegres votantes de los partidos oficiales, de pronto, se convirtieron en los detractores. No hay que ser sabio para entender los votos en las pasadas elecciones locales.

 

Por otra parte, ¿quién puso en la mesa del presidente de ustedes que era una buena idea detener líderes a solo días de conmemorarse los diez años de la peor revuelta social del que los oaxaqueños tenemos memoria en el pasado próximo? ¿Quién hizo eso? Lo que me han enseñado los que mal gobiernan el país es que de políticos tienen lo que yo de actor guapo de cine.

 

¿Qué no saben de historia? ¿No los educan para que eso no se repita? Sé, por experiencia, que eso no se enseña en el Tec de Monterrey ni en la Panamericana, la Ibero o la UDLA. ¡Pero, carajos!, tengan tantita madre en preguntar a sus asesores, que de eso deben de saber, y, si no, pues prescindan de ellos. Pero qué culpa tenemos nosotros de repetir los errores de los mal llamados políticos. El costo que pagamos como país es altísimo. ¿Qué nadie les dijo las estructuras tradicionales de los sindicatos charros con quienes conviven no las tienen la CNTE y su hija la Sección 22 en Oaxaca.

 

Que a diferencia de apañar a Elba Esther Gordillo, quien acumulaba para ella sola todo el poder, en la Sección 22 eso no pasa. Que tiene una democracia indirecta, que el poder no está en sus comités ejecutivos, sino en los grupos políticos que ahí medran, en los delegados, los sectoriales, lo regionales, y que todo eso en conjunto da forma cuerpo a la llamada Comisión Política, y que en la toma de decisiones, al dispersarse, es difícil que el sindicato pierda fuerza por resultado de la encarcelación de dos de sus líderes. Ilusa apuesta para quien vio otra cosa de lo que la realidad planteaba.

 

Por otra parte, de un sindicato que a cambio de esas prebendas jugó un papel de válvula de escape para canalizar los enojos, frustraciones de personas, y que nutrió a todos los partidos políticos de cuadros, que al rato en la gran burocracia favorecieron o denostaron lo que antes en las calles pelearon.

 

Y, para variar la cosa, se anuncia un recorte de 31 mil millones que afectan a educación, salud e infraestructura. En serio que no les entiendo. ¿Qué acaso en Presidencia y en las oficinas de las altas burocracias no había gastos superfluos, gaviotazos que no se necesitan, para que no se afectara en eso que este país tiene al borde de revueltas? Al rato saldrán los médicos, y después, lo que sigue.

 

Peña Nieto tiene un problema con las cuestiones educativas y de obras. A sangre quiso imponer lo que ni Fox: imponer por sangre las obras del aeropuerto de la CDMX con los resultados funestos en Atenco. Luego el problema de las citas de los libros, que cualquier chamaco de universidad pública hubiese pasado sin problemas. Luego vino la trampa de la Ibero, y esa aduana la reprobó, y se le vino lo del #YoSoy132. Más tarde lo del Politécnico y su pretendida reforma. Llegó lo de los lamentables hechos de sangre de los alumnos de Ayotzinapa, y prefirió irse de viaje a Asia.

 

Llega la reforma educativa, y cuando ya cantaban victoria se salió de control todo. Queda claro que este gobierno tiene un serio problema con la historia, la educación y el sentido común. Queda claro que la ignorancia es lo suyo. Queda claro que hoy lo que les importa, fieles a las enseñanzas del Grupo Atlacomulco, lo que les mueve, es el negocio hecho al amparo del poder público. No de gratis un conspicuo miembro de ese clan de apellido Hank puso de epitafio: “Un político pobre es un pobre político”. Así está educado Peña, eso es lo que le enseñaron. El país que conoce es del cochupo, la transa y el agandalle.

 

Mal para un país que no sabe cómo lidiar con una incipiente democracia, que no ha pasado de la parte electoral a crear ciudadanos responsables y con toma de conciencia. Las tentaciones autoritarias ya salieron a relucir en Nochixtlán, a donde no queríamos llegar y ya se llegó. ¿Y qué van a hacer con un pueblo lastimado? ¿Qué cuando se le pida dejar las barricadas y no quiera hacerlo? ¿Más represión? Porque sería incitar a la revuelta.

 

La política la convirtieron en un negocio. Y como depredadores ya cualquier abusivo se dice político o politólogo. En Ixhuatán llegan cada vez más de esos. Lo demostraron en estas elecciones, y fueron ellos mismos quienes se desbarrancaron. Quisieron ser magos y terminaron fulminados, para fortuna del pueblo. No estoy poniendo de inocentes al sindicato y los mentores, pero es que este gobierno lo único que ha logrado es que la gente se ponga en contra… pero de ellos.

 

¿¡Y los canallas, qué!?

Estos días, a los que les llueven años

Joselito Luna Aquino

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