Gonzalo Rocha, conocido en el mundo como Rocha, nace en la Ciudad de México en 1964; su formación es básicamente autodidacta; su trabajo ha visto la luz en los diarios El Día, unomásuno y La Jornada; también en revistas como Nexos, La Garrapata, El Hijo del Ahuizote y actualmente en Proceso.
Pertenece a una generación autonombrada como Moneros; por 12 años su obra veía la luz en el suplemento Histerietas, del diario La Jornada; pertenece a esa generación de ilustres moneros de la talla de Magú, Helguera, El Fisgón, por mencionar a algunos. Hoy, aparte de ilustrar con caricatura política los temas mediáticos de ese mismo diario y la revista Proceso, combina sus pocas horas libres al grabado, donde aparece un artista con clara influencia de Goya, aunque él marca su herencia en Posadas y los muralistas mexicanos. Continúa firme en sus principios de hombre de izquierda sin partido, lo que le vale mantener a raya y vigente su singular y ácido sentido del humor, que contrasta con su carácter afable y dulce. Solidario y buen amigo.
Le encanta el beisbol y puede conversar de ello con una memoria enciclopédica, algo que sus cercanos conocen bien de él. A Gonzalo le une Oaxaca y la disfruta enormidad. De él solo me resta decir que tengo el privilegio de contar con un cacho de su amistad.
Va, pues, la primera parte de nuestra conversación:
Gonzalo, en perspectiva, ¿qué diferencias tuvieron los caricaturistas de antes de los 90 y los llamados moneros?
Yo creo que la diferencia fue que a La Jornada, que fue el diario donde por primera vez –que yo sepa– se dio ese apelativo a los caricaturistas (de hecho nos lo dimos como nombre distintivo), llegamos como un grupo que, no obstante que abarcaba tres generaciones –Magú, el mayor; Ahumada y El Fisgón en medio, y Ulises, yo y un poco más tarde Helguera–, todos teníamos un oficio algo consolidado. Magú, El Fisgón y Ahumada ya tenían el pase automático, pues venían de haber sido cartonistas de planta en el unomásuno, pero los seis habíamos estado en otras publicaciones previamente, en donde nos habíamos fogueado. Así, pues, había un cierto nivel de calidad ya asegurado en cualquiera de los autores. Otra diferencia es que el diario La Jornada permitió un grupo así de numeroso de moneros, lo que no es nada común en los diarios, pues la caricatura es una disciplina que no puede esconder ni atemperar mucho su crítica.
Estuvieron en un punto de quiebre en los 90, la caída del socialismo real y un retraimiento del marxismo. ¿Qué tanto influyeron esos cambios en su trabajo artístico y hasta cuánto guardaron distancia?
Es cierto que políticamente los moneros fuimos educados por la simpatía a la ideología comunista y socialista. Esta escuela tenía sus partes que hay que valorar: la búsqueda de una igualdad de oportunidades para todos, el bien común, el fin de los privilegios de unos cuantos, el equilibrio ante la ventajosa posición del imperialismo yanqui. En México había unos principios muy fundamentales y un pragmatismo muy poco desarrollado. Como bien sabes, la izquierda tenía sus divisiones (y las sigue teniendo hoy en día), además de la tendencia a ser muy sectaria. Pero, para quienes no estábamos insertos en un partido y no teníamos que acatar una línea específica, podías quedarte con alguna simpatía por el PCM, otra por el troskysta PRT o por el socialismo planteado más a la mexicana por Heberto Castillo en el PMT. Estas eran las izquierdas verdaderas, a las que les había costado mucho trabajo llegar a la normalidad política; habían sido partidos casi clandestinos o sin registro hasta la reforma política de Reyes Heroles, a fines de los años 70. Había unas izquierdas como el PPS y el PST, que más bien eran izquierdas manipuladas desde el poder.
El enemigo principal a vencer era el PRI, sin lugar a dudas, el mismo que había perpetrado la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, que había utilizado halcones el 10 de junio y que había llevado a cabo una guerra sucia a lo largo de los años 70 y que había atacado con malas artes a la naciente democracia de la COCEI en Juchitán.
El mundo dividido en bloque comunista y capitalista te daba una frontera clara entre los dos sistemas para de ahí construir tu sistema de creencias. Lo malo de esa creencia es que ya no se basaba en una realidad y que el bloque soviético se había corrompido y vuelto inviable. Para explicarlo mejor puede servir el ejemplo de la Iglesia católica. Yo no practico la religión, pero estoy de acuerdo con los principios cristianos respecto a la pobreza, pero una cosa es estar de acuerdo con los principios y otra con la corrupta institución que se ha levantado para representar a Jesucristo. Estás en mucho de acuerdo con un padre como Solalinde, que de verdad apoya a los pobres, y rechazas a un Sandoval Íñiguez o un (mill)Onésimo Cepeda o un Norberto, que se la pasan jugando golf con los políticos y millonarios, lavándoles sus pecados y protegiendo a curas pederastas.
¿Marcó tu trabajo posterior esa época? ¿Qué tanto lo dificultó o no?
Sí en cuanto que a uno le queda una vena de militante de izquierda (no de partido, pero sí de creencia en valores de igualdad de oportunidades, ricos y pobres, mujeres y hombres, no a la discriminación de raza ni de preferencias sexuales, etc.). La caricatura es un lenguaje vital contra el abuso y la falta de equidad. Alguien se está haciendo de una ventaja a costa de otros.
¿Qué aportó Histerietas en el trabajo posterior de los moneros actuales? ¿Hubo escuela? ¿O es demasiado soberbio hablar de eso?
El suplemento Histerietas duró 12 años, por ahí pasaron alrededor de 70 autores. Creo que, aunque ya ha pasado mucho tiempo, sí hubo lectores jóvenes que se aficionaron a estas historietas mexicanas. Desgraciadamente, no se hizo un equipo sólido además del original: Magú, Ahumada, El Fisgón, Luis Fernando, Jis y Trino y yo. Los otros historietistas pasaron a hacer otro tipo de historieta y de lo que hoy se llama novela gráfica.
¿Han pensado volver por sus fueros en un segundo aire de las Histerietas o esa etapa ya está concluida? ¿Sería refrescante para tu trabajo actual?
Yo creo que ya es una etapa trascendida por parte de ese equipo original. Ahora se publican recopilaciones de aquellos trabajos.
Las plataformas tecnológicas han cambiado. Antes para los periódicos en papel era importante la existencia de suplementos como algo más que ofrecer a sus lectores. Hoy el internet es el espacio y lo virtual es lo que rige. Los periódicos de papel están en crisis, llámese New York Times o Público de España o cualquier diario.
La gente se mueve más, es menos sedentaria, y eso complica que se hagan proyectos más sólidos. Los nuevos autores de historieta se manejan de manera más individual y como marca propia. No es bueno ni malo, es distinto. Hay cosas muy interesantes de los nuevos moneros que trabajan en red y que aprovechan estos espacios muy bien y que no son los mismos que los que se hacían a la antigüita en papel.
Hoy estás en dos medios nacionales exponiendo tu obra pictórica, en miles de cosas que te mantienen en forma. ¿Gonzalo Rocha de alguna manera concibió su trabajo artístico actual?
El trabajo al que me debo principalmente es el de la caricatura, y estar a la altura de los medios La Jornada y Proceso exige bastante. A veces me queda una comezón de hacer algo más como grabados o pinturas, pero falta tiempo. Lo que sí, me mantengo en forma haciendo mucho dibujo en talleres de modelo al desnudo, y a veces se juntan algunos dibujos interesantes. La idea es ejercitarse, pero a veces el ejercicio se guarda como una obra.
¿Qué podremos esperar de los actuales moneros y qué diferencias hay, si las hay, con lo que te tocó hacer en los 90? Se habla de un México post-PRI. ¿Eso influyó en el trabajo crítico anterior y actual o la llegada de la alternancia ofreció una mejor veta creativa para mirar críticamente el trabajo de la política mexicana?
Creo que políticamente hoy estamos en un mundo más pragmático, y está más difícil para los chavos que llegan a hacer caricatura formarse un criterio sólido de dónde está lo justo y lo injusto. El México post-PRI desnudó que todo el sistema político es muy parecido al PRI a la hora de la práctica: todos los partidos acarrean, dan torta, se corrompen. Algunos menos que otros, pero todos caen en eso, así que a futuro queda más hacer la crítica desde entes sociales con los cuales se hace política, aunque eventualmente se tenga que lidiar con los partidos, porque para que las demandas lleguen a hacerse ley tienen que llegar a las cámaras.
¿Peña Nieto ofrece más oportunidad para tu trabajo en cuanto a las pifias y yerros para crear? ¿O los panistas fueron una mejor materia prima en ese aspecto?
Pues a partir de Fox no ha habido tregua: hay un protagonismo mayor de las primeras damas, de la ignorancia, de la falta de pericia política, el cortoplacismo y las ganas de poner en venta el país. En estos tiempos PRI y PAN son de derecha sin algo que los distinga en sus proyectos.
Por último, ¿qué herencias tienes en el tema artístico y cómo influyeron en tu trabajo creativo y qué esperas legar?
Sin duda alguna me han influido los muralistas mexicanos, quienes curiosamente estaban influidos por la caricatura de Posada. Respecto a qué espero legar, bueno, en principio un pensamiento crítico envuelto en sentido del humor y el mejor de los dibujos. Lo importante en esta vida es seguir construyendo conocimiento y no dormirse en los laureles.
Admiro mucho la forma en que el maestro Francisco Toledo trabaja; por ejemplo, con el tiempo no solo es una artista que dibuja, pinta o hace esculturas y gráfica, sino que hace arte-objeto, promueve un centro cultural, una fábrica de papel, etc. Una obra que se hace para beneficio de la comunidad. Eso es un buen ejemplo de a lo que todos los artistas debieran aspirar, más allá de su fama.
Gonzalo Rocha, del oficio de ser monero
Joselito Luna Aquino
Cortesía: Gonzalo Rocha