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10/11/2015

 

Muchas gracias por el espacio.

 

Gracias a Edith Escalón, que está apoyando la sistematización de esta experiencia.

 

Una disculpa por no haberme hecho presencia física, pero ustedes saben que los dineros son necesarios para moverse y, por estos rumbos, no hay.

 

Pido disculpas a los comunalistas por no haberlos leído antes, quizá eso me habría ahorrado muchos problemas. Una disculpa por no citarlos y por no hacer un texto en forma. Yo solo soy cuentero. Así que ahí les va.

 

Los ojos tienen ratos de cansancio entre muchos momentos de lucidez, pero sobre todo tienen momentos que son suplantados por el corazón o por el sentimiento o por el alma; todo eso se dice Guelaxhidua´a, que sea, entrañas, profundidad sagrada marcada por el sentimiento. Así lo cuentan los más antiguos, los más viejos y viejas que llovieron en el Istmo de Tehuantepec, que sea, los binniza´a.

 

Contaron ellos y ellas que más de antes, cuando las escrituras habían sido borradas, que los hombres y las mujeres se viven la vida; no se andan inventado conceptos para decir las cosas, se revisan el corazón y ahí se encuentran la necesidad del otro y entonces se llena su mente de coraje y se lanzan a la construcción de las soluciones; aunque no tenga nombre, lo hacen, ya luego que está hecha la solución, aunque no tiene completo su ser, ya le ponen nombre y avientan a la asamblea para que se arregle lo que falta. Por eso es que ellos y ellas tienen unas sus formas de hacer y pensar que son difíciles de que pueden caber en libros y en academias.

 

Se afirmaban ellos y ellas que estas formas no surgieron de las borradas de historias, sino que así es que se debe hacer; que estas formas no son mero resultado de las colonias o las invasiones, sino de nuestras formas de vida en nuestros contexto, por eso es que la comunalidad, o forma de vida del pueblo, no nace frente al problema inventado, sino frente a la problema real.

 

Fue así que, revisando el Guelaxhidua´a, unos guidxas se encontraron con una problema bastante complejo. Se vieron que la forma ancestral ya se anda muriendo, se oculta nomás pa’ no morir; se entierra en las más viejas fiestas. Ya oculta anda en el ritual del matrimonio, oculta está en la fiesta patronal, ocultada anda en los pleitos cuando el barrio ya no aguanta las problema. Se vieron que los más hijos de los hijos tiene mucha vergüenza su cara, lo tapan su boca pa’ reír; lo gachan su cabeza pa’ pedir permiso ante un derecho propio (como pa’ ir al baño). Lo voltean su cara a otro lado pa’ no hablar de sus costumbre. Entonces no pasan l´examen y se vuelven reprobados, rechazados, ocultados, empobrecidos de los centros educativos y de las instituciones, casi delincuentes se sienten por ser diferentes.

 

Fue que entonces, así lo cuentan los binnigulaza, que se pusieron los guidxas a robar horas. Se robaron las matemáticas y se robaron la química y se robaron las horas de las materias más reprobadas y hasta se robaron el desfile tradicional. Ya robadas las horas, lo dicen a los apenados y reprobados muchachos y muchachas: “Anda, ahí está un tiempo. Ese es tu tiempo pa’ que vas al río a vivirlo; ándate a la mar pa’ que lo pescas un poco de sabiduría. Gárrate toda la guixhera que juntas y habla con la agua y con el viento y con el sol y con la tierra y con la luna y las estrellas y, una vez que hablaste con ellos, habla con la gente; habla con tu gente y pregunta si así es que siempre es la vida; pregunta si es bueno que los jóvenes y jóvenas se sigan expulsando del Guidxiyaza para siempre”.

 

Volvieron los más hijos de los hijos con lágrimas rodando en sus caras, y dicen los abuelos de los abuelos que cargado traían el Guelaxhidua´a. Ellos no vieron ni hablaron con los ojos o con la boca, solo abrieron el Guelaxhidua´a.

 

Ya que están ahí, por fin su boca se abrió. No contestaron ningún problema hipotético ni ninguna pregunta de examen. Se dijeron que la Secretaría de Minería andaba vendiendo en el mercado la tierra que le vio nacer; vendido estaba el lugar donde se enterró el ombligo.

 

Ya no habrá más vida en el Ostuta porque Minaurum Gold y Lowell Cooper van a robarse los metales de la montaña de Chimalapas y matarán la comida.

 

Con gran sollozo dijeron que el camarón, el pescado y toda comida se mueren por las eólicas y salineras que entran con gendarmería a las playas a matar a Pitao, a Xhunaxhido, a las almas de nuestros más ancestros que dieron origen a nuestros pueblos.

 

Fue así que, puesto el corazón y la palabra, los más hijos de los hijos se dieron la oportunidad de recomponer los pedazos de corazón vertidos. Fue que tomaron la determinación de caminar en tres caminos: el camino viejo de la defensa de la vida y el territorio, la calle grande de la reconstrucción de la familiaridad comunitaria (eso que otros llaman tejido social) y la calle de más adelante que es la construcción del trabajo en colectivos.

 

Por eso es que estamos volviendo al origen: porque la educación es construir los destinos de la comunidad. Por eso hasta el día de hoy caminamos entre la locura de robarnos horas para hacernos tiempo. El tiempo de nuestros pueblos, el tiempo de las nuevas juventudes con raíces profundas. El tiempo en que el y la joven se hacen sujetos de su historia (sujeto político dicen que se llama). Es el tiempo de nuestras formas ancestrales y el tiempo de crear alternativas para subsistir.

 

Ojalá también sea el tiempo de apoyar, concretamente, estas iniciativas de los y las jóvenes de nuestros pueblos, más allá del concepto, el discurso y la academia.

 

Aprovecho para invitarles a la fiesta de la Candelaria, del 30 de enero al 3 de febrero, donde nuestros jóvenes participan en la organización de una capitanía en la vela principal del pueblo. Muchas gracias por escuchar.

 

Reciban un abrazo. Por ahí en el camino nos encontramos para querernos desde el Guelaxhidua´a

 

*Texto leído el 29 de octubre de 2015 en la mesa Educación en Territorio Comunal: Experiencias Contrahegemónicas Oaxaqueñas en el Primer Congreso Internacional de Comunalidad organizado por la Benemérita Universidad de Puebla.

Guelaxhidua'a

O de cómo se crea la educación comunitaria*

Manuel Antonio Ruiz

Edith Escalón

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