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14/6/2016

 

El primero de enero de 2006 entra en marcha la iniciativa La Otra Campaña –o, como terminó llamándose, La Otra–, la Delegación Cero sale a recorrer el país para encontrarse con los adherentes a “La Sexta Declaración de la Selva”, dada en 2005 por el EZLN.

 

Han pasado 10 años desde ese maravilloso 2006. En esa ocasión, tras el anuncio de la salida de la Delegación Cero, con el Subcomandante Marcos a la cabeza. Acompañado por cientos de observadores internacionales, los retenes militares y policiacos se levantaron de las carreteras.

 

“La Comisión Sexta del EZLN y su Delegado Zero fueron testificando que la miseria con la que se habían encontrado durante la Marcha del Color de la Tierra cinco años atrás, se mantenía o se había acrecentado en el sexenio de un gobierno que muchos creyeron sería el primero de “un proceso de transición democrática”; en tanto dialogaban con los protagonistas de otros movimientos y luchas de muchos años de “resistencias”.

 

La Otra fue un encuentro de miles de colectivos en todo el país con la Delegación Cero. Una vez la delegación pasaba, se veía la represión. La primera represión de que tuve conocimiento en Oaxaca fue en San Blas Atempa. Por aquellos años la población había tomado el palacio municipal. Una semana después de haber recibido a la Delegación Cero entraron miembros del Ejército disfrazados de policías a desalojar el palacio, como solo ellos saben hacerlo.

 

Fue en 2006 cuando se dio el enfrentamiento de los ejidatarios de Atenco con la policía del estado y el llamado de las televisoras a que se reprimiera a los manifestantes. Fue en 2006 cuando el desgobernador Ulises Ruiz golpea, con sus policías, a los profesores.

 

Fue en 2006 cuando emerge la organización de organizaciones y pueblos de Oaxaca: la APPO. Para muchos, esta fue la gran experiencia de los alcances y posibilidades organizativas de la ciudadanía. Oaxaca vivió un ejemplo de civilidad. La ciudad de Oaxaca vivió casi 6 meses sin policías, sin gobierno.

 

Hace exactamente 10 años se dio un desalojo fallido del zócalo de la ciudad que nos convocó a todo el estado. Pasamos de las demandas laborales del magisterio a las demandas de condiciones y espacios dignos para la educación, y de ahí a las demandas de los pueblos indígenas.

 

Hace 10 años los maestros, en conjunto con las agrupaciones sociales y pueblos, nos enseñaron que las luchas que tenemos son comunes. Aprendimos que cuando nos coordinamos y caminamos juntos es posible avanzar. La APPO nos mostró el modelo organizativo que se requiere para llegar a las transformaciones.

 

El Estado tuvo 10 años para encontrar cómo conseguir lo que siempre ha querido: nuestra riqueza. Ha implementado reformas a nuestra Constitución, sin consultarnos, y estrategias que les han funcionado, tan es así que una ridícula mayoría votó por un candidato que no ha vivido en Oaxaca, que odia a los oaxaqueños, que nos dice que votamos por una vaca (el 100 % de los votantes votó por la continuidad del sistema de partidos).

 

Muratsito es el gobernante idóneo para responder a las necesidades de su clase. Es el gobernante que impondrá la violencia del estado, que se ha recrudecido para lograr entregar las riquezas de los pueblos a las transnacionales.

 

Afortunadamente los profesores de la Sección 22 lograron avanzar organizativamente y en respaldo de la ciudadanía. El hecho de que padres y madres de familia respalden el movimiento implica que hubo buen trabajo de base y que habrá mejores resultados.

 

A mi parecer, los maestros no tuvieron la dureza y resistencia necesarias en 2006 para salir victoriosos, se contentaron con poco, y los pueblos nos sentimos un tanto defraudados por la dirigencia. Sobre todo se acusó a los maestros del Istmo de haber traicionado el movimiento.

 

Diez años después, la Sección 22, apoyada por los padres y madres de sus escuelas, está nuevamente golpeada. El plantón que se tenía frente al “nuevo” IEPPO fue desalojado dos días antes de cumplirse los 10 años.

 

En Ixhuatán, los padres, madres y maestros están bloqueando la carretera en el puente Zanatepec a la hora que escribo esta columna. Ixhuatán hoy no es ajeno a esa lucha. Ese espíritu debe mantenerse. El calorcito de esta lucha debe mantenerse prendido por mucho tiempo. Ojalá no se cansen, ojalá no se desilusionen, ojalá no se desgasten pronto porque la lucha es de larga duración.

Hace 10 años fue

Manuel Antonio Ruiz

Tomada de www.expansion.mx

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