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¿Qué pasará cuando el ultimo árbol de más de 30 años se derrumbe, ya no pueda más y se ahogue, se suicide por la soledad de sus amigos viejos? ¿Qué pasará, entonces, con nosotros? ¿Acaso quedaremos desorientados? ¿Han aprendido suficiente los arboles nuevos?

 

Los que sus raíces no fueron más allá del pueblo quedaremos desnudos, quedaremos ciegos, que más si no las hojas de esos árboles que nacen cada primero nos han mostrado el camino de los rezos de virgen hacia un pueblo nuevo. Vi morir a la pochota, al roble y al tamarindo, a Manuel y sus contemporáneos, ellos, tejieron con palmas secas la historia de hace 50 o más años. Al son del desgrane, mi abuelo contaba historias de trenes, de barcos y peces, que venían de Cachimbo, del puente y de otros lados. Mi abuela, por su parte, cree en los viejos santos, los domingos los perfuma con colores y los martes le sonríe al pasado. ¿Acaso no sabemos? ¿Estamos solos?

 

Las tradiciones se viven a diario en este pueblo y no se dejan morir a pesar de que son ignoradas por unos cuantos, pero los que salimos por ahí, los que van a la iglesia, las señoras que se levantan temprano para hacer guisos, manjares, que llevaran a sus hijos. Todos nosotros sufrimos de ese encanto, de los domingos perfumados y los martes que se encienden por las noches, solo un martes al año es santo, todos los días hay tamales, todos los meses hay muertos, todo el año hay vida.

 

Todo el tiempo es Ixhuatán, ¿pero qué falta para que lo siga siendo? Nada más que un repaso por su historia. He vivido en el pueblo por nueve años y no sé más de él, ningún maestro lo enseñó en la escuela, mis abuelos y mi padre son los que me han dicho qué hay detrás de este, las raíces que se quedaron enterradas.

 

Entonces, ¿a dónde se fue esa historia que no conocemos? ¿Los saberes que no sabemos? Cuando pregunten que pasó, no sabremos responder. Qué bueno fuera que cada ixhuateco contara la historia más antigua y no las presentara, lo que sea sirve para terminar de construir este rompecabezas, quizá solo así encontremos el camino por el que debemos ir, veremos qué se ha hecho mal para, esta vez, hacerlo bien y los que tienen el poder quizás así poderlo resolver, porque parece que su forma de actuar es por ignorancia, por una gran falta no solo de cultura, sino de hechos pasados que se desconocen, así que sería bueno saber más para solucionar problemas, problemas que vivimos y jugamos con ellos, un juego bástate estúpido. Entonces solo nos queda contar y escuchar para vivir el pasado, mezclarlo con el presente y saborear el futuro, así que espero sirva la receta para los problemas que están y que busquemos lo que hemos perdido y vivamos en recuerdos lo que nunca hemos vivido. 

Hagamos historia

Franco Carrasco Aguilar

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