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9/4/2016

 

Casi al final de la que quizá sea hoy la calle más importante de Ixhuatán, Avenida Reforma, se encuentra un sitio que alberga toda una tradición religiosa de dicha localidad. Es la casa de Juquila, la virgen que, aseguran, ha cumplido toda clase de milagros a quien a Ella se ha encomendado. No por nada han sido miles los creyentes que, desde 1981, la han visitado en su nicho del lugar entre palmeras. A partir de entonces se encuentra ahí porque así lo pidió, tal y como lo relata en entrevista Julieta Marín Morales, cocinera del pueblo y quien la llevó desde Santa Catarina Juquila para auxiliar a los fieles ixhuatecos:

 

“Entre sueños, Ella me pedía que la fuera a traer. Fui allá con mi hermana Tiana y su esposo. Fuimos un Miércoles de Ceniza, y la compré allá, en el despacho, porque Ella pedía que yo la trajera de allá, del santuario. Llegamos en la mañana, y todas las vecinas y comadres preguntando a dónde fui, y les dije: ‘Fui a Juquila’, y ya la traje y la paré en la mesa. Na Juana ‘Chofo’ le dio un viacrucis el primer año; el segundo, na Josefita; el tercero, Bernarda Gallegos; el cuarto, na Cipriana. Esos fueron viacrucis que se celebraron, eran rezos que se hacían”.

 

De su atuendo tradicional (túnica y manto blancos) se ha desprendido en Ixhuatán para portar, entre otros, el típico traje regional de la mujer istmeña. Tía Julieta, como es conocida en el pueblo, no tiene dudas: Juquila es milagrosa:

 

“Aquí vienen a pedirle, y hacen promesas. De lo que tengan: si alguna enfermedad, algún deseo; eso fue lo que Ella fue representando, y venían a prender sus velas; de ahí se hizo el santuario. Cuando Ella llegó, en el 81, venía muchísima gente. Cuando la gente ya supo qué era Juquila, llegaron otras compañeras que la celebraron porque Ella se dedicó a ser doctora. Las cositas que Ella hacía las dibujaba. La gente venía porque estaba enferma, por criaturas, venían a curarse”.

 

Un matiz que Marín Morales hace es que, a diferencia de lo que sucede con otras imágenes o santos a cargo de otros coterráneos, su papel se limita a interpretar lo que la virgen comunica a cada persona; de hecho, la cocinera no utiliza el término “trabajar” para referirse a su relación con Juquila, como sí pasa con curanderos o brujos:

 

“Las personas vienen y prenden su vela, y en la lágrima de la vela se dibuja lo que tienen. Ella dibujaba pollito, gallina, pato, borrego, una cobra, una víbora de cascabel; pero yo no le decía a la gente: ‘Sí tienes daño, no tienes daño’, Ella era puro dibujo. La gente fue acudiendo con Ella así: por venir a curarse, a preguntar. No soy espiritista ni chantajista. A Ella le gustó ser doctora”.

 

Muchos ixhuatecos son devotos de esta virgen. Sin falta, cada 8 de diciembre le celebran, en colaboración y por voluntad propia, su vela en el pueblo: evento por demás importante con capitán, capitana, reina… Todos ellos, por promesa, pues a ninguno se le busca. Una celebración que dura nueve días en Ixhuatán:

 

“Ellos le regalan sus rezos. El día 1 de diciembre vienen a regalarle un salve, un rezo. Hay salve el 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7; el 6 sale la calenda, y el 7, el paseo en la tarde; en la noche empiezan las mañanitas a partir de las 10:00, 11:00, 12:00, hasta las 6:00 de la mañana. Los mayordomos también de promesa vienen a pedir que van a hacer la fiesta de Ella, pero por un milagro que Ella hace”.

 

Si en Ixhuatán hay fuerte devoción por Ella, lo mismo sucede con los mareños, quienes año con año acuden a su celebración, al igual que gente de Zanatepec, Niltepec y la ciudad de Oaxaca; Cintalapa y Villaflores, de Chiapas.

 

A 35 años de su llegada al pueblo, esta virgen cuenta con un sólido respaldo de fe entre los ixhuatecos, aunque tía Julieta desconoce lo que sucederá con Ella una vez que la cocinera del pueblo ya no esté para interpretar sus mensajes. Así resume brevemente el acontecimiento que dio origen a esta pasión:

 

“El milagro con que Ella ganó para que le hicieran su capilla fue de Andrés Marín Vásquez: fue al sueño de Andrés y le dijo: ‘Andrés, opérate porque tienes cáncer en el hígado’. Él sí sentía un malestar, pero no sabía que tenía cáncer; Ella le fue a decir que cáncer tenía en el hígado y que se operara. ‘Opérate, y yo voy a estar en tu cabecera’. Una estampita que yo traje de allá se la di a él. Antes de ir con el médico en la mañana nos avisa: ‘Si el médico encuentra que es verdad lo que me dijo la Virgen de Juquila, me estoy operando’. Y le dice al médico: ‘Si tengo lo que me dijo Juquila, me estás echando cuchillo de una vez’. Le dijo el médico: ‘Sí, tienes cáncer de hígado’.

 

“Cuando lo operaron, en el sueño de una señora que se llamaba Magdalena Niño apareció: ‘Vas a mi casa y le dices a mi dueña que su hijo ya se operó, porque yo estaba en su cabecera. Me gané el premio. Antes que raye el sol estás en mi casa’. A las 6:00 de la mañana estaba la señora tocando: ‘Noticia de tu hijo: te vine a decir que ya se operó, y se ganó el premio la que estaba en su cabecera’; eso estaba hablando la señora cuando Menganbrilla llegó, y dice: ‘Me fue a avisar Juquila que en Guerrero quedó mi hijo. Va a hacer un tagolaba en la puerta, donde está la guanábana, pero va uno de civil’. A esa hora habló él, y me llama su cuñada: ‘Ven, te habla tu sobrino’, y él me dice: ‘Tía, ya me llevan, me operé’, y le contesto: ‘Ya lo sé, papá’, y me pregunta: ‘¿Cómo lo vas a saber si mi mamá está acá? No lo sabes’. ‘Tú mamá’, le dije, ‘pero Juquila dice que estuvo en tu cabecera y saliste bien. Se ganó el premio’. ‘¿Quién es la señora’, pregunta, y le digo: ‘Aquí está, se llama Magdalena Niño’. ‘Es cierto’, responde.

 

“Toda esa vuelta que Ella dio, su propio milagro lo hizo. Entonces él prometió hacer la capilla, y la hizo hace siete años. Antes tenía su mesa nada más, desde el 81, y venía la gente a rezar, a pedirle a Ella un milagro”.

 

Al ingresar al recinto, es posible percatarse, además de distintas advocaciones marianas (la Virgen de la Candelaria, la de Guadalupe y la de Zapopan, así como otras imágenes del cristianismo), de la presencia de diversos objetos que los creyentes le han dejado a Juquila: fotografías, rosarios, jicalpextles… pero lo que sobresale es la multiplicidad de muñecas frente a Ella:

 

“Todas las cosas de ahí son regalos. Hay muchos muñecos porque muchos vienen a pedir hijos, y, si lo cumple, le traen un muñeco, o lo que Ella quiera.

 

“Una señora de Reynosa tenía puro varón; le dijeron que viniera a pedir una niña. Tuvo a la niña y quedó que al año venía a pagar, que le fuera a pedir qué quería. Cuando hizo el año la niña, la señora no venía, y Ella le fue a pedir en el sueño: ‘Ya quiero mi regalo’. Le enseñó la señora un toro, y Ella le dijo: ‘Ese no quiero, quiero ese (un carrito de juguete)’. Otra carriola le dio la hija de Chave ‘Carreta’; dice que ella quería un varón porque solo tenía una niña, y ella pidió el varón, y le dio el varón; le trajo un muñeco, y pidió la vela de promesa.

 

“Aquí el 9 se celebra su fiesta en su propia capilla. También fue en el sueño a preguntarle a una señora que se llama Oralia, de la Tortillería San Francisco, que si quería un bebé se lo iba a dar; la señora ya no podía tener hijos; le dijo la señora: ‘Sí. El 8, ¿ja?’. ‘No’, dijo ella, ‘primero haz mi cumpleaños, el 9 es el día que nací. El 8 es mi día grande, la misa grande, pero el día que nací es el 9. Y lo vas a hacer de horchata, pastel y piñata’; pero le dijo que no me avisara, que anunciara en el aparato porque ahí iba a tener muchos juguetes; anunció, se hizo el primer año de piñata, horchata, pastel y juguete, porque fue Ella a Niltepec a pedir juguetes, y le trajeron sus juguetes; fue a pedir botana, le trajeron su botana, pero Ella salió con que quería su cumpleaños. Desde el 81 se ha celebrado cada año.

 

“Ahora viene El Torito del Santísimo –de los mareños–, vienen Los Negritos y el toro el día 9 para que bailen en la enramada; esa danza la hacen los mareños: traen el juego de la culebra, del venado. Con eso termina, el 9, la fiesta, y vienen puros regalos: le regalan su res, sus rezos, su orquesta, mañanitas, todo por parte de ellos, yo no ando buscando ninguna madrina de nada, y hay madrina de todo: de juguete, traste, piñata, orquesta, de todo. Una señora de Oaxaca le trae sus ‘chileanchos’ para el mole; se prepara mole el 8 para el cumpleaños, el 9; mole y barbacoa; le regalan su res, cerdo, gallina, borrego”.

 

Hasta aquí el retrato de Juquilita de tía Julieta, la primera que hubo en el pueblo antes de que se popularizara y fuera celebrada por otros paisanos; un ícono para la comunidad y parte importante dentro de la cosmovisión cristiana de Guidxiyaza, la cual ha sobrevivido al vendaval académico y neopositivista de los últimos años. Quizá un milagro logrado por Ella misma.

Juquilita

Michael Molina

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