Una de las últimas cosas que la gente quisiera pensar cuando goza de plena salud es en hacer un testamento. Desafortunadamente, en México existe una serie de mitos acerca de este documento, pues algunos consideran que es de “mal agüero”, un trámite caro y hasta engorroso. Sigue permeando la cultura de dejar todo a lo último, y hablar de herencia puede resultar incómodo en las reuniones familiares.
Sin embargo, vale la pena señalar algunos factores que considero positivos acerca del testamento:
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Proteger nuestro patrimonio: asegurar que nuestro patrimonio no caiga en manos equivocadas. Es decir, evitar que el refrán “nadie sabe para quien trabaja” se haga realidad.
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Evitar la fragmentación familiar: muchas familias terminan dividiéndose por no ponerse de acuerdo con la repartición de la herencia. Al no saberse la voluntad del difunto, cada quien lo interpreta a su conveniencia.
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Proteger a nuestra familia: evitar los incómodos y caros juicios sucesorios que a veces no resultan rentables; incluso, si los posibles herederos no se ponen de acuerdo, los bienes pueden pasar a manos del Estado.
El testamento es un documento que cae dentro de la esfera del derecho civil, el cual le da un carácter personal y, a veces, hasta reservado; sin embargo, el impacto que puede tener en preservar la unidad familiar es de suma importancia, por ello el esfuerzo de los gobiernos en promover este documento a través de campañas públicas como el de “Septiembre, mes del testamento”, cuando se establecen acuerdos con los notarios públicos a través de la Dirección General de Notarías para que durante ese periodo se reduzcan los costos de los honorarios de los notarios.
Los paisanos que se encuentran radicando en el exterior también pueden tener acceso a los beneficios de este documento sin necesidad de tener que viajar a México, solo tienen que acercarse al consulado o embajada que le corresponda y preguntar por los servicios notariales. No está de más evitar formar parte de lista de las innumerables historias de connacionales que trabajan arduamente en los Estados Unidos, envían sus remesas a sus familiares, construyen sus viviendas y, por un final imprevisto y repentino, tristemente, todo el patrimonio construido termina en manos ajenas.
Otra de las cosas que ocasiona la falta de certeza jurídica en la sucesiones es que no permite la inversión en los bienes inmuebles. Es decir, que los potenciales herederos no tienen incentivos para invertir en la ampliación, pintura o decoración de las casas, lo que se traduce en que haya muchas casas viejas y con falta de mantenimiento; obviamente, esto genera que el valor de mercado de los bienes disminuya.
Si el análisis de la importancia del testamento lo hacemos a una escala mayor, en una población como la de Ixhuatán, podemos generar la conjetura de que, si el número de testamentos aumentara significativamente, se incrementaría la certeza jurídica y, por ende, la inversión. En otras palabras, los posibles herederos esta vez sí tendrían incentivos para ampliar, remodelar, pintar y decorar los inmuebles de sus padres, por lo tanto, se traduciría en más empleos y mayor consumo en la comunidad.
A la comunidad ixhuateca le invito a reflexionar acerca de este particular. No hay mejor herencia que le podamos dejar a nuestros hijos, por muy poca que sea, que la certeza jurídica de la sucesión de nuestros bienes. Vale la pena consultar con un notario público las opciones de testamento que podemos tener. Es mejor arreglar nuestras cosas en vida que heredar problemas a nuestras familias.
Es importante hacer una reflexión de que no sabemos cuándo y dónde dejaremos de existir y de que no nos llevaremos nada material de este mundo; no obstante, de lo que sí podemos asegurar en vida es el de que nuestro patrimonio se quede en las manos de nuestros seres queridos.