8/12/2015
Antes de entrar en temas de contienda política, que espero no tocar cuando el juego empiece, quiero compartirles unos consejos.
Decir gobierno o decir autoridad o decir poder o decir democracia pareciera que es lo mismo. Unos detalles: al institucionalizar a la manera europea las formas propias de convivir en una misma manada o en un mismo pueblo, algo de lo nuestro no fue tomado en cuenta.
-
El gobierno es una institución creada para administrar el poder popular.
-
El poder civil se ha llamado a la voluntad de los habitantes de un lugar que está registrado en una base de datos de los gobiernos en sus niveles diferentes.
-
La democracia es la palabra usada demagógicamente por quienes administran el poder para hacer creer que el pueblo tiene la culpa de la forma de actuar de su gobierno (véase el diccionario de lo real y palpable en las administraciones de los últimos 40 años).
Decir autoridad es referirse a la sabiduría, la paciencia, la escucha, la invitación, la movilización, la amistad, la experiencia y la fuerza de la palabra de aquellos o aquellas que han trabajado por sus vecinos y vecinas y algunas veces por quienes están más allá de sus propios contextos.
La autoridad se gana con el tiempo y las fuerzas de la propia vida entregadas con gusto, con pasión, con la seguridad de que habrá algún día que las cosas van a cambiar o que alguien va a entender.
Pareciera que en Ixhuatán no encontramos gente con esas características. Bueno, ya hemos estado cambiando nuestra identidad por una mescolanza de identidades que nos hemos apropiado. Y, aun sabiendo que nadie es puro y que nadie está exento de contradicciones, estas personas están. No se ven porque están en sus casas, en sus campos, en la milpa, en sus trabajos cotidianos. Ellos y ellas no salen a buscar cargos públicos. A ellos acudimos cuando tenemos un problema grave, como, por ejemplo, ¿debo o no debo separar mi matrimonio? ¿Me endeudo o qué debo hacer para salvar a mi hi hijo-esposo-padre? Mi hijo anda en malos pasos, ¿qué hago? Y otros problemas mayores. Así que afirmamos que, en Ixhuatán y sus agencias, hay gente con autoridad.
Cuando los que buscan un cargo político deciden lanzarse a la contienda se rodean de palancas que les impulsen y de gente que no piense por sí misma, acuden a uno u otro de estos que tienen autoridad pero que tienen cierta ingenuidad o la esperanza de que al estar en ese gobierno por lo menos su oficina va a caminar bien. Ahí empieza el juego político (habrá gente que de verdad ha trabajado y tiene intenciones sinceras; revisemos el libro de historia de lo real y palpable en los últimos 40 años).
Por otra parte se reúnen los que quieren llegar al poder pero no tiene la capacidad o quienes buscan permanecer en el gobierno, es decir, los que encabezan partidos políticos. Ellos y ellas saben el tipo de personas que deben apoyar o buscar. El tipo de persona lo resume la figura del presidente de la república. Buscan a alguien con buena presencia física, que tenga un título académico, que sepa leer bien los discursos, que esté dispuesto a que la gente hable en público lo que ha hecho en privado, que no piense por sí mismo porque eso es trabajo de los líderes representativos de la voluntad popular, que esté dispuesto a gastar los ahorros de su vida –que, sumados a los aportes del partido, se dispararán en la compra del voto–. Si tienes una de estas características, apreciable lector-lectora, eres candidateable.
Una vez apuntalado el candidato empiezan las negociaciones para formar las planillas que buscarán llegar a ser regidores y el resto del personal de la administración pública. Algunas veces se deja al candidato definir quién ocupará algunos cargos de importancia, donde se sienta cómodo para mandar.
Lo anteriormente comentado contribuye a que, una vez llegados al poder, se administre la voluntad popular. Sobre cómo el pueblo defiende esa voluntad es tema bastante amplio y difícil de comprender, cosa que no me atreveré a debatir por ahora.
En los cabildos se ve al síndico, el secretario, el juez porque a ellos se acude en los problemas grandes. Los regidores tienen una visibilidad nula durante su administración. De que si trabajan o no, ni en los informes se ve su acción. Pareciera que son empleados del presidente municipal.
Y el meollo de esta opinión es que en el cabildo nadie es empleado de nadie. Todos gozan del mismo nivel de representatividad popular y están al mismo nivel del presidente. El título de presidente municipal es solamente un título para presidir (sentarse en el primer lugar o lugar principal), para escuchar las diferentes voces populares y, en caso extremo, inclinar la balanza hacia una determinación que urge tomar. Es quien firma el acuerdo del concejo. Es quien firma los proyectos, las convocatorias. Es quien convoca y preside las asambleas, los consejos, las comisiones y avala los resultados u orienta las acciones de la comunidad. Un regidor es jefe de los directores de su área, que, a su vez, son jefes de los empleados de las distintas oficinas. Pero el presidente no es el jefe de nadie.
En el mismo plano se encuentran los agentes municipales, representantes o presidentes de barrios, de cooperativas, de colectivos o asociaciones. Ninguno de estos organismos es empleado del presidente. Agrego nuevamente: el presidente no es el jefe de nadie, pero tampoco es empleado de nadie, solamente de la voluntad popular, que puede pedirle su renuncia[1].
Un regidor es la verdadera representación popular porque es quien lleva la voz del pueblo, es la voz que defenderá con argumentos las determinaciones que caerán sobre la comunidad. Es el sujeto clave para el desarrollo y bienestar de las comunidades. Un agente municipal o un regidor se convierte en “promotor de la organización de la comunidad y del desarrollo municipal”[2].
Por ello opino que es el regidor quien debiera conocer ampliamente las necesidades de su comunidad y habría de hacer propuestas en el cabildo; es también quien debiera ser el gestor para que haya actividades y resultados en su área. La gestión no es buscar dinero de afuera: gestionar es reconocer los propios bienes de la comunidad y echar mano de ello y, en caso necesario, de los presupuestos de los que hay posibilidad de utilizar en los otros niveles de gobiernos o incluso fundaciones o dependencias internacionales. Es el caso del trabajo de desazolve del Ostuta, obra magistral realizada por los mareños y encabezada por el profesor Leonel Gómez y su consejo de ancianos.
Una vez puesto sobre la mesa el caso del poder que se ha desperdiciado por parte de muchos regidores municipales (algunos tienen sus aciertos, espero me ayuden a dar nombres de esa gente honesta y trabajadora), quiero poner sobre la mesa el caso de Ixhuatán, que cada tres años se le abandona, se queda sin obras, muchas veces sin presidente municipal funcionando y se deja en manos de la desgracia. Cosa que retoma el nuevo candidato para prometer lo que le venga en ganas.
Al parecer este año se quedó en manos de la delincuencia. Asaltos de noche y a mediodía, a media cuadra de la presidencia. Levantones, secuestros, asesinatos, ejecuciones y, ayudados por el clima y las casas de empeño, un pueblo empobrecido.
¿Alguno de los contendientes a la presidencia tienen una palabra al respecto? ¿Hará una propuesta concreta en este tema? ¿Seguirá pavimentando la calle de su casa?
Pienso que Ixhuatán debe valorar a sus propias autoridades, a aquellos que no son candidateables; debe echar mano de sus posibilidades. La gente se conoce entre sí, pero debe renunciar a la despensa, al dinero fácil.
Debemos reconocer que aquel tiempo en que se llegó a Ixhuatán en medio de una gran crisis fue otro tiempo, y estas son otras formas de responder a la necesidad actual. A éste lugar no se le puede llamar tierra de nadie, pueblo sin autoridad. Aquí no debe imperar la ley del más grueso calibre. Este es el Guidxiyaza, es tierra conquistada por los binniza’. Arrebatada, sí, pero aquí hemos hecho la vida, aquí nacieron los hijos y los nietos. ¿La vamos a abandonar a manos de otros?
Nota: hay una avioneta que todos los días pasa por los cielos de Ixhuatán, muy alto, ¿alguien sabe a qué se debe?
[1]A finales del año 2014, en Guelatao, la asamblea pidió la renuncia del cabildo por haber realizado acciones sin consultar a la comunidad. Vendieron una camioneta usada y compraron una nueva, vendieron un puente viejo que estaba tirado. El asunto fue que lo hicieron sin comunicarlo al pueblo; esa fue razón suficiente para solicitar su renuncia y nombrar nuevas autoridades. Este es ejemplo de voluntad popular.
[2]“Apuntes municipalistas. Cuaderno 4 de la Escuela Municipalista de Oaxaca (EMO)”, coordinado por Tequio Jurídico A. C. Educa, Campo y Cesem.
La ley del calibre
Manuel Antonio Ruiz
Tomada de www.domingonunez.blogspot.com