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11/10/2016

 

¡Zapaaataaaa viveeeee!

¡La luuuuuuuuuuuchaaaa sigueeeeeeeeee!

 

Cuentan los más antiguos, los que se llovieron en el inicio, que sea, los primeros hombres y mujeres que bajaron de las nubes en forma de lluvia y se establecieron en el Istmo, que, más antes, el Istmo no era como es ahora.

 

Cuentan los más viejos que las tierras, de por sí, no estaban bien terminadas; los primeros hacedores no bien la dejaron. La hicieron, y así como se colocaron así mismo quedó, porque dicen que, no bien se podían parar, se caían de la tierra al poner los pies, que sea, no podían poner los pies en la tierra.

 

Entonces los más primeros que llovieron fueron a buscar a los artistas del barro; lo fueron a preguntar cómo es que se trabaja el barro, cómo es que se lo da forma a las cosas pa que quedan como se ven. Ahí lo vieron. Varios días se estuvieron viendo como el trabajador de las ollas hacia la olla, cómo se hacía el horno, cómo se hace el plato, cómo se hace el comal, cómo se hace el tazón; ahí lo estuvieron aprendiendo.

 

Ya que regresaron de nueva cuenta se dijeron: “¿Cómo es que vamo’ hacer pa’ que todo este lugar quede mejor?”.

 

Lo pensaron y lo pensaron. Días pasaron, meses pasaron, y la tierra seguía igual. Ya que lo juntaron otra vez dijeron: “No cosa fácil es esto. Mucho trabajo va a dar, mucho tiempo lo va llevar”. “Sí, pues –dijeron otros–, pero pues, si no tenemos prisa, no vamos a ir pa’ otro lado. ¿Qué no aquí vamo’ vivir? Aquí vamo’ quedar, así que todo el tiempo tenemos. Por eso es que dicen que los que mero somos del Istmo no medimos el tiempo con el reloj, más bien lo medimos con el trabajo”.

 

Entonces, ya que lo pusieron de un acuerdo, dijeron que lo iban a hacer la tierra como un comal. Había que aplanar un poco, pero no todo: se debía dejar pequeñas ondulaciones para indicar espacios diferentes.

 

Ya que lo agarraron el tiempo, se movieron una montaña pa’ un lado, otra montaña pa’l otro lado, lo empujaron todo pa’l norte y dejaron caer pequeñas cuencas pa’ que no se perdieran comunicaciones. Por eso se dice hasta el día de hoy que la tierra es de quien la trabaja, que el Istmo no se vende, se ama y se defiende.

 

Por eso cuentan por ahí que unos ixhuatecos les acaba de doler su corazón. Ya fueron el dotor y lo hicieron electrocardiograma, y los dijeron que no tienen nada, que ya no piensan problemas, que ya mejor se acuestan en su hamaca. Entonces estos doloridos del corazón ya fueron con el yerbero y lo preguntan que si lo puede adivinar la suerte pa’ ver qué manda el corazón, y ya el yerbero los dice que está bien, que el corazón duele algunas veces, que está bueno que hay que sentir esos dolores pa’ que reaccionan.

 

Ya en más grandes pláticas, ya dijeron que el día que su corazón se empezó a doler fue que les dijeron que si la minera Santa Martha de Zanatepec se acaba toda la comida de Chahuites, Tapana, Niltepec, Reforma, Ixhuatán, San Francisco del Mar y otros pueblos más, se muere, se contamina, y la gente se muere también. Ya lo preguntaron los sabios de la universidá, y lo mismo les contestan; que sí, que se mueren la gente y los animales y los ríos y los mares si hay minas.

 

Gran dolor se hace en el corazón, que, pues, más que sea mango, que es monocultivo, eso es que hay; pero con mineras ni mango va quedar pa comer, o va quedar envenenado. Si un poquito de vacas tienen los ricos de Ixhuatán, ni eso va a quedar: van a envenenarse sus vacas. Que si de pescado vive la gente, pues con minas ni ese poquito de pescado y de camarón va a quedar. Que si un poquito de sorgo hay sembrado, otro su poquito de maíz, pues, con mina, ni ese poquito va a quedar vivo. Chanza duele su corazón.

 

Cuentan entonces las malas lenguas que desde ese tiempo las gentes ya se andan juntando, y que, cuando el corazón duele, hay que juntarse con los otros y dejar que el corazón hable.

 

Y dicen que ya el miércoles 28 se juntaron los mangueros y ganaderos y pescadores y sorgueros y agentes municipales y comisariados ejidales y radios y maestros y estudiantes de la prepa; faltan unos todavía, pero ya se van juntando. El miércoles se juntaron pa’ que lo empiezan a ver sus caras de las más gentes del pueblo. Ya se caminó a las asambleas de El Morro, de pescadores de Ixhuatán, de ejidatarios de Reforma: ya sigue el caminar por todas las comunidades ixhuatecas pa’ ver cómo sigue el camino.

 

Ya en la asamblea, habló el corazón; se dijo que no se puede permitir la instalación de la minera, que hay que seguir tocando puertas, que se necesita juntar más sectores, más gentes. Y se dijo: “Perdón que ahora sea yo quien hable y no haya dejado hablar al dinero, por eso empecé a joder: porque detrás del progreso que trae supuestamente beneficios, atrás viene la muerte”.

 

Entonces, cuentan las gentes que ya que se encontraron vieron un poquito de luz, un poquito de alivio tiene el corazón, una su cura va encontrándose a los dolores, pero esa cura no mero fácil es. Será una terapia de 100 años y muchos más. Será una terapia que incluya a las nuevas generaciones. Será una terapia donde se hace necesario volver a las fuentes identitarias del Guidxiyaza para desterrar a los carroñeros de la historia.

 

Postdata:

 

Quizá algunos no lo saben, pero un presidente que no respeta las instituciones comunitarias, que invade por su fuerza, abusando de su autoridad, espacios como la prepa José Martí, donde robó la caoba, no será un presidente que se atreva a defender los intereses del pueblo… ¿o sí?

La lucha sigue

Manuel Antonio Ruiz

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