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9/6/2016

 

Desde hace ya algún tiempo, la basura ha sido un problema constante para los habitantes de Guidxiyaza. Debido a la falta de educación y cultura de protección al ambiente de algunas familias durante muchos años, la pochota (árbol de ceiba), un predio ubicado a la altura del primer vado de cemento –al poniente de la población–, fue el sitio donde los paisanos ixhuatecos tirábamos toda clase de basura. El vertedero de deshechos se ubicaba a orillas de la carretera que conduce a Rincón Juárez; ahí iban a parar los restos contaminantes que generábamos a diario: desperdicios de los hogares, restos de algunos consultorios médicos, desechos del trabajo diario de los tablajeros –los cuales eran el botín predilecto de perros y zopilotes, así como de algunos quebrantahuesos. De vez en cuando, algunas camionetas que transitaban por el lugar terminaban con sus llantas ponchadas a causa de huesos que iban a parar a la pochota.

 

En años anteriores no se contaba con el servicio de recolección de basura que actualmente tiene bajo su organigrama el H. ayuntamiento municipal –que cada vez es más ineficiente porque los paisanos no practicamos la selección de la basura.

 

Un día vi cómo un señor llevaba a tirar a la pochota a uno de sus animales que formaban parte de su yunta. Le pregunté de qué se había muerto el animal, y él me respondió con tono molesto que el responsable de que el destino le quitara a una de sus bestias era el maldito derrengue. Y, pues, así nomás, sin que la autoridad correspondiente tomara cartas en el asunto, dejó a un costado de la carretera el cuerpo esquelético de aquel desafortunado ser.

 

De inmediato, en cuanto le dio la espalda a aquel cuerpo inerte, se dejó caer una parvada de zopilotes; hasta ese entonces solo los había visto volar a gran altitud, y confieso que cuando los vi por primera vez descubrí que eran calvos y completamente negros de color. Vi cómo varias de estas aves de rapiña se dirigieron al ano de aquel animal y con picotazos comenzaron a comerse al toro muerto. De igual manera sucedía con los cuerpos de dos o tres perros que por desgracia habían corrido la misma suerte y alguien los había ido a tirar en ese mismo lugar.

 

Durante buen tiempo ese fue el cuadro desagradable para muchos visitantes que venían del oriente de la población; se encontraban de pronto con esta escena repulsiva que no hablaba bien de la comunidad.

Después de la pochota, autoridades en turno invitaron a que los desperdicios fueran botados más lejos, por allá por el rumbo del esterillo –había quien obedecía y también quien no hizo caso a la recomendación–; por cierto, el más perjudicado era el señor César Nieto porque el árbol de pochota se ubicaba a un costado de su propiedad.

 

Reflexión: actualmente Guidxiyaza cuenta con un vertedero de basura. Las autoridades han hecho un gran esfuerzo por mantener a nuestro pueblo de hojas limpio, pero es de suma importancia que los que vivimos en Ixhuatán hagamos conciencia y reflexionemos acerca de la contaminación y la gran cantidad de basura que generamos a diario sin descartar la posibilidad de ir practicando la selección de la basura; aunado a esto, una gran propuesta del paisano ixhuateco Ricardo Castillo Rivera: propone un proyecto de relleno sanitario para llevarlo a cabo en el predio donde abunda basura de todo tipo en el actual vertedero de deshechos en nuestro pueblo.

La pochota

Clemente Vargas Vásquez

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