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La Jornada y Proceso dan cuenta de un cambio que por no ser mediático (Ayotzinapa es para algunos muy importante por la raja política y económica que esto conlleva) ha pasado desapercibido para muchos y se relega hasta en las páginas interiores. De la mano de David Korenfeld, titular de la Conagua, en comisiones ya ha pasado para su reforma en el pleno la Ley General de Aguas y, con ello, el artículo 4 de la Constitución Mexicana, que hoy le garantiza a cada ciudadano el acceso a disponer de la misma en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible (esta semana se buscaba aprobarla).

 

El agua, por su significado para la vida, se consagra como derecho en las leyes mexicanas y de muchos países, es un recurso esencial para la sobrevivencia de todos los seres vivos del planeta. Los cambios pasan desde determinar cuántos litros es el mínimo de consumo hasta el que hoy los titulares de derechos o quienes tienen asignado este recurso pasarán  a ser concesionarios; este simple cambio modifica todo el entramado legal y convierte al usufructuario en un empresario que puede disponer del mismo para los fines que más le convengan. Muchos países van ya en ese contrasentido debido a las repercusiones que ha traído este enfoque mercantilista del agua, que vulnera a los vulnerables aun mas.

 

¿Qué implicaciones pueden darse? En otros países que han optado por privatizar las aguas nacionales, sus poblaciones han sufrido las consecuencias dado que esta se convierte en mercancía y, lejos de abaratar su acceso o facilitarla, la encarece y la vuelve un lujo para las mayorías empobrecidas. Expertos en el tema dicen: "Es un intento gubernamental para privatizar el recurso y favorecer el uso de agua en la técnica del fracking para extracción de gas shale y por beneficiar a empresas comercializadoras y hasta constructoras. El cambio, la ley favorece a empresas particulares en detrimento del derecho humano al agua potable, plasmado en la reforma constitucional del 2012, y criminaliza la investigación científica, legaliza la contaminación del agua, intensifica conflictos ambientales y elimina la participación ciudadana”.


De acuerdo con otros investigadores, la propuesta de ley busca eliminar todo cuestionamiento y crítica que la sociedad civil organizada o de forma individual ha realizado con base en la investigación científica y otras formas de estudio. La actual definición, indican, refiere que, si naturalmente el agua presenta una concentración de “x” elemento menor a lo señalado en las normas relativas, entonces se puede incorporar, situación que alerta a los académicos por ser de sumo grave para la salud pública.


“Esto es grave en el contexto de que las actuales normas no incorporan la totalidad de los elementos o sustancias para evaluar correctamente los impactos ambientales. Además de que para asegurar los ecosistemas se requiere proteger la calidad natural del agua a lo largo de todo el ciclo hidrológico”, refieren.

 

La iniciativa, que señala 50 litros diarios por individuo, “pone en riesgo la salud de las personas”. De acuerdo con un análisis jurídico realizado por el Centro Mexicano del Derecho Ambiental (Cemda, A. C), la Organización Mundial de Salud (OMS) señala que el acceso óptimo que representa el riesgo más bajo para la salud de las personas es de mínimo 100 litros diarios por persona.

 

Adicional a los daños a la salud, tiene también un impacto económico. ¿ Y cómo puede verse esto? Cada vez que usted toma una botella de agua –por ejemplo, la de medio litro-, paga usted, cuando menos, 6 pesos por ella. Ahora tome su recibo de agua y verifique cuánto paga por un metro cúbico de agua –por ejemplo, en la ciudad de Oaxaca, para la cita-: 300 pesos. Si consideramos que cada metro cúbico equivale a 1000 litros de agua, verá que paga una cifra exorbitante por su medio litro de agua, no se diga si la marca viene acompañada con una transnacional francesa o italiana, el precio sube aun más.

 

Alguien dirá, con razones, potabilizarla, ozonificarla más la inversión de un tren de potabilización son costos que hay que cobrar, pues invertir es de sumo una cantidad muy grande si las cotas de gasto de agua son de grandes volúmenes. Hay que recuperar la inversión me dirán. Un tren de potabilización con capacidad para potabilizar 1000 metros cúbicos de agua ronda por los 800 mil pesos incluido la construcción donde se pone la planta con un retorno de la inversión en 6 años y vida útil de 20 de la infraestructura. Si se realizan ajustes y actualizaciones (modernizaciones) a la planta, la vida útil se alarga aun mas.

 

El costo de producción de un litro de agua en una planta de agua grande es de 50 centavos, un garrafón de 20 es de 25 pesos; los costos aumentan conforme el tamaño del envase disminuye dado que el proceso de envasado se complica, pero eso no llega a justificar esos precios. El agua es de los pocos que generan ganancias de más del 50 por ciento ya eliminados impuestos, costos e inversión. De ese tamaño es el negocio por el que van. Y, con el cambio climático, este recurso será más escaso y se convertirá en letra de cambio para controlar a poblaciones por el simple objetivo de la ganancia.

 

¿De dónde venimos y hoy dónde andamos? ¿Qué ha pasado en este tiempo? Nos creímos que el agua que viene de la red pública ya no era potable, primero por una influencia mediática y de moda en Estados Unidos, luego llega a México de la mano de la red de distribución de las refresqueras, que es impresionante su poder de penetración (las Velas vivieron ese proceso en los 60 con la cerveza, y hoy el consumo es desmedido en ellas), pasando por la desidia de las autoridades, que dejaron de invertir en las redes hidráulicas y por nuestra conchudez de no pagar este líquido que derivó en un circulo vicioso. Al final del día, el agua embotellada trajo contaminación y encarecimiento de la vida. En esa estamos.

 

¿Y eso que tiene que ver con Ixhuatán? Mucho. Primero, pasa por el río Ostuta y su posible concesión. Desde hace rato está en la ruta para represarla como a la Parota y muchos otros ríos similares a él que corren sus aguas al Pacífico. Pasa porque será presa de las trasnacionales mineras. El agua es un recurso muy demandado por estas para sus procesos extractivos y su consiguiente contaminación. Pasa porque la salud de los manglares, lagunas y albuferas dependen de la salud del Ostuta.

 

Hoy lo que se cocina en la Cámara de Diputados federal es cambiar el espíritu de la ley magna para así darles carta libre a las grandes empresas para apropiarse de presas, mantos acuíferos, lagunas y ríos. En la ley se ponen candados de tal manera que, por ley, se asegura que la apropiación sea total, con la demagogia de garantizar la inversión empresarial. Los riesgos ya los hemos visto: en Sonora, Grupo México y el gobernador mostraron hasta dónde la rapacidad puede llegar y cómo vidas de personas no importan por el ánimo de lucro y codicia de estos.

 

Los riesgos que veo para el pueblo: que al rato nos pongan las empresas a pelear apoyados por sus testaferros, llamados presidentes municipales, de bienes comunales o ejidales, tal como pasa hoy por el tema de las tierras, que en el fondo los causan los intereses de las eoeléctricas, sacando a modo una vieja disputa por la tierra a cambio de unas monedas que las autoridades pueden ya tener comprometidas para uso y goce personal. Casos sobran. En Santo Domingo Ingenio ya esto ha llevado a luchas entre hermanos de tierra.

 

Lo que veo es que al rato vamos a entrar en conflicto con comunidades distintas a San Francisco del Mar justificando en el discurso un tema de territorios o cualquier excusa posible. La lucha por los recursos no será para nuestro beneficio, aunque así nos lo digan, es para que empresas se apropien de ellos.

 

Es tiempo todavía de sacar a la luz este tema en redes sociales, en medios comprometidos. La supervivencia de todos está en juego. La ley, como está diseñada para su aprobación en las cámaras, según especialistas, lo que logrará es encarecer al vital liquido y aumentar la desigualdad en un país de sumo desigual.

 

Pante: las flores como alimentos o vinculados a la cultura. El cempasúchil se liga a los muertos; el jazmín de Huayapam sirve para el téjate, y el guíee'chachi, para el bupu istmeño. De este último Lineo le puso un nombre en latín cuando realizó sus clasificaciones botánicas que hoy pervive: Plumeria Rubra. Del Guiee'tiqui o Sospó para los zoques le pusieron un nombre de sumo poco poético: Pseudobombax ellipticum. También en latín.

 

¿Que por qué cuento esto? Lo escribo para mi próxima entrega.

La privatización del agua o la mercantilización de la vida

Joselito Luna Aquino

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