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Han sido muchos los casos de ixhuatecos que han emigrado hacia otras latitudes. Unos lo hicieron por necesidad y otros por ganas de superarse. Hay quienes han regresado al pueblo después de mucho tiempo y otros que nunca volvieron.

 

La migración ixhuateca ha sido una variable constante a lo largo de los años. Tan es así que la población del municipio no ha aumentado, sino que se ha mantenido sin variaciones importantes. En ese sentido, se podría pensar que la migración solo tiene consecuencias negativas porque no permite que aumente el mercado de los consumidores en detrimento del comercio local; no obstante, también podríamos analizar este fenómeno desde una perspectiva positiva, en la que podemos poner de ejemplo a ixhuatecos que regresaron al pueblo con una nueva mentalidad, emprendiendo nuevos proyectos con inversiones en negocios locales. O bien, otros que trabajaron incansablemente en el exterior para enviar dinero a sus hijos para que pudieran estudiar, y, gracias a ello, hoy son profesionistas destacados.

 

No es un secreto que para aminorar la migración de jóvenes se necesita de una universidad que pudiera capacitarlos y darles las herramientas profesionales necesarias para beneficio de nuestras comunidades. En lo personal, no tengo la menor duda de los beneficios que pudiera traer el proyecto de una universidad, y más si las carreras que se impartieran pudieran ser compatibles con el modelo agropecuario de nuestro municipio.

 

Sin embargo, aun si el proyecto se hiciera realidad en algún momento, es fundamental que los jóvenes ixhuatecos no pierdan el hambre por seguir superándose y que se den la oportunidad de conocer otras culturas y formas de pensar. Dijo alguna vez Santo Tomás de Aquino: “La vida es como un libro: el que no viaja sólo conoce la primera página”.

 

En ese sentido, invito a todos los jóvenes ixhuatecos a que se den la oportunidad de explorar otras alternativas de estudio, de que aprovechen las becas institucionales y de organizaciones civiles para estudiar en el extranjero, de aprender alguna lengua diferente al español, de perder el miedo a estudiar lo que les gusta y de demonstrar que no hay sueño imposible por alcanzar.

 

Con esto no quiero decir que no esté de acuerdo con impulsar del desarrollo de las futuras generaciones a través de proyectos locales y de la conservación de nuestras tradiciones como eje social. Al contrario, el ir al exterior nos permite tener una mejor comprensión de nuestro entorno, de valorar nuestras raíces y complementa nuestra formación como ser humano.

 

A propósito de este tema, quiero felicitar a nuestro editor, Michael Molina, por emprender un nuevo proyecto académico en el extranjero, lejos de su familia y de sus amigos, en el que le deseo el mejor de los éxitos. Ojalá que haya muchos ixhuatecos que se animen a estudiar algún postgrado en el extranjero, para eso no se necesita tener grandes recursos, solo se requiere determinación y ganas de superarse.

Los beneficios de emigrar

Florentino Cabrera García

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