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17/11/2015

 

Me toma de la mano y me lleva a pasear. A veces corrimos bajo la lluvia con sus relámpagos y truenos riendo a carcajadas. Por momentos resbalamos y caímos y nos revolcamos en el lodo que la lluvia vuelve a lavar. Esa sensación de estar mojados y dar vueltas y perseguirnos. Algunas veces la persigo y ella se muestra fugitiva. Otras veces la presiento y me le huyo. No sé si quiere seguirme o en realidad corre más despacio para no alcanzarme.

 

No siempre ella es juguetona; de pronto se vuelve seria y regañona, sobre todo cuando le toca levantar a alguien de camino. Me dice: “¿Tú crees que es fácil andar riendo todo el tiempo? Si trabajando ando. Algunas veces tengo de venir 2, 3, 5 y hasta 10 veces a llevarme a alguien. Los humanos son difíciles.

 

“Bueno, los humanos, son los que se desprenden pronto. Los que no han sido tan humanos son los que se tardan y me hacen dar muchas vueltas. Ellos y ellas, quienes en vida fueron avaros, represores, intransigentes, mala gente, pues, son quienes tienen más miedo y ni corrigen ni enmiendan, menos aún reconocen que actuaron contra su conciencia. Por eso tardan en morir.

 

“¡Aaaaah!, pero no te creas, algunas veces he acompañado a gentes durante toda su vida. Nacen frágiles, sencillos, desprendidos de todo. Pasan hambre. Pasan persecución. Son amenazados y perseguidos. Entonces todo el tiempo estoy al pendiente, esperando el momento. Con esa gente hemos hecho alianza, hemos buscado cuidadores y protectores, es decir, estas gentes humanas se fortalecen. Yo sé que no es fácil que caigan, pero una nunca sabe, a veces me descuido y se van pronto. A esa gente le tengo cariño especial y hasta le ayudo a seguir viviendo”.

 

Subimos un árbol y llegamos hasta una hoja amarilla que se desprendió y viajamos con el viento, al principio parecía caer de manera circular. Una ráfaga de viento nos elevó y nos llevó más allá del mar. Me decía: “Me duele París. Pero también Gaza, Siria, Irak, Sudán del Sur, Yemen, Afganistán, Sáhara, Somalia, Pakistán, Ayotzinapa y las aguas del Mar Egeo repletas de muertos”[1].


“Me duelen las guerras, el imperialismo, el capitalismo y el patriarcado; los tratados de libre comercio, las dictaduras disfrazadas de democracia. Me duelen muchas cosas hoy.

 

“Creo que algo de lo que pasa en París es parte de lo mismo que crearon; ya en otro tiempo estuve en esa zona. Cuando acaba la Primera Guerra Mundial aparecen países, entre ellos Siria. Los ingleses y franceses hacen un acuerdo para crear estos países. Estos dos países para poder derrotar al imperio otomano buscaron a los árabes que vivían en este territorio prometiéndoles la Gran Arabia, un país entero para ellos, que nunca les dieron; las potencias hicieron muchos países que controlan a su antojo. Siria es un país que no tiene mucho petróleo, pero representa el acceso al mar que Francia e Inglaterra controlan concesionándolo a empresas extranjeras.

 

“De todos los grupos de poder y opositores hay un descontento, y más allá de toda cuestión buscan la idea de crear la Gran Arabia. Los radicales de estos grupos son los que están reaccionando contra quienes iniciaron la división y traicionaron un compromiso.

 

“¿Por qué la muerte y el dolor se lamentan para todos los humanos? ¿Por qué ustedes, humanos, se administran dolor y muerte de parte de unos hacia otros? ¿Por qué contestan con el mismo o mayor nivel de violencia a una injusticia cometida? ¿Esta ola de violencia debe continuar de esta manera? ¿Seguiremos inyectando el mismo dolor e injusticia a la tierra en aras del desarrollo?

 

“¿Por qué me culpan cuando alguien se va de esta vida? Yo solamente vengo a llevármelos, a que no se queden vagando por ahí sin rumbo.

 

“A ti te tengo confianza, te explicaré: yo soy la muerte. Soy el umbral, la puerta, un espacio entre un estado y otro, el paso, el comienzo u origen entre la vida en forma humana y la vida en otras formas. A veces pienso que los que dicen que la muerte duele ha de ser que solo quieren tener para sí y sin compartir al ser que dicen extrañar, pero eso solo es.

 

“Claro, a mí me duele la muerte inducida por otros y cuando se toma la vida de los otros para tener mayor poder, avaricia, intransigencia. Y resulta que la tal Francia aterrorizada, pues, debería decir a sus gobiernos que dejen en paz a los demás, pero para eso tienen que cambiar su nivel de vida, o sea, todos y todas las franceses deben dejar de andar en coche y tener calentadores de cuartos y no usar toda la buena vida que tienen, así pueden ayudar a que haya menos bombas en sus países”.

 

Parlanchina ella. Quién sabe si siempre es así y si lo hace con todos. A mí no me dejaba de hablar y hablar, tanto que cuando me di cuenta estaba frente a un revólver; afortunadamente quien lo tenía en sus manos era un cobarde frente a las palabras, que es lo único que tengo, y no jaló ni nada se llevó, nada hay de valor monetario sobre mí que quiera o pueda ser robado.

 

Aún me le quedé viendo y le sonreí, alcancé a decirle: “Para el pueblo de Francia, para los migrantes, los jornaleros, los pobres, los estudiantes, periodistas va mi dolor y mi digna rabia ¿Qué triste lo ocurrido en París sin olvidar lo que vive nuestro México diariamente?[2]”.

 

“Pues bueno –me dijo–, hoy domingo 15 me llevo a Eugenio Bermejillo, comunicador y acompañante de comunicadores, fundador de la red Boca de Polen. Sí. Sé que te duele, pero sé que duele porque no seguirá haciendo el bien que a ti te hace falta. Lo hará de otra manera y en otra parte”.

 

Tomó de la mano a una niña y corrió con ella por la nive.

 

[1] Tomado de un muro que olvidé de quien era. Mil disculpas por no anotar la fuente en el momento.

 

[2] Tomado del muro de Faceboock de Diana Manzo el 14 de noviembre

Me duele esta vida

Manuel Antonio Ruiz

Tomada de www.thehill.com

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