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No cabe duda del gran provecho que los políticos le han sacado al boom del internet en los últimos años. Unos lo han hecho para promoverse en las redes sociales de cara a las próximas elecciones y otros, quienes ya ostentan algún cargo público, para ver si en la próxima contienda electoral pueden dar un salto a un puesto de mayor rango -el clásico chapulinazo, como algunos lo llaman-. Así, hay políticos que frecuentemente publican fotografías en el Facebook o Twitter, saludando y sonriendo a personas a las que nunca saludarían bajo otra circunstancia, de manera que lo hacen así con el único propósito de  promover su imagen antes los potenciales electores.

 

A todo esto no le veo nada de malo, al final de cuentas cada quien hace lo que sea por obtener algún beneficio personal y cada quien tiene el legítimo derecho de aspirar a convertirse en un servidor público. De ahí que hayan encontrado en las redes sociales un maravilloso canal que les ha permitido transmitir propaganda preelectoral a la sociedad.

 

Sin embargo, como ciudadano común, el reclamo que les hago a los servidores públicos de elección popular es que el internet lo han utilizado para darse mucha publicidad, pero para exhibir una exigua, por no decir que nula, transparencia en la administración de las finanzas públicas.

 

Sigo esperando a que se habiliten más portales en el internet mediante los cuales se exhiban la transparencia y rendición de cuentas de los gobernadores, senadores, diputados y presidentes municipales para que la ciudadanía pueda ver que los recursos que se les asignan se administren con honradez y honestidad.

 

Pocos han sido los funcionarios de elección popular que han optado por abrir un portal en internet; sin embargo, en la mayoría de los casos lo han utilizado para publicar fotografías de los avances de su gestión y para exhibir el directorio y la biografía de sus subalternos, por lo que sigue faltando la publicación de los presupuestos asignados y de la administración del gasto público.

 

En pleno siglo XXI, en un mundo revolucionado por los avances tecnológicos, sigue faltando transparencia en la agenda de los servidores públicos que administran nuestros impuestos. Ante esto, seguramente habrá quienes digan que la transparencia se cumple con los informes de gestiones anuales, de donde he escuchado una y otra vez frase como: “Si tanto te interesa, ¿por qué no fuiste al informe del presidente?”, “Te perdiste de escuchar todo lo que hizo el senador el año pasado”, “Este diputado sí trabaja. ¿Ya viste las fotos de sus gestiones que publicó en su informe?”. Señores y señoras, eso no es transparencia, pues la transparencia consiste en abrir la información para que el público la conozca, la analice y la critique. La transparencia forma parte de la democracia y es un elemento indispensable para poder detectar irregularidades y sancionar a los funcionarios públicos corruptos. La transparencia también representa la oportunidad para generar confianza en la sociedad y para reconocer la honestidad y el trabajo de los buenos servidores públicos.

 

Seguiremos esperando a que más servidores públicos sometan al escrutinio social  la administración de los recursos públicos a fin de que la ciudadanía que no asista a sus informes de gobierno pueda ver dónde quedó el dinero del pago de sus impuestos.

Mucha publicidad y poca transparencia

Florentino Cabrera García

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