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Con mucha frecuencia he escuchado a la ixhuatecada decir esta frase. Y es que todo aquel que logra triunfar, por decirlo así y en términos generales, lo ha hecho fuera del pueblo, mientras que los que triunfan en este son de fuera, dice la gente.


Por lo anterior, muchas veces he tenido miedo y en ocasiones me he llegado a sentir hasta frustrada porque es evidente que en nuestro pueblo esta frase ha cobrado no solo fama, sino que también vida, y eso es preocupante, al menos para mí.


Quiero pensar que muchos de ustedes no me dejarán mentir. Y es que algo que no comparto con mi gente, y por lo que pido disculpas de antemano, es la forma que se tiene para asesinar a un hermano, sí, ese que tiene el sueño y el afán de ser alguien en su pueblo y para su pueblo, mismo que se ve señalado y coartado por el hecho de tener ascendientes mal vistos y criticados en el pueblo o por cargar con un pasado que, en su momento, no fue el mejor de sus tiempos, el cual, sin conocer los motivos y las causas, no se dejan de resaltar.

 

Esa marca que te tatúan de manera permanente y sin piedad es la misma que te hace emigrar y hacer por otros lo que no dejaron que hicieras por ellos.


A través de la historia, he sabido de muchos paisanos que han logrado sobresalir no solo a nivel nacional, algunos inclusive han sido o son de talla internacional. Sin embargo, la mayoría de ellos, si no es que todos, no vive en Ixhuatán y han dejado de ser ixhuatecos de corazón para convertirse en ixhuatecos solo de nacimiento. Muchos de ellos, a falta de una universidad, han tenido que dejar su terruño para superarse; en algunos vive latente el deseo de regresar, en otros ya solo el recuerdo queda.


Pero ¿será cierto que nadie puede ser profeta en su tierra? La verdad es que optamos por darle la confianza a aquel que viene de lejos que a nuestro propio hermano, preferimos al extraño que al que vimos nacer y hemos visto crecer sin darle la oportunidad a ese deseo que tiene de ser y hacer por y para su pueblo y su gente.

 

Hermanos, yo les pregunto: ¿será acaso eso justo? Pensemos en que, quizá, el día de mañana tus hijos o tus nietos tendrán el deseo de ser profetas en su tierra y se verán rechazados por esa manera tan cruel que se tiene de matar en vida.

 

No hagas con los otros lo que no quieres que le hagan a los tuyos.

Nadie es profeta

en su tierra

Alhelí Ruiz Fuentes

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