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A Jesús Vicente, tío, ikoots, amoroso lector

y protagonista de esta historia

 

De la entrega del artículo que se publicó la semana pasada, el protagonista me sugirió precisiones y datos que quisiera no dejar pasar como acto de precisión histórica y para dejar en claro las circunstancias de los hechos narrados.

 

Todo inicia en el Distrito Federal en un departamento de Villa Coapa. Una noche llegó la columna de tres guerrilleros, le pidieron a una amiga que les facilitara refugio, dinero para ropa y guardar el secreto, quemar agendas que hablaban de sus vidas, amigos y quereres. Se debía renunciar a todo.

 

El protagonista fue contactado por un amigo, simpatizante y camarada de aquellos luchadores, quien le pidió en secreto el apoyo, esconder a estos en su pueblo, mientras les buscaban un país que les diera refugio y asilo político, cosa difícil en esos días. Acepta y contacta a sus parientes en Ixhuatán, nadie debía saber quiénes eran y por qué iban.

 

La columna partió de Buenavista al Istmo con la intención de llegar a Ixhuatán; cumplido el objetivo, venía la parte difícil de todo: ocultarlos y lograr que partieran, sin sobresaltos, al exilio. No fue difícil que llamaran la atención, un pariente de la esposa del viejo ixhuateco que militaba en el Partido Popular Socialista (PPS) fue con el cacique del lugar a delatar a esos extraños denunciando que aquel pescador ocultaba con su yerno en los montes de las lagunas del pueblo a unos fuereños.

 

El viejo fue llamado a cuentas con la orden de dar santo y seña de sus visitantes, dijo lo que le habían dicho que hablara, no se salió del guion hecho y, salvado el trance, era señal de acelerar la partida hacia otro país que les diera refugio.

 

El tiempo pasó y el viejo odió al soplón de la Cuarta Sección, al que acusó de cambiar por unas monedas a sus camaradas que se reunían para fundar un ejido, algo que debió ser la mejor defensa de las tierras de Ixhuatán y que no prosperó por traiciones propias y a la persecución de los grandes poseedores de ellas y que no estaban dispuestos a renunciar a sus modos de vida por el beneficio de las mayorías.

 

En los 90, durante mi titulación, invité a un amigo que se postulaba para rector de la Universidad Autónoma Chapingo. Ahí, antes de iniciar mi exposición, protagonistas de aquella aventura en Ixhuatán se fundieron en un abrazo. Mi amigo me reclamó no haberle dicho mi identidad y que era sobrino de su cómplice.

 

Más tarde, en Texcoco, mientras cenábamos con mi mentora, salió a relucir una parte de la historia, la otra me la narraría el viejo; el ikoots había fallecido hacía unos años atrás. Sentí obligación de contar esa historia algún día, me lo propuse y hoy se las comparto.

 

El país cambió, el PRI perdió las elecciones presidenciales en el 2000, se fundó el PRD en el 89, el socialismo real terminó sus días en los 90 del siglo pasado y quien hizo el himno del PRI en Tabasco se convirtió en el principal líder de izquierda del país.

 

Quien escribió el mejor relato del 68 tomaba café en la Zona Rosa cuando, a cuadras de ahí, reprimían a los estudiantes; los primeros fundadores del PRD terminaron expulsados, entre ellos esos guerrilleros; hubo dos levantamientos más, uno en 1994 y otro en 1996, ahora fueron Chiapas y Oaxaca; Guerrero seguía siendo la cuna de las guerrillas del país. El país se llenó de violencia, ahora de narcos y del estado, pero, de aquellos días, era necesario rescatar la historia a manera de homenaje a la valentía de aquellas personas que concurrieron en el relato.

 

Y, como dije, el protagonista de esos días me sugirió precisar algunas cosas que sirven como calce del primero para que no hubiese dudas de su hazaña.

Notas al calce de la guerrilla en Ixhuatán

Joselito Luna Aquino

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