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28/10/2015

 

Andrés Manuel López Obrador (1953) –AMLO–, una vez saludó a la concurrencia reunida bajo el domo municipal y en derredor de este –poco menos de 200 personas adultas–, recordó que ya antes había estado en Ixhuatán, señalando el kiosco. Y agregó: “No es fácil olvidar Ixhuatán: por ustedes, pero también porque de aquí era un gran escritor, Andrés Henestrosa, que escribió varios libros. Fue el que más homenaje le rindió, con su prosa, a Benito Juárez. Escribió un libro básico que se llama ‘Flor y látigo’. Pero el mejor libro –desde mi punto de vista– de  Andrés Henestrosa fue uno que hizo sobre su pueblo, sobre Ixhuatán, que se llama ‘Retrato de mi madre’. Ese es uno de los libros más bellos que está escrito en lengua castellana, ¡en el mundo! Por eso me da mucho gusto estar aquí, en la tierra de un gran escritor”.

 

En efecto, AMLO estuvo en Ixhuatán el jueves 14 de junio de 2007, en su recorrido por todo el país al no ganar la presidencia de la república en 2006, su primera candidatura de dos que ya suma; la otra fue en 2012. Ahora recorre el país con miras a un tercer intento en 2018, con el cual empataría a Cuauhtémoc Cárdenas (1934). AMLO se unió a este y a Porfirio Muñoz Ledo en 1988 –una vez los tres rompieron con su partido, el PRI–, año en el que Cárdenas se postuló a la presidencia.

 

En aquella su primera visita a Ixhuatán, AMLO también se refirió a Andrés Henestrosa –quien aún vivía– en términos elogiosos. Pero, a diferencia de aquella ocasión –en que mucha más gente fue a verlo–, esta vez el público ovacionó más la mención del famoso escritor y político ixhuateco. A pesar de ello, muy pocos saben que el libro “Flor y látigo” fue publicado en 1944 y en él, a decir del propio Henestrosa: “(…) sin mutilar el texto –de Benito Juárez, anoto– en lo que tuviera de esencial ni desfigurarlo, reduje aquellos renglones a sentencias, apotegmas y aforismos” (Novedades, 10/III/1956). Libro en el que por mucho tiempo abrevaron políticos variopintos del país –presidentes, senadores y diputados, entre otros– para elaborar sus discursos. Henestrosa, también hay que decirlo, escuchó y asesoró a más de un presidente y por lo menos a uno le redactó discursos.

 

No solo ese libro escribió Henestrosa sobre Juárez. Conocedor, lector y admirador de Ralph Roeder (1890-1969) –el mejor biógrafo de Juárez hasta ahora–, agregó a la mitología del Benemérito algo de su cosecha en un pequeño libro editado por el FCE en 1972 –con ocasión del centenario luctuoso del patricio– titulado “Los caminos de Juárez”, reeditado masivamente en 1981 –serie “Lecturas mexicanas”– por la misma casa editora (Divagario, 10/IX/1985). Obras –la de Roeder y las de Henestrosa– que se pueden hallar en la biblioteca Martina Henestrosa, en Ixhuatán, inaugurada por el escritor en agosto de 1984.

 

Por lo que toca al elogio de AMLO a “Retrato de mi madre” –como originalmente se publicó en el número 1 de la revista “Taller”, en diciembre de 1938, y que en su primera edición individual de 1940 se llamaría “El retrato de mi madre”– cabe decir que no es exagerado. Mucho antes de él, artistas de la talla del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, el chileno Pablo Neruda y el mexicano Octavio Paz, los tres galardonados con el Premio Nobel, ya lo habían hecho. Así que el tabasqueño –quien recientemente dijo ser peje, pero no lagarto, esto es, ladrón, para distanciarse de los políticos de esta hora– no pecó de zalamero con los ixhuatecos cuando al final de su discurso expresó: “A mí me dio mucho gusto estar aquí con ustedes, Ixhuatán. Ahí les recomiendo –y saben que con todo respeto–; pero si leen el libro ese “Retrato de mi madre”, de don Andrés, van a ver ¡qué libro tan bello! Además, está dedicado aquí, a este pueblo. Entonces ahí se lo recomiendo mucho, no dejen de leerlo”.

 

Y eso que Henestrosa –podría objetar alguno– desde 1946 y hasta su muerte fue priista, igual que muchos que escucharon la recomendación lo fueron de ese y otros partidos y hoy, pública y teóricamente, son opositores al PRI. Tan fue un aguerrido priista Henestrosa que a él atribuye Rafael Cardona la frase: “¡Que los que no voten por el PRI, se vayan a la chingada!” (Revista Cambio. No. 299. Enero de 2008).

 

Por su parte, el poeta Octavio Paz –cofundador de la revista “Taller–, en un texto fechado el 27 de diciembre de 1980, titulado “Agua de la memoria”, escribió estos elogios a Henestrosa: “Pienso sobre todo en el relato de Andrés Henestrosa y en su extraordinaria juventud: no tiene una arruga. La impresión que me ha causado su relectura me ha hecho recordar la emoción con que lo leí, por primera vez, una tarde en el Café París […] En 1938 todos nosotros éramos principiantes y lo que escribíamos era casi siempre un balbuceo, aunque ese balbuceo no careciese de emoción y de profundidad en ciertos casos, como el de Revueltas. Pero el relato de Henestrosa no parece escrito por alguien que comienza: revela esa maestría que solo se adquiere en la madurez. Tampoco parece escrito hace cuarenta años. Dije antes que esas páginas no tienen una sola arruga: poseen la juventud sin edad de las obras que se acercan a la perfección […] Pocas veces la prosa en nuestra lengua ha logrado tal fluidez de agua corriente. Agua para beber y agua para contemplar en su fondo ondeante, no nuestros rostros interrogantes sino un paisaje que se entrelaza y desenlaza en vibraciones y centelleos: mujeres, hombres, niños, burros, bueyes, vacas, nubes, un árbol llameante en un llano quemado –el tiempo y sus aspiraciones. Agua de la memoria”. Y eso que dicha obra –para quienes no la han leído– no llega a las 20 cuartillas.

 

Vasto conocedor de la historia nacional –AMLO es licenciado en derecho, profesión que concluyó muchos, pero muchos años después de haberlo comenzado en la UNAM–, explicó a sus escuchas las razones de la lucha que él encabeza –a  la que llama “El cambio verdadero”–, ahora apoyado en su partido político, Morena, del que expresó: “Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, porque ese es el objetivo, no los cargos, no es el: ‘Quítate tú porque quiero yo’; no es la ambición al poder por el poder o la ambición al dinero; lo que buscamos es transformar, y para que nos ubiquemos de lo que esto significa pensemos que ha habido nada más tres grandes transformaciones en la historia del país: la Independencia de México, el movimiento de Reforma y la Revolución”. Acto seguido, afirmó: “Y nosotros queremos llevar a cabo la cuarta transformación de la vida pública del país, sin violencia: de manera pacífica. Por eso seguimos orientando, haciendo conciencia, despertando a la gente para que se logre entre todos, desde abajo, la transformación que necesita nuestro país, el renacimiento de México”.

 

Al respecto, la muy célebre escritora Elena Poniatowska –Premio Cervantes 2013–, metida de lleno en el activismo político, en la presentación del libro de AMLO “Neoporfirismo: hoy como ayer”, expresó: “Ser historiador es correr grandes riesgos. Hace años, en 1953, gracias al juchiteco Andrés Henestrosa tuve el privilegio de entrevistar al historiador Ralph Roeder, en su departamento de la colonia Cuauhtémoc. Recuerdo como si fuera ayer su gran obra en dos tomos ‘Juárez y su México’ y cómo vivía para amar al país a través de su historia. Su veneración por Juárez entonces rivalizaba con la de Andrés Manuel López Obrador ahora. Amar a la historia es estar poseído. Roeder era un poseído que causaba una honda impresión en sus lectores porque era además un hombre del Renacimiento. También Andrés Manuel López Obrador es un poseído. A él lo posee México aunque, a diferencia de Ralph Roeder, su vida no se divida en varias manifestaciones culturales como el cine, la música, el teatro, el trato con artistas célebres. Andrés Manuel comparte sus días y sus horas con campesinos, con obreros, se pone al servicio de los que nada tienen y les ofrece cambiar su condición miserable. De ello son testigos los pueblitos más olvidados a los que nunca regresan los candidatos después de prometerles el oro y el moro. Escucha, sin desesperarse, a la misma gente que escuchó Lázaro Cárdenas, la que nada tiene. Andrés Manuel podría decir lo mismo que Ricardo Flores Magón al afirmar que ha consumido muchos años de su vida en la lucha por la libertad. Andrés Manuel busca una patria indisoluble en que todo sea para todos y en la que todos tengamos la misma oportunidad, actitud muy distinta a la del neoporfirismo y la de sus seguidores del PRI que ahora Andrés Manuel analiza y condena, ya que desde hace más de 25 años lo único que conocen los mexicanos más pobres es el abandono y la codicia de los poderosos. Decía Carlos Monsiváis que no hay ricos más mezquinos y más bisoños que los ricos mexicanos. Viven como si no supieran que su propio futuro depende del futuro de aquellos a quienes tontamente ignoran” (La Jornada, 18/III/2014). Hago notar –por si andaban con el pendiente– que AMLO utiliza el vocablo neoporfirismo para definir al neoliberalismo que hoy día se practica en México y que tan encantados tiene a los ricos y a quienes, sin serlo, sueñan en imitarlos y se ponen siempre al lado del ganador.

 

Fiel a sí mismo y a su ideario político nacionalista con dosis de juarismo, AMLO, en Ixhuatán, dio un panorama “socioeconómico y político del país” –de este modo publicado en Facebook, en los tocadiscos locales y en las calles del pueblo para invitar al evento– del que por supuesto no salió bien librado el gobierno y los partidos políticos a los que etiqueta como “la mafia del poder”. Entre otras cosas, dijo: “Sabemos lo que se tiene que hacer, tenemos la fórmula; llevamos tanto tiempo en esto pensándolo, reflexionándolo, cavilándolo; sabemos que el principal problema del país es la corrupción, y si erradicamos la corrupción solo con eso vamos a lograr que el país salga adelante y que nuestro pueblo progrese y que haya empleos y que haya buenos salarios y que haya bienestar. Dicen los asiáticos que un problema bien planteado, bien analizado, bien enfocado es un problema medio resuelto”.

 

Planteada la causa que complica seria y gravemente la vida nacional, AMLO, conocedor del público que le escuchaba, didáctico, afirmó: “A veces pensamos que es muy complejo, que es muy difícil cambiar las cosas en el país. Pero no es tanto: es sencillo. El principal problema es la corrupción. Hay un grupo, una pandilla de rufianes, una banda de malhechores –porque eso son estos gobernantes–, que se han dedicado a saquear al país, a robar. Eso que llaman, pomposamente, ‘política económica neoliberal’ no es más que robo, saqueo, pillaje; es trasladar los bienes del pueblo y de la nación a particulares, sobre todo a extranjeros”. En efecto, igual que antaño, hoy, funcionarios de todos los niveles –hasta los de quinta– se creen la gran cosa –hasta honorables– no obstante su riqueza mal habida. Por eso a la corrupción habría que añadir la inmunidad e impunidad de las que gozan las clases políticas y privilegiadas de México. Acá viene a pelo lo que, en la ocasión antes mencionada, dijo Poniatowska: “¿Cuál es la actitud de Andrés Manuel frente a la historia de México? Es obviamente la de un hombre de izquierda. Y, ¿qué es ser de izquierda?

 

“La definición de izquierda que más se ajusta a Andrés Manuel es la del filósofo italiano Paolo Flores D’Arcais, quien al igual que Tina Modotti proviene de la provincia del Friuli, Udine. Paolo es ateo a diferencia de Andrés Manuel y más joven que él porque sólo cuenta con 44 años. En su libro, ‘El individuo libertario’, traducido al castellano, Flores D’Arcais define a la izquierda como un compendio de actitudes que pueden resumirse en cuatro palabras: ‘indignación hacia lo existente’. Y se niega a ‘considerar la injusticia social como una fatalidad inextirpable’. A Andrés Manuel lo caracteriza su grito: ‘Primero los pobres’. Ese ha sido su lema, el sello de todas sus batallas y el de su conducta personal. No hay uno solo de sus miles de miles de mítines en el que no denuncie la injusticia social y las trampas políticas que impiden que vivamos en un estado de derecho. Su obstinación es una garantía, sus recorridos por toda la República una constancia de que para él, la consulta popular además de una regla política es su regla de conducta. ‘¿Están ustedes de acuerdo?’ –pregunta–. ‘Levanten la mano si creen que tal o cual resolución es la correcta’. Sujetos a una intensísima campaña de radio y televisión, los ciudadanos nos preguntamos qué autoridad tenemos y dudamos si va a ser respetada nuestra idea de las cosas, por eso, el trato respetuoso que nos da Andrés Manuel va mucho más allá del abrazo para la foto en el periódico o la valla de manos estiradas.

 

“Finalmente Andrés Manuel escribe historia ‘para avanzar en la interpretación del mundo, para transformar a la sociedad, para participar políticamente, para defender principios y causas sociales, para denunciar esto y mejorar aquello’, como lo dice José Joaquín Blanco y también porque en él, en Andrés Manuel, hacer historia es una inclinación natural; la historia le gusta y escribirla es fortalecer nuestra conciencia colectiva, recuperarla y finalmente construir la identidad del único país que tenemos: México”.

 

De todo ello dio constancia AMLO en el parque Benito Juárez de Ixhuatán, llamado así a partir de 1972, “Año de Juárez”. Hubo también muchos abrazos, principalmente de mujeres que lo miraban con admiración y arrobamiento. Ah, y peticiones de que mencionara a Ixhuatán en la televisión, que regresara al pueblo, que nunca se olvidara de Ixhuatán ni de las madres solteras. “¡Cuando llegues a presidente no te olvides de los pobres!”, le gritaron. A pesar de ello, pocos entonaron el himno nacional, con el que AMLO cierra sus mítines: quizá no se lo saben o les dio vergüenza hacerlo al pardear la tarde. Yo, al ver a AMLO empuñar en su mano derecha la enseña patria, pensé en todos aquellos que se han venido burlando de él desde que se autonombró “presidente legítimo de México”. También recordé que esos ritos patrióticos fueron propios de otras épocas, la Reforma, por ejemplo.

Tomada de www.ndmx.co

¿Palabras perdidas?

Primera parte

Juan Henestroza Zárate

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