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25/7/2016

 

Ojos perlas

 

Trémula estrella que cuelga de la noche,

¿cuándo se cortarán los hilos que nos atan

del firmamento inalcanzable de tu ego?

Si fuera constante tu brillo,

no habría insomnios en mis noches,

no habría deseo desbocado tirado en el vacío.

 

Déjame ser feliz con tu felicidad,

ser dolor de tus recuerdos.

Déjame ser calor de entre tus piernas

y saber a qué saben tus deseos.

 

¿Qué amante clandestino te bajó de donde estabas

en galopante desenfreno de lujuria?

 

Llévame a tus noches de amor,

sácame de eternas noches solitarias

para vivir en lo prohibido de mis sueños

inundado en los orgasmos de insatisfechas noches.

 

Del altar de tu inmaculada imagen

vi caer de tus ojos perlas,

vi caer de tu boca gotas de miel,

vi caer de tu cuerpo gotas de amor.

 

Yo vi tus deseos a flor de piel,

y correr el velo de tus labios

para lamer mi herida

de callada desesperación.

 

 

Quién quiere un corazón para romperlo

 

Quién quiere un corazón para romperlo,
aunque sangre la herida a fuerza de balas asesinas;

para hacer a un lado a los justos,

a los que sangran ante la injusticia.


Quién quiere un corazón para romperlo.
Mi cuerpo échalo a los surcos de la tierra

o en un rastrojo de sueños abortados.
Brota de la tierra, hermano, para decirte que tenías razón,
aunque hoy sumemos enemigos.

 

Creí en la libertad de tus palabras,

de las conciencias reprimidas

por genocidas que prometen igualdad.
¿Quién mata una mariposa en el invierno?

 

Caerán las hojas en la primavera,

y renacerá la vida en el otoño,

y el amor florecerá en el ocaso de mi vida,

antes de que asome la cordura.


Quién quiere un corazón para romperlo
con latidos que se mezclan en el viento

y danzan con el Diablo bajo la sombra del poder.
Mujer de dinero, paisaje de la noche

que seduce la necesidad del placer

para comprar tus caricias con espinas.


Mirad, hombre pequeño,

cómplice inconsciente de la sangre derramada,

del silencio y la palabra mutilada por las armas.


Quién quiere un corazón para romperlo,
quién quiere un ideal para traicionarlo, 
quién quiere un amor para olvidarlo.


Subasto mi cuerpo tendido al sol

para dar la vida y que abonen los campos de justicia,
y un corazón roto cansado de latir por vos

en callada desesperación.

Poemas

Manuel Eugenio Liljehult Pérez

Tomada de www.drsoler.com

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