top of page

12/4/2016

 

¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar?

¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria?

¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono?

¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados?

¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria?

¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos?

¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar?

¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas?

¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos?

¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece?

¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores?

¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? (EZLN)

 

En 2014, estudiantes y profesores realizamos un diagnostico comunitario participativo donde varias comunidades se reunieron en pequeños foros para plantearnos quiénes somos, cuáles son nuestras necesidades y qué propuesta tenemos para nuestro futuro.

 

Dicho diagnóstico lo realizamos desde el sentipensar de la gente, plasmamos preguntas generadoras que nos mostraron cierto camino. El resultado lo publicamos en esta misma página entre septiembre y octubre de 2014.

 

Cabe destacar que nuestras comunidades tienen ya inserto un proceso de colonización que ha calado profundamente, prueba de ello es que las nuevas generaciones no se forman para vivir en la comunidad, sino que se envían a las escuelas con la finalidad de que no se queden a vivir en Ixhuatán. Uno de los anhelos más importantes es que se estudia para salir a trabajar.

 

El diagnóstico realizado nos arroja que, aun a pesar de querer que los hijos sobresalgan y no sufran, como sucedió a los padres, se tiene una gran necesidad de que las familias sigan unidas, que no se desintegren, que se tenga buen trabajo y condiciones amplias para vivir sin pasar penurias.

 

Este trabajo de investigación participativa nos enseñó que dentro del territorio que habitamos los Guidxiyaza se encuentran los bienes necesarios para continuar la vida en este lugar sin necesidad de migrar.

 

A pesar de estar deteriorado, contamos con un sistema lagunar, con una diversidad biológica muy importante; se tienen tierras de cultivo de muy buena calidad; cohabitamos con uno de los ríos más limpios del Istmo oaxaqueño; es decir, contamos con agua suficiente, que es la vida y que ya está siendo el principal poder que quieren manejar las corporaciones capitalistas.

 

Aunque en nuestro municipio se rige a través de un gobierno elegido a través de partidos políticos, cuyo centro de poder se encuentra fuera de la comunidad, los barrios y agencias aún mantienen las asambleas como máxima autoridad. Es decir, contamos con una forma milenaria de toma de decisiones colectivas, de lo cual carece la democracia actual.

 

En la palabra compartida “consultas comunitarias por la vida” publicada la semana pasada, en este mismo medio, comenté que “la propuesta de nuestra consulta es  crear un sistema propio de proceso comunitario” .

 

¿Qué es un proceso comunitario? ¿Qué elementos contiene? ¿Qué pasos podemos dar para construir un proceso comunitario ixhuateco?

 

Entendemos como proceso comunitario a la serie de prácticas locales que nos identifican y que tiene como finalidad sostener la forma de vida propia con los saberes y técnicas, propias y adaptadas, que nos den condiciones de vida digna. Es decir, los elementos de una vida que cubra nuestras necesidades básicas de subsistencia: comida, vivienda, espacio de trabajo, salud, gobierno propio, paz, justicia, vestido y una espiritualidad que no se base en la culpa.

 

Al parecer estamos entrando al plano filosófico de la cuestión, o sea, planteamos la necesidad de crearnos objetivos conjuntos que orienten nuestras prácticas y enseñanzas. Cosa muy grandemente difícil, pero no imposible.

 

¿Cómo aterrizar la idea? Para empezar necesitamos despojarnos de los costales inservibles, todo aquello que nos confronta, que nos divide: partidos políticos, religiones e instituciones que hacen competencias y para nada tocan el tema de la propiedad de la tierra. Además necesitamos acordar un mínimo de respeto ante la opinión adversa, recordando que también nuestro enemigo tiene derechos.

 

Una vez despojados de los posibles enfrentamientos necesitamos reunirnos, juntarnos en barrios, colonias, agencias y organizaciones para platicar y encontrar ¿cómo hemos sobrevivido en el pasado y qué de eso fortalecería nuestro presente? ¿Qué hacer con lo que tenemos? ¿Necesitamos entrar a un desarrollo a la manera del capitalismo depredador? ¿Qué tipo de proceso de vida queremos para nosotros y para nuestros hijos? ¿Qué tipo de órganos podrían dinamizar la puesta en marcha de nuestros objetivos? Una vez acordadas estas mínimas condiciones estaríamos poniendo en marcha nuestro propio proceso comunitario.

 

En “El suelo que pisamos” hice un anuncio de que las Zonas Económicas Especiales (ZEE) creadas por el gobierno federal incluyen gasoductos, ferrocarriles, carreteras, aeropuertos, puertos y de logística”; que se materializa en la supercarretera Oaxaca-Istmo la instalación de mil 600 aerogeneradores distribuidos en 21 proyectos; la construcción –en una primera etapa– del Aeropuerto de Ciudad Ixtepec; el Proyecto Polígono 14, junto con el Corredor Industrial del Istmo de Tehuantepec, y la modernización de la Administración Portuaria Integral de Salina Cruz.

 

Hace pocos días el gobierno federal dio inicio a la segunda fase de desarrollo eólico en la región del Istmo, consistente inicialmente en la construcción de líneas de transmisión eléctrica y la generación de 3600 megavatios nuevos de energía a ser instalados, lo que representa casi el doble de lo que actualmente existe.

 

La aprobación de esta nueva fase se da sin ofrecer información y sin considerar las formas de vida y toma de decisiones de los pueblos originarios de la región del Istmo de Tehuantepec. Los nuevos parques eólicos pueden ser construidos en cualquier comunidad: desde Salina Cruz hasta la frontera con Chiapas; desde San Mateo del Mar hasta el comienzo de la sierra mixe.

 

Generalmente los pueblos reaccionan ante ciertas circunstancias, y lo hacen cuando la circunstancia golpea. No tenemos una cultura de la prevención, del ahorro, de mirar al futuro. Y no es que sea obligación, pero hacerlo nos ayudaría a ser más felices.

 

Se viene una gran afrenta en la disputa de territorio. Ahora la disputa no se hará con San Francisco del Mar, como se hizo en años anteriores. Posiblemente las eólicas paguen derechos o sobornen a gente de los dos municipios, y con ello nos quitan de enmedio al resto de los habitantes de ésta región.

 

Esta afrenta será un catalizador para reforzar nuestra identidad; estos problemas nos hacen crecer. Cuando veamos los impactos en nuestro propio territorio, entonces nos vamos a quejar. Ya los impactos se pueden ver en Unión Hidalgo, Juchitán, Niltepec, La Venta. No hace falta que lo experimentemos nosotros.

 

Este proceso comunitario que se va a dar, planeado o no, necesariamente tiene que introducir dos temas que hasta este momento no hemos podido posicionar: las mujeres y las juventudes.

 

La mujer habrá de tener el papel preponderante, pues es quien ha tenido el trabajo de sostener la vida comunitaria y debe tener un papel más directivo; este papel exige a los hombres asumir otros roles en casa. Hay un rol muy importante que no se visibiliza ni es consciente: la mujer tiene el rol de hacer brotar la indignación, la mujer decide la guerra. Cuando llega a casa o le dice al padre al hermano: “Sucedió esto”, “A mi hijo le hicieron esto”, “Hay que hacer algo ante esto”. Mujeres: no tengamos miedo en pedir lo imposible.

 

Sobre las juventudes he dado ya muchas palabras al respecto.

 

Sirva esta pequeña nota como contribución-advertencia para que, vosotros que leen, empiecen a imaginar el camino y cómo le van a entrar a lo que sobre Ixhuatán se llega.

 

Salud y vida en esta resistencia necesaria.

Proceso comunitario

Manuel Antonio Ruiz

Tomada de elhorizonte.mx

bottom of page