Cualquiera que escuche “La Ixhuateca” se imagina a Ixhuatán como un lugar de ensueño; al escuchar “La Pachanga Juchiteca” quieres estar a treinta y tantos grados bebiendo una cerveza y saboreando huevo de tortuga. Ixhuatán es un pueblo que cualquiera pudo imaginar pero que nadie se esperó. Hay más por conocer: las calles en perfecto estado de abandono, el pueblo que se ha curtido en la ignorancia al elegir cada trienio a un destructor más, a un monstruo, a un payaso.
Ixhuatán es un pueblo pequeño, y puede notarse una gran diferencia en el barrio bajo: casas que se levantan y caen cada verano; empero, el trienio en acción levantó una gran casa, y la gente sigue ciega. Los expayasos del pueblo, todos, han hecho eso. Vergüenza da hablar de política en el pueblo, gente que se vende una y otra vez todos los años; a nadie le gusta que caminen perros en las calles, pero nadie se preocupa.
Últimamente se han puesto de moda los topes, estos son como alambres en un potrero, son para lastimar a las bestias para que estas no vayan a donde no deben. Los nuevos topes (que, por cierto, están planeados de forma pésima) entorpecen la circulación del agua cuando llueve fuerte, no existen sentidos en las calles ni preferencias, los peatones piensan que el conductor respetará y viceversa, las misas cansan, hay hartazgo en el pueblo, todo el tiempo que lleva de historia parce congelado en un pueblo que no avanza, que no va, en un pueblo de chistes y fiestas; tristeza da escuchar eso de: “Si quieres ser alguien, vete de Ixhuatán”. Vete si no quieres ser uno más que solo está ahí contemplando la podredumbre moderna que dejan los días, que deja el alcohol, que deja la vida; vete de Ixhuatán si no quieres ver las caravanas inútiles y estúpidas de los candidatos. Qué vergüenza, qué triste.
Vete si quieres dejar de huir de la ambición, escapar del egoísmo, oír un “lo haces bien” porque en el pueblo nadie te lo dirá, todos te criticarán, les caerás mal por el simple hecho de hacer algo, algo importante, eso no le gusta al pueblo, lo vuelve loco; parece ser que el pueblo está maldito, maldito de punta a punta, maldito por los rumores nocturnos, por las siluetas burlonas, por los ciegos llorones que juegan entre luces y banderas tontas, fanáticos de nada, aferrándose a lo inseguro, a la falacia, entorpeciendo sus cerebros, inflándose con su filantropía desgastada, pisando las sucias arenas y ayudando a maquillar a un inútil, a un títere, a un payaso que solo juega y todos juegan con él promoviendo el deporte y enterrando la educación, enterrando a los pescaditos en el río, destruyendo a los sauces que lloran; perece un chiste, pero hacen falta más policías en un pueblo que es caótico en silencio, que se llena de costras, de corajes, de vergüenza.
Ixhuatán, parece que solo tú me entiendes, juegas con todos y no dejas ganar a nadie, por eso yo te dejo, porque parece que solo los incultos comprenden el sentido de vivir en la locura. Maldito pueblo loco, no te cambiaría por nada.