Es indudable que todas las sociedades y sus individuos anhelan el progreso. Algunos podrán diferir en el concepto y en la forma de obtenerlo, pero es impensable que un pueblo no aspire a un mejor desarrollo de sus pobladores; si fuera así, estaría totalmente condenado al fracaso. Partiendo de esta premisa lógica, el progreso debería ser el objetivo para todos, independientemente de nuestra formación ideológica, religiosa o política.
El gran problema ha sido el cómo lograrlo, puesto que hay muchas formas de alcanzar el éxito. Unos lo han obtenido más rápido que otros y hay quienes no lo han alcanzado hasta el día de hoy. Las causas de por qué algunas sociedades avanzan más rápido que otras y el por qué algunas personas destacan más son temas de debate. Algunas teorías dicen que las diferencias se deben a las diversas capacidades naturales del hombre: velocidad, fuerza, inteligencia, habilidad, destreza, entre otros factores; otras teorías hacen énfasis en la capacidad de organización interna de cada sociedad, y hay algunas que apuntan al desarrollo intelectual y tecnológico.
Alguna vez escuché una conferencia motivacional del señor Miguel Ángel Cornejo, en la cual él hizo énfasis en tres puntos indispensables para alcanzar el éxito: identificar al mejor, imitar lo que hace y, finalmente, superarlo.
Desde esta perspectiva, puedo citar muchos ejemplos, como el caso del éxito japonés, que, durante el periodo de su historia conocido como la Revolución Meiji, a finales del siglo XIX, llevó a cabo una serie de reformas económicas y educativas que consistieron en enviar a sus estudiantes a las mejores universidades del mundo para que pudieran formarse y foguearse con los mejores estudiantes a fin de que pudieran obtener un conocimiento tecnológico de vanguardia que les permitiera ser competitivos. Cuando esos jóvenes terminaron sus estudios en el extranjero, regresaron a Japón y el gobierno les asignó la tarea de construir las líneas de telégrafos, de diseñar la red ferroviaria y desarrollar la industria de ese país. Hoy por hoy, Japón es uno de los países más desarrollados del mundo y líder en innovación tecnológica.
El caso de la empresa coreana Samsung, la cual es líder mundial en innovación, es otro ejemplo. Cuando Lee Kun-hee fue nombrado presidente de Samsung, en 1987, lo primero que hizo fue realizar un viaje por todo el mundo para ver la posición en la que se encontraba su empresa respecto a la competencia internacional. A su regreso, envió a sus directivos y empleados a que se fueran a capacitar en las mejores universidades y a estudiar los métodos de producción y administración de Sony, que, en ese tiempo, era la empresa líder. Años más tarde, Samsung no solo superó a Sony, sino que se ha convertido en el mejor.
El éxito de nuestro coterráneo Javier Aquino en el futbol también puede ser analizado de esta forma. Javier, desde pequeño, se inscribió en la escuela de futbol del Cruz Azul ubicada en Lagunas, ya que, si quería llegar a ser profesional, tenía que entrenar con los mejores jóvenes para mejorar su nivel. De igual manera, una vez que Aquino logró la titularidad y la regularidad con el primer equipo de Cruz Azul, él sabía que, para mejorar su futbol, tenía que jugar en la mejor liga de futbol del mundo, donde pudiera competir con los mejores futbolistas; por ello sacrificó sus condiciones económicas y familiares para poder irse al Villarreal. Afortunadamente, ahora es un referente del futbol mexicano en el extranjero.
Los ejemplos sobran en este tema, pero citarlos no es el objetivo de este artículo, lo importante es destacar que, para poder alcanzar nuestro desarrollo como sociedad, tenemos que identificar a los pueblos más prósperos, aprender y tomar lo mejor de ellos y trabajar para poder superarlos.
En el Istmo puedo citar el caso de El Espinal, el cual cuenta con un nivel de educación per cápita por encima del promedio estatal, lo que se puede apreciar en el gran número de profesionistas espinaleños dispersos en muchas actividades económicas y en la notable contribución que han hecho por su pueblo. Vasta con echar un vistazo al portal de internet de ese municipio para darnos cuenta del grado de desarrollo de sus instituciones, en donde se puede apreciar un reglamento de bando de policía municipal bien definido, un plan de trabajo bien estructurado y un alto nivel de participación de sus habitantes en sus proyectos; sin embargo, el progreso espinaleño no es un logro del presidente municipal actual, sino que es el fruto de un cúmulo de avances de sus gobiernos anteriores, desde hace muchos años, aun cuando los partidos políticos se han alternado el poder. El Espinal es un ejemplo de la continuidad de los proyectos, en especial del papel que ha jugado el Colegio de Bachilleres plantel 02 en la educación y de la difusión del deporte como eje prioritario en su progreso. El Espinal tiene ligas deportivas infantiles desde hace más de 15 años, mientras que en Ixhuatán fueron retomadas apenas el año pasado.
Podrán algunos pensar que exagero en poner de ejemplo a El Espinal. Podrán otros opinar que no lo podríamos comparar con Ixhuatán porque El Espinal está en medio de ciudades como Juchitán e Ixtepec, a diferencia de nosotros, que tenemos que viajar al menos 2 horas para poder llegar a una ciudad. También se podría pensar que ellos poseen la ventaja de tener canales de riego, un ingenio y la zona industrial de Pemex a menos de una hora; empero, ninguno de los municipios que están ubicados alrededor de El Espinal tienen el mismo nivel de progreso, ni siquiera ciudades como Juchitán, Salina Cruz e Ixtepec cuentan con la calidad de vida ni con el porcentaje de profesionistas, desde luego, de acuerdo con la proporción de sus respectivas poblaciones.
Con esto no quiero, para nada, despreciar lo que Ixhuatán ha logrado como sociedad, máxime cuando se cuenta con personajes que han destacado a nivel internacional, como Andrés Henestrosa y Javier Aquino, que muchos pueblos desearían tener. Tampoco quiero hacer de menos el trabajo que han realizado o realizan las administraciones municipales, sino que, al contrario, quiero aportar ideas que sumen y no que resten.
Sin embargo, hay que ser humildes para reconocer que Ixhuatán está lejos del desarrollo que han alcanzado algunos pueblos como El Espinal; tan sólo podemos apreciar las diferencias en la calidad de las construcciones que ambos municipios edificaron en sus entradas para darle la bienvenida a sus visitantes, ¿o todavía les queda alguna duda?
Lo importante de este asunto nos es el de criticar lo que no tenemos, sino proponer ideas que nos permitan aprender de los que sí han tenido éxito. El punto es conocer cuál fue la clave del éxito de El Espinal y cómo le hicieron para que sus planes sobrevivieran a los cambios de poder cada tres años.
Antes de analizar los diferentes factores que permitieron el desarrollo de las instituciones espinaleñas, podemos enfocarnos en el hecho de que los profesionistas espinaleños regresan a su pueblo, invierten en negocios, fomentan el deporte, apoyan la educación de los niños y están organizados dentro y fuera de él. ¿Por qué los ixhuatecos no lo hemos podido hacer?