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29/11/2015

 

La frase “Somos lo que hacemos” nos indica el resultado que tiene todo lo que realizamos. El cómo actuamos es visto desde dos polos: bueno y malo. Cada sociedad se desenvuelve de acuerdo con sus propias características contextuales, lo que arroja apropiarse de una cultura, entendida esta como el acabado de lo hecho por el ser humano, es decir, nuestra cultura se determina de acuerdo con todo lo que en el día a día realizamos como individuos, sumando todo a las micro-sociedades en las que nos desenvolvemos. No me adentraré en el tema ético que define lo bueno y lo malo, pues es muy amplio y complejo el debate. Pero sí daré mi punto de vista acerca de lo que creo hemos estado haciendo mal.

 

En la actualidad, el uso de las redes sociales nos arroja un sinfín de información y de herramientas de difusión en todos los sentidos: social, político, económico, educativo-cultural. En las distintas plataformas como son Facebook, Twitter y sus derivados se pueden ejecutar varios mecanismos para difundir algo, desde subir imágenes, videos, textos y compartirlos con una cantidad determinada de usuarios, los cuales reproducen en cadenas dichos contenidos. Pero resulta muy curioso que en el contexto en el que nos desenvolvemos lo más visto y publicado son los memes (una forma de hacer burla en una imagen referente a alguien o algo) y también videos chuscos de accidentes, de peleas y ridiculeces cualquiera de los cuales solo nos podemos reír, pero hasta ahí. No implica que dichos videos contengan algo sustancioso, de provecho para el intelecto y desarrollo cognitivo.

 

Si hemos definido la cultura como el resultado de la sociedad en sus actos, basta con ver el sentido del uso en estas redes con las publicaciones antes mencionadas para saber que la cultura de muchos mexicanos es muy pobre, vana y de risa, literal, de risa, porque nos hemos creído que nos reímos de todo, que somos muy buenos para hacer graciosidades, que toda risa (en son de burla) es buena y que no pasa nada. Quizá no, no sea tan grave el asunto, pero este acto ya entra en el bullying cibernético, que se ha puesto de moda, por lo antes mencionado, a tal grado que se le invierte una cantidad de tiempo en este tipo de contenidos. El tiempo mal invertido en contenidos con poco sentido cultural hace perdernos otros de mayor relevancia, como son contenidos científicos, artísticos, políticos, bibliográficos, literarios, de vastos conocimientos, en los cuales nos podemos apropiar de un aprendizaje que en nuestra preparación académica nunca adquirimos.

 

El desinterés por contenidos con carácter de cognición arroja que estos sean los menos apreciados por los likes, por los favoritos y por el número de veces compartidos; sin embargo, páginas de memes y demás sobrepasan cualquier cantidad de likes y veces compartidas. No estoy en contra de dichos contenidos, sino en contra del poco interés que mostramos por elementos que implican un momento de reflexión, y más aun de razonamiento. Habiendo tantas letras en la red, habiendo una diversidad de ideas, opiniones, de corrientes que nos abren la puerta a adquirir un sentido más amplio de la realidad y la adquisición de un razonamiento a través de dichos conocimientos, nosotros nos cerramos al preferir contenidos basura, contenidos que simplemente evidencian nuestro gusto por la burla, por el reírme a costa de las desgracias de otros. Sin duda alguna refleja un grado cultural en el cual estamos inmersos. Quizá no solo en las redes sociales, sino en todos los ámbitos de nuestra vida.

Redes sociales como el reflejo de cultura

Enrique Mauleón Medina

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