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21/6/2016

 

Hemos pasado de la obediencia servil a la propuesta. Esta expresión es la línea de fondo para describir el servicio de gobernar. No retomaré los escritos tradicionales para justificar lo que digo.

 

La religión fue la institución idónea para decirnos que el pecado original es la desobediencia, y era reforzada por la imposición del Estado y por los bajos sueldos del patrón. Nuestra misión en la vida se convirtió en obedecer a ese otro ser que se vuelve mágico, que sabe, que tiene autoridad.

 

Cuando ni la iglesia te conduce a la salvación ni el Estado te beneficia ni el patrón te da buen sueldo, el camino es la insurrección.

 

El reposicionamiento de la clase que piensa que puede seguir explotando al trabajador para producir a menor costo y tener mayor ganancia sugiere que la imposición de la fuerza de policía es el camino. Escribo entre las noticias de desalojos, enfrentamientos, heridos y muertos. Escribo mientras la policía pasa del gas pimienta y las balas de goma a las balas originales.

 

En estos tiempos no se habla del servicio de gobierno, no se habla de presidencia: se habla de mandar, de ocupar el poder o de administrar lo público; es esta una política como comercio basada en el mercado. Se usa el gobierno como competencia, como poder para dominar.

 

El gobierno se ha privatizado y se intenta manejarlo como una empresa, para ello se ha usado el discurso de la especialización. En este año se ha dado paso a la reelección de ciertos cargos. Se habla de hacer carrera política y se han insertado en algunas universidades licenciaturas o maestrías en gestión pública o administración pública, entre otros nombres.

 

Eso de gobernar es hacer comunidad

 

El servicio que se brinda al representar a una comunidad, pueblo, estado o país estuvo justificado por la búsqueda de la vida en conjunto. Y la solución de problemas comunes, que sea, el bien común.

 

Hay tantas formas de gobernar como pueblos que tienen gobernantes. Hay quienes piensan que no debe haber gobiernos. Ellos y ellas proponen formas específicas de convivir.

 

Lo cierto es que, cuando decidimos vivir en conjunto, surgió la necesidad  de acciones. Las propuestas que puedan debatirse deben estar respaldadas por la acción diaria. Se necesita ciudadanos organizados que sean capaces de construir la vida armónica de la comunidad y, por consecuencia, del país.

 

Lo que los pueblos necesitamos es ponernos de acuerdo sobre el futuro de nuestros hijos e hijas; necesitamos generar autonomía para decidir qué queremos para este planeta que agoniza y no dejar en manos de los gobiernos y las empresas transnacionales nuestras tierras y territorios donde vivimos (la inversión extranjera o los corredores industriales son de las transnacionales).

 

Necesitamos generar proyectos comunes que generen alimento para todos, agua para todos, justicia, vivienda, trabajo, tierra, territorio, salud, aire limpio, espiritualidad, paz con dignidad, y hagan reales las esperanzas y deseos que, como seres humanos, necesitamos para poder vivir.

 

Es, pues, necesario generar la gobernanza entre los vecinos, es decir, ponernos de acuerdo en proyectos para el futuro de nuestros hijos e hijas; luego entonces podremos elegir quién los va a coordinar (no a dirigir ni a gobernar). A esto llamamos bien común.

 

El ejercicio de un gobierno es coordinar la consecución del bien común. En esta búsqueda del bien común se necesita tener en cuenta a la gente que busca ese bien. Ahora que el diálogo está de moda como elemento indispensable en la vida, debiera ser el camino que los distintos gobiernos tomen para proyectar y resolver los problemas que se generan.

 

No necesitamos solamente una elección de partidos para participar y dejar que los especialistas arreglen el mundo porque ya vimos que no lo saben hacer. Ellos y ellas que están en el poder público están viendo intereses de unos pocos, de hecho de los menos pocos; están defendiendo los intereses del 1 % de la población y afectando el bien común del 99 % de los habitantes del planeta.

 

La gobernabilidad que se construye a través del diálogo y colaboración entre gobernantes y gobernados implica que los gobernantes consultan a los gobernados, quienes dan el visto bueno a ese ejercicio político (habría que ver cuándo se ha respetado el derecho a la consulta del 169 tratado internacional de la OIT).

 

La gobernanza que es la capacidad de la sociedad de establecer acuerdos entre sus actores sociales y políticos con el propósito de generar proyectos y horizontes comunes que van más allá de los periodos de gobierno.

 

Somos los actores sociales a quienes nos toca decidir y ejecutar los planes, los destinos, de nuestros pueblos. El que gobierna o coordina las acciones necesita dialogar, necesita escuchar, necesita obedecer.

 

En época de represión

 

Estas reflexiones, si las ponemos a consideración en épocas de represión, claramente nos dan la perspectiva de una ingobernabilidad. Quienes actualmente detentan el poder como comercio ni tienen la capacidad de liderazgo ni la habilidad gerencial, mucho menos capacidad de gobernar.

 

Un gobierno que no tiene capacidad de diálogo no es capaz de gobernar. Si la presidencia de la república no tiene capacidad de diálogo con la CNTE, después de un mes de solicitarla, entonces la única opción es la revolución que en estos momentos ha iniciado en Oaxaca.

 

La salida que le queda a los secretarios de Educación, de Gobernación y al mismo presidente de la república es la renuncia.

 

A quienes quedamos en Ixhuatán o fuera del estado nos toca realizar alguna acción mínima: enviar alimentos al punto de concentración más cercano; colocar una cartulina en tu ventana que pida el diálogo o la renuncia; publicar en tu red social; ir a marchas, concentraciones, festivales; recolectar fondos; gritar en la calle; poner en tu estado de red social, e ir a la radio vecina o la televisora que lo permita. Cualquier cosa es importante para llegar a dialogar, pero sobre todo debemos hacerlo entre nosotros. Dialoguemos desde lo local para contribuir a lo estatal y nacional.

 

Es importante que desde lo local generemos la reconstrucción de nuestro municipio y de nuestro estado. Autogobernemos lo nuestro.

 

Textos complementarios:

 

Viernes 14 de enero de 2011. “La autonomía ante los ciclos del capital”. Raúl Zibechi

 

Revista Christus, Enero-Abril 2012

 

“20 tesis de política”, Enrique Dussel

 

“El Derecho, la política y lo subalterno en la globalización contra hegemónica”, Boaventura de Sousa Santos y César A. Rodríguez Garavito

Si no hay diálogo, renuncien

Manuel Antonio Ruiz

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