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28/7/2015

 

La guerra ya había iniciado desde antes del 21 de julio. Era y sigue siendo impresionante el bombardeo mediante la prensa escrita que el gobierno federal inició en contra de los dirigentes de la Sección XXII. Unos hablan de la supuesta demanda que le han impuesto a la dirigencia sindical, otros hacen referencia y cuestionamientos acerca de los gastos excesivos de los miembros del CES, así como el desvío de recursos destinados a carrera magisterial y que desde 2009 fue rechazado en la entidad por acuerdo de la asamblea estatal, solo por mencionar algunos. Por su parte, la respuesta de la parte gremial a dichos ataques no podía igualarse a las implementadas por el gobierno, pues el poderío de los aliados con los que cuenta Los Pinos está por encima de cualquier intento de resistencia, a lo que ha desatado esta guerra, la reforma educativa. Sin embargo, aunque nuestros aliados son menos, podemos entender que esta es una mal llamada reforma educativa. Digan lo que digan, el interés de la misma radica en acabar con el sindicato más poderoso existente en América Latina: Sección XXII.

 

Lo que hoy el gobierno ha ganado nosotros lo hemos venido perdiendo.

 

Tomo como referencia la fecha 21 de julio porque fue el día en que se anuncia el decreto de la transformación del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO). Trato de relacionar el texto con una guerra mediática entre el gobierno federal y la cúpula sindical. Afirmo que lo que el gobierno hoy ha ganado es porque el magisterio de tiempo atrás lo ha estado perdiendo. Esto por muchas razones. Explico una:

 

El Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación de Oaxaca (MDTEO) lucha contra sus propias acciones. Y los está venciendo.

 

A través de las redes sociales, me he dado cuenta de que la mayoría de los maestros nos hemos convertido en unos “revolucionarios”. Todos, a través de consignas, videos y demás evidencias, damos a conocer nuestra indignación hacia esta mal llamada reforma educativa. Denunciamos corrupción, impunidad y falta de credibilidad de quienes la proponen. Pero los miembros de este sindicato, nosotros los que pensamos como revolucionarios, ¿estamos exentos de esto? ¿No creen que, hoy en día, el resultado de nuestra lucha hubiera sido diferente si el dinerito con el que compraste la plaza lo hubieras utilizado en algún negocio –o no sé, menos hacer lo que hiciste–? O si por cariño o lástima te la pensaban regalar, ¿por qué mejor no pediste un coche? O, no sé, algo que te hiciera realmente feliz. Digo, tú, sí, tú eres el sicario del MDTEO.

 

En alguna ocasión discutíamos en una clase de maestría sobre la situación educativa de nuestro estado. Desde luego, no podía faltar quien mencionara las marchas y plantones; hubo señalamientos hacia los argumentos que daba sobre mi nula participación en muchas de las acciones. Recuerdo muy bien un comentario de un compañero: “Lo único que vas a ganar con eso es que te quedarás refundido en la sierra los 30 años de servicio que te quedan…”, y sí, llevo 6.

 

En 2009, justo cuando la asamblea estatal daba a conocer su rechazo a la octava ronda de examen de carrera magisterial, egresaba de la escuela normal. Mis expectativas siempre van acompañadas de la superación profesional. El día de la clausura llegué a decir que uno de ellos era pertenecer a una escuela de formadores de docentes. Quizás porque admiro el trabajo de muchos. Tiempo después, me doy cuenta de que la realidad dista mucho de mis expectativas. Lo real es que no necesitas superarte profesionalmente para cumplir tus expectativas. Lo real va acompañado de la corrupción, que no solamente es una manía de nuestros líderes, sino del 95 % de los agremiados. En ese sentido, no comparto la idea de la desaparición del instituto, así como no lo hago con los argumentos que los voceros inmersos en esta guerra difunden; sin embargo, es lógico pensar que, aunque no fuese una real reforma educativa, sí era justo lo que necesitábamos. Los otros corruptos también son inteligentes. Hemos sido la causa de nuestra muerte.

 

Hoy, al igual que muchos, me encuentro inmerso en esta guerra. Yo sé que cuento con las armas suficientes para defenderme, aunque la incertidumbre me hace estar en medio. Y sí, voy a disparar, no se hacia dónde.

 

Concluyo compartiendo un fragmento de un poema de Jaime Sabines:

 

Yo ya no quiero, no, yo ya no quiero
seguir todas las noches vigilando
cuándo voy a dormirme, cuándo.
Yo lo que quiero es que pase algo,
que me muera de veras
o que de veras esté fastidiado,
o cuando menos que se caiga el techo
de mi casa un rato.

Sicarios del MDTEO

José Carlos Andrés Martínez

Tomada de www.opinionpinotepa.com.mx

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