12/12/2015
Vacas flacas
Al tropel del viento
en madrugada,
aullaban los patos
víctimas del
intacto color celeste,
ni penumbra ni lluvia
ni dolor ni patas,
nada que los hiciera sufrir.
A dos semanas en buey
me preparo para la ciudad
después de acariciar
unas cuantas nubes.
Inmensa, apocalíptica,
serena, desde lejos serena,
madre, ciudad madre,
chingada madre, qué tranquila,
aquí, desde lejos. De pronto
entro y se pega en las
ventanas el “Cornerstone”
que ya me sucedió, me aluciné,
medio muerto, en mi confort
naranja vi, creí haber visto,
disfrute sus mismas piernas,
sus mismos hombros y
era alguien más
(o era ella pero con otro rostro.
O era ella sin serlo).
Vacas flacas (ciudad)
Los dientes me mastican,
primero con su recuerdo,
después, con los negros
pájaros que hacen nido
entre el humo, las luces,
el ruido y sin cielo.
La piel de la ciudad chupa
mis pasos, se abraza a
mis raíces, me dice “ve”
con un susurro de “no podrás”
Vacas flacas (velas I)
Hice mis maletas e icé mis
velas, debajo de brazos,
los extendí bien, horizontales,
carnívoros, y ahí voy
cocinándome con el paisaje,
degustando guisados
de filas de carros, luces
lejanas, kilómetros y
kilómetros próximos,
restantes, recorridos,
y las fachadas,
eternas fachadas de
pueblos caóticos y coloridos,
cráneos de perros en su
justo radio de charco de sangre,
mangos y mangos
maíces y maíces, maizales,
cada vez más cerca
del duelo costeño
bajando, aun bajando.
Vacas flacas (velas II)
Y aquí, en su pueblo,
su pinche pueblo al
que me hizo regresar tantas veces
de noche peleando con cientos de mosquitos
deliciosos mosquitos
delicioso pueblo
cada vez más cerca.
Más
cerca
cada
cez
más.
Vacas flacas (ceguera)
I (uno)
Multitud iracunda de nubes.
Chorros helados de rayos
de sol que dicen “arrebol”
qué bonito arrebol, atardecer abuela,
no atardezcas.
Y el viaje
en la espalda de un motor
solo por alcohol
alcohol, alcohol de noche.
A veces de día.
II (dos)
Y al otro día, día de sol
con mantequilla en mis
manos, en mi boca, en
mis ojos un camarón
otra cerveza, una más,
el mar, inmenso dos puntos
escupes tigres, tortugas
veneno, comezones en las
manos, en los pies,
en los ojos,
pareces muerto, desgraciado,
muerto y escupes todo así
sin vida, sin un poco de vida
como tus brazos,
esos esteros inmensos
que producen vacas flacas
de ubres gordas, hinchadas,
repletas de tabanos.
III (tres)
Y se va callando todo
ennegreciendo.
¿El justo precio de vivir?
…
Repitamos la escena.
Vacas flacas
Franco Carrasco Aguilar
Tomada de www.dailyplanet.cl