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Animado por Joselito y más personas que comparten conmigo este placer de la escritura, me aventuro a publicar estos pequeños pedazos de vida. Dejando lo mejor para el final y más historias para la próxima entrega.

 

Repelente para zancudos

 

Dirige la novena sinfonía mientras agregas arreglos Pantericos con pasos de Chuck Berry en su estado máximo de emoción; crea un verso malo, escúpelo y juega con él; no lo dejes ir, mantenlo cerca; sé grosero o trátalos bien; mátalos, embárralos en tu piel, chupa la sangre que tienen, sé vengativo; que te observen sus hijos; mándales a la familia de zancudos las patas largas de sus parientes muertos en tus manos; amenázalos, hazles saber que no juegas con ellos y en cualquier movimiento de la sinfonía agrega el cinco al cuatro y verás cómo se arrancan los cabellos los músicos frente de ti; mátalos a todos, a todos los que puedas; bebe alcohol puro, de farmacia; mece fuerte tu hamaca, maréalos; sorpréndelos; vete de casa un año y vuelve cuando menos lo esperes; invítalos a tu fiesta de cumpleaños; llévalos de viaje con tus parientes cercanos, cómprales revistas, pon el canal para zancudos. Ellos saben que un pueblo entero se enferma de no hacer nada; sé zancudo y enférmalos a ellos; dales de qué hablar; golpéalos fuerte en la boca; no los mates, mándalos al hospital; roba a sus novias, secuestra a sus hijas, hazles bullying a sus hijos menores; no les suministres mariguana; déjalos encerrados; no duermas; no les des esperanza, y verás que morirán de humanos y no de hambre.

 

F. C. A.

 

La soledad es noctívaga, caza de noche, lucha contra el orden de las parejas que duermen juntas

 

No es trágica nuestra soledad, es más bien el lugar en donde los acompañados no saben estar, en donde los amadores se pierden, en donde los soñadores se encuentran. No es trágica nuestra soledad aunque parezca insatisfecha nuestra esencia y la sociedad nos juzgue por eso de no estar “mal acompañados” por un buen rato. No es condena nuestra soledad, es sorpresa escondida muy lejos en el bosque. Si observas bien, hay fragmentos de alegría en nuestra desesperación de encontrar el álter ego que nos mantiene esperanzados mirando montañas inmensas. No es casualidad nuestra soledad, es un conjuro largo para el buen amor que espera. No es maldita ni es tristeza, es pereza y arrogancia; no es ocurrencia mía, es desgracia.

 

F. C. A

 

Mi caballo

 

En época de lluvias, Marcos va al mar.

 

Cuando hay tormenta, sentado en su caballo que lleva por nombre “Pancho”, el coraje de su domador se dibujó en ese nombre: Pancho. Después de la playa, donde nace el primer matorral, con sombrero, camisa azul, pantalón crema y descalzo, se queda ahí por horas viendo llover en el mar; rugen los rayos que  zigzagueantes saldan a Marcos y fisuran el cielo los truenos.

 

Él piensa que cualquier día de estos se inundarán las playas y el agua del mar chorreará por el mundo; piensa que de tanto llover se inundará el mar, se llenará, nacerán causes de lo que antes fueron playas. En el callejón de su rancho pase un río que nazca del mar; entonces, cuando esto pase, tendrá que caminar un par de metros, extender su tarraya y coger pescados, orgulloso por fin vencerá al mar, sería de él ese cause, producto de que se inunde el mar.

 

Cuando vuelve a su casa, repasa con su caballo un camino, lo tiene bien medido: a un lado del corral junto al roble de la entrada, a la izquierda de la tranca principal y tras el carnero que está entre su casa y el potrero de enfrente. Y repasa el camino con “Pancho”: primero bajan a la playa, las olas de la tempestad tapan los cascos del caballo; se dan vuelta despacio y siguen el camino que le van trazando al mar; por si esta noche una gota de lluvia hace la diferencia, tal vez por fin se rinda el contorno del mar y nazcan los ríos que sueña siempre.

 

En la hora difusa de la madrugada da maíz a “Pancho”, lo deja libre en el potrero. Marcos se cambia de ropa, se acuesta en su hamaca y vigila a su caballo. Tal vez más tarde se inunde por fin el mar. Mientras tanto, sigue lloviendo y Marcos sueña despierto.

 

F. C. A

Tomada de enelmargen.com

Vidas

Franco Carrasco Aguilar

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