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26/1/2016

 

El Maestro afirmaba que el mundo que ve la mayor parte de las personas no es el mundo de la Realidad, sino un mundo creado por sus mentes.

Cuando un sabio quiso contradecirle, el Maestro puso dos palos sobre el suelo formando la letra «T», y le preguntó:

 

  • ¿Qué ves ahí?

  • La letra T, respondió el otro.

  • ¡Lo que me suponía!, dijo el Maestro.

  • No existe la letra T; no es más que un símbolo que hay en tu mente.Lo que hay ahí son dos pedazos de rama en forma de bastón».

 

(Anthony de Mello)

 

San Francisco parece que me llama; el de Asís me inspiró en la vida; el de Ixhuatán me invitó a vivir aquí; el del Mar nos susurró, al estilo del de Asís, aquella voz que él escuchaba: “Reconstruye mi iglesia”. Bueno, yo solo escuché el viento lleno de polvo que cerró mis ojos, sus mosquitos, y luego, la brisa marina, el atardecer, la alegría de su gente y sus múltiples y variados problemas, entre ellos la verdad a medias con que se conducía su asamblea.

 

El 10 y 11 de enero de este año, otro San Francisco nos convocó, el de la Paz, Chimalapas, habitado por una comunidad chinanteca que vive en el corazón del Istmo mexicano, que vive en el corazón de la selva. Una comunidad verde y de llovizna permanente. Una comunidad que ha sido violentada y en riesgo de ser perseguida y exterminada.

 

Después de 14 horas de camino (en caravana) de la oscuridad emergieron unas luces, de pronto, a los lados de la carretera unas filas de gente, adultos, jóvenes, mujeres, niños y niñas, cada uno con palos y utensilios de trabajo. Bajo la llovizna permanente estaban vigilantes al invasor de la selva y en espera de nuestra llegada. Ellos y ellas están de pie, ofreciendo su vida por mantener intacto el corazón de la selva. Ellos y ellas están arriesgando su vida para que no se acabe el oxígeno, para que no acabe el agua, para que otros pueblos vivan.

 

A la caravana de observación y a los diferentes niveles de gobierno les dejaron claro: no queremos despensas, no queremos proyectos, no queremos que nos den nada. ¡Queremos justicia!, repitieron una y otra vez. “Expulsen a los invasores o lo haremos nosotros” fue su planteamiento.

 

Me llama la atención el estado de alerta de la comunidad, toda, con sus más de mil pobladores.

 

Ahí me nacen las preguntas que la semana pasada lancé proponiendo el ejercicio del espejo para reconocernos en él.

 

Porque, dependiendo del ¿qué escuchabas en tu casa, en tu trabajo, en tu vida sentimental, en tus momentos de recreación? ¿Cuál era tu gran anhelo? ¿Qué era lo que te hacía sentir alegre-feliz antes?, sus respuestas nos traerán a la memoria nuestro ser.

 

Y, ahora, hagamos el ejercicio en colectivo. Eso que se refleja, eso es lo que somos.

 

Considero que para llegar al estado de cohesión comunitaria que encontré en San Francisco la Paz no hace falta más que verse en sus espejos, y uno de ellos es que mantienen su asamblea. En esa asamblea le dijeron al presidente de los bienes comunales que no se vendiera, que no se acobardara, que detrás de él estaban ellos y ellas para defender el territorio.

 

El presidente de bienes comunales no tuvo más que escuchar y aceptar que no le queda otra que asumir el mandato de la asamblea.

 

La comunidad chinanteca veracruzana son migrados de otras zonas a quienes su gobierno no les proporcionó las tierras que le prometieron. Ante esta necesidad acudieron a Santa María Chimalapas a solicitar espacio para vivir. La asamblea de allá les concedió un ejido y la responsabilidad de cuidar la selva.

 

Nos contaron su historia y escuchamos que uno de ellos ya escribió la historia de la comunidad. Conrado Solano de Benito Juárez nos cantó la historia de la defensa de Chimalapas a ritmo de corrido. Esa tradición oral y escrita es lo que necesitamos escuchar. Nosotros somos o tú eres lo que escuchas, eres lo que llevas en el corazón, eres lo que sueñas, eres lo que celebras.

 

Imagínate al pueblo chinanteco que habita Chimalapas haciendo este ejercicio; ellos y ellas son árboles, son oxígeno, son agua, son vida. No son solamente vida para ellos. Son vida para otros pueblos porque donde hay amor el amor se desborda y alimenta a otras vidas.

 

Darle la vuelta al sueño es la invitación a a ser nosotros mismo. El ejemplo de San Francisco la Paz es una invitación a San Francisco Ixhuatán a ser tú mismo, pero no el tú que tu ego quiere que seas ni el tú que el mundo (las habladas de los demás) quiere que seas.

 

Para llegar a ese sueños, a la posibilidad de unirnos para enfrentar nuestras violencias y a las violencias invasoras, habrá que alimentar la vida interior. Empezamos por ser honestos con nosotros mismos; entonces, al ser honestos, vamos a hacer cosas que nos llenan de gusto, esa honestidad no ha de estar atravesada por el dinero, aunque puede dar dinero.

 

Entonces no necesitaremos a la gendarmería, que es otra forma de invasión; no necesitaremos encerrarnos a las 21:00 para no ser trasteados por un infame que vive de nuestros impuestos y se ensaña con los defensores comunitarios pero que se dobla ante el que a diario nos maltrata.

 

La gendarmería fue creada y ofrecida al inversionista extranjero. El presidente de la república ofreció esas fuerzas especiales para que el inversionista tenga seguridad que su dinero no se va a perder. Ellos y ellas no están en Ixhuatán para cuidarnos del narco o de los asesinos o de los que se roban el cajero de la presidencia o de los que secuestran. Están en Ixhuatán para advertirnos a los que no queremos su desarrollo que no nos movamos para que así pasen las empresas eólicas.

 

Por supuesto que vienen por invitación; por supuesto que están aquí con anuencia de la presidencia municipal ante “nuestra policía rebasada por el crimen”, pero no están para defendernos. La calma de las noches no es la paz y la tranquilidad. El silencio de las noches es un silencio cómplice que nos augura violaciones de nuestras mujeres y el crecimiento de la prostitución.

 

El camino que llevamos es un camino construido en el error. Es necesario volver a plantearnos ¿dónde quedó nuestra autoridad? Y no hablo del gobierno, sino de nuestra autoridad personal, de nuestra autoridad como pueblo, en la medida que dejamos crecer la violencia, ahí la fuimos perdiendo. Nuestra policía no será rebasada por el crimen desorganizado cuando nosotros depositemos en ella nuestra autoridad propia.

 

Ser nosotros mismos es darle la vuelta al sueño. Ser los hombres y mujeres de nube, de agua, de brisa que refresca, es nuestro ser. Al ser brisa que refresca mantendremos verdes y frescas las hojas de maíz, de palmeras, de la milpa. Ser agua es el camino para mantener fresco Guidxiyaza.

 

Esta es una propuesta para ti, que eres candidateable, para que cuando seas autoridad no te ensañes con quienes opinamos. Es propuesta para quienes tienen posibilidad de venir a Ixhuatán un poco de tiempo a ver a sus familias. La propuesta es que promuevas la creación de asambleas barriales. Es difícil; se vuelven tardados los procesos; la gente en general es un estorbo, pero a esa gente nos debemos. Los acuerdos tomados pueden volver a refrescar este casi seco lugar. Los acuerdos que tomemos nos ayudarán a volver a ser nosotros mismos.

¿Y si le damos la vuelta al sueño?

Manuel Antonio Ruiz

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