20/9/2015
Tal vez fue musical, algún malestar (dolor), una emoción que se escapó en forma de grito.
Cualquier criatura que posea pulmones puede gozar de llamarse (en ocasiones) a gritos, reclamarse a gritos, amarse a gritos y soñar a gritos desesperados el futuro.
Grandes, pequeños, moderados (en casos muy extraños), apasionados, melifluos, quizá diáfanos, silenciosos, estrepitosos, sordos, ciegos, encarnados, distantes, con eco, hay gritos que llegan a la medula del alma, inyección de adrenalina que entra por el torrente auditivo y se descarrila después del tímpano, choca en la corteza cerebral y, ebrio, el grito confunde al cuerpo, se desangra en el corazón y se escurre por cualquier lado sensible del alma humana, del sentido animal, pellizca al instinto en resumidas palabras. Grito, gritó.
Gritó este cuate Hidalgo. Dice la historia que primero las campanas replicaban, supongo que es ese tiempo las campanas eran otro pellizco al instinto de la sociedad; se congregó la gente y el cura dijo unas palabras, según seis versiones. En las seis habló sobre la religión y en algunos casos sobre la virgen del gancho “en su color”. De mi agrado es esta versión: "¡Viva Fernando VII y la Virgen de Guadalupe!", Servando Teresa de Mier (1813):3. Los gritos los concibo como un resumen de muchas palabras, así que elegí el grito más corto según dicho aquel día tan afamado.
Hablando de otros gritos, están los gritos que escuché bajo el domo de Ixhuatán. Fueron varios; entonces para mí se pierde la esencia del grito. Hay que ser bueno en eso de gritar, si no se desciende algunos niveles en nuestra escala evolutiva.
Los gritos deben ser la anticipación de lo que está próximo, la presentación de la acción. Buenos gritos son esos.
Escuché gritos comerciales, empiezan con “muera” o “viva”; los más rentables son: “Los maestros”; lo más decepcionante fueron los mismos (maestros) que replicaron esa noche. ¿Sintieron el grito? ¿Qué gritaron? ¿Cómo va a vivir México con el espectáculo etílico en medio de la plaza? ¿Cómo van a morir las reformas antes de que nosotros mismos nos matemos en una borrachera? Solo digo… solo digo.
El momento recreativo del día es cuando la banda comienza a tocar, e insisto: ¿cómo van a vivir o morir todas las cosas que gritaron si a medio corrido se les olvidó que existen minutos que nos están esperando?
Pero me dejaré de cosas. Eso no fue lo importante. No recuerdo la última vez que grité: “Viva México”. Tal vez fue en el kínder o en la primara cuando cantaba aquella canción tan emotiva de Molotov.
Puedo seguir con signos de interrogación. Los signos de interrogación son de los principales caminos hacia la eternidad, pero dejaré a los que presenciaron (y han presenciado tal espectáculo) seguir con los signos de interrogación, es un ejercicio que no aburre. Entonces no seguiré con esto.
En la primara leí algo sobre Yacaré. Esos cuentos tenían siempre finales felices, quizá de ahí es mi poca esperanza que aparece de repente.
En alguna parte de la noche (volviendo a la noche ya mencionada), me encontré en la región del parque en donde antes habitaba el color verde. El color verde es vida; la vida que había allí era pura, sin dolor y sin molestar a nadie. Puedo ver las demás jardineras del parque y me puedo sentir bien porque son plantas, árboles, arbustos, sin sistema nervioso, aunque dicen que tienen emociones, pero están allí. Esta vez, lo que vi me hizo producir un grito, pero no grité.
Yacaré es una de las especies abuelas de este planeta, la especie de las botas, los cinturones, la hora de suspenso y sangrienta del canal de animales. Yacaré es la adrenalina, el interminable estado de vigilia, el terror de los que vamos al río y suplicamos porque Floyd no nos arranque una extremidad. Muy brevemente, Floyd es el nombre del yacaré que (supuestamente) habita en el río. Resumiendo, es el pasario gigante que parece no tener emociones y que nadie se quisiera encontrar de frente ni desafiarlo a una carrera.
Retomando el recuerdo del color verde, ahora hay una pequeña piscina con un par de yacarés, ¿sabrán ellos por qué están ahí? Esta respuesta se puede ver bajando a toda velocidad por la avenida de la lógica, pero ¿saben las autoridades municipales por qué tienen a estos yacarés ahí? Respuestas breves: diversión, parte de una formación (para eso existen los zoológicos y para estos existe la tierra misma, el habitad natural) o simple idea obtusa de que tener un par de Yacarés en el parque de Ixhuatán es un suceso nunca antes visto, y por esta acción se le nombrará al pueblo como único y privilegiando por esta acción tan importante y asombrosa a kilómetros a la redonda y todos querrán visitar Ixhuatán y así la economía crezca y además de ser famosos por otras cosas seamos famosos por ese par de animales como Pueblo Nuevo hace un tiempo (yo fui a ver al yacaré de Pueblo Nuevo).Todo lo anterior sin comas. No sé la respuesta para la segunda pregunta, solo las mentes brillantes de las personas que están en el gobierno saben el porqué.
En fin, no grité: “Viva México”. Tampoco grité: “Liberen a este par de animales que están acá escondidos bajo su escudo de agua porque en esta situación ven a la especie humana como una verdadera amenaza”. ¿Alguien se ha puesto en el lugar de esos animales? Soportando el sol bajo una patética lona, en una patética piscina. ¿Alguien lo ha visto así? Si aún no, es un buen ejercicio, se llama empatía y se puede mejorar o adquirir haciendo cosas que eleven al ser.
Entonces, no grité porque: 1.-Nadie me haría caso. 2.-Dijeran que estoy loco (de esos locos cualquiera). También porque no llevaba una pinza para romper la cerca y decirle a los animales: “Son libres”. Esa idea es tonta. No grité porque no llevaba los recursos necesarios para llevar a ese par de animales a un lugar mejor.
Y en vez de gritar, porque no soy bueno en eso, escribo.
Una mejor vida a los yacarés, señor presidente. Comencemos desde ahí.
***
Grito de Dolores, dolores humanos, como el mío, que parece sensato. ¿Por qué otra vez yacaré? Los yacarés del parque.
Tomada de www.ecoregistros.org