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9/2/2016

 

Hacer mención de temas que ahora son de gran importancia o, como lo he dicho en varios espacios, tomar un tema de moda, como la seguridad, nos despierta diversas opiniones. Este será tema de promesa en estas campañas.

 

En fechas anteriores hice mención de la entrada de la gendarmería a Ixhuatán, y he querido calificarla como irresponsable (no lo he dicho con esas palabras, aunque ha sido mi intención). Es irresponsable porque a la ciudadanía no se le informó previamente ni, mucho menos, se le consultó. Un representante lleva la voz de sus representados y no se coloca en lugar de ellos.

 

En este punto es donde entran en controversia los conceptos de democracia y participación ciudadana. Estos conceptos se reafirman como parte de un entramado conceptual que sirve para que los habitantes de un lugar se coloquen como escalafón para la ascensión al poder de ciertos políticos.

 

Es imperdonable que un gobernante no consulte o no informe a su pueblo sobre las acciones que se han de llevar dentro de su municipio o que le afecten en primero, segundo o tercer grado. Podemos reclamar la poca participación o cualquier condicionante, pero es obligación de un gobernante consultar, al menos llamar al consejo municipal ciudadano. ¿Existe en Ixhuatán?

 

A quienes ahora se postulan para ser gobernantes desde ya les digo, y a algunos (que se los he dicho en persona) les repito, que, si no sabe qué hacer con los problemas reales y tangibles que tiene su municipio, ¿para qué busca llegar a la presidencia? Una vez salido a campaña se vuelve irresponsable y estúpido decir que fue rebasado por tal o cual situación. Así fuera un huracán o un terremoto (somos susceptibles a ello) debemos tener plan de acción al respecto y no vivir irresponsablemente de las dádivas externas.

 

Hasta hace poco los lectores de mi columna en este espacio habían sido mis amigos cercanos (que poco me leen porque ya conocen mi opinión) y algunos invisibles. Fue hasta “¿Y si le damos la vuelta al sueño?” cuando finalmente me comentan defendiendo la postura de la entrada de las fuerzas federales. ¿Las y los Ixhuatecos seguimos siendo más reaccionarios que propositivos?

 

Hay posicionamientos, hay miradas distintas. Hay opiniones que se vierten desde distintos espacios y desde distintos contextos. Respetables todas. Abono al conversatorio iniciado por Michael Molina en “Voto responsable”, cuando hablaba de la participación de quienes viven fuera. Desde mi punto de vista las opiniones y experiencias desde otros contextos son valiosos en la medida en que sirven para reforzar planteamientos surgidos de la realidad propia y no como sobreponiéndose y sin consulta a la propia gente de la localidad.

 

Aquí es donde se vuelve necesaria la participación de todos los habitantes en la vida cotidiana de la comunidad. En la reciente fiesta del pueblo, volví a escuchar la tan trillada frase de los que se sienten civilizados y han superado el atraso en que los ixhuatecos viven: “Es un derroche de tanto dinero por una fiesta. Es un desgaste innecesario”. Estamos de acuerdo en que es un derroche; muy de acuerdo en que todo el dinero trabajado y ganado durante un año se lo llevan, principalmente, los grupos musicales. Mas los que hacemos el diario vivir de Ixhuatán ¿no tenemos derecho a vivir una experiencia extraordinaria? ¿No vale la pena que salgamos de nuestras cocinas o de nuestros ranchos para encontrarnos una vez al año? ¿No vale la pena recorrer las casas (para quienes tiene una función principal en la fiesta) y recordar otros tiempos o ponerse al día de acontecimientos que nos vuelven cómplices o familia? La cotidianidad es lo que hace la vida, la cotidianidad es lo que hace ser ixhuatecos e ixhuatecas. Por ello en la fiesta de la Candelaria celebramos extraordinariamente nuestro encuentro de cotidianidades.

 

Hasta aquí quiero diferenciar la participación. La una, la participación en la vida cotidiana de la comunidad, y la otra, la participación en los partidos políticos.

 

Vida cotidiana es el trabajo, la escuela, la fiesta, la organización, las actividades con las que vamos transformando la comunidad. Muy de moda se pone, en tiempos electorales, las obras públicas, pero más allá de eso están las obras de orden familiar, que son las que agrandan o achican el pueblo.

 

Esta cotidianidad de la vida la viene a romper la participación en partidos políticos. Ya empezó a ponerse en los medios las frases: “El candidato de la unidad”, “Únete al cambio”, “Unidos hacemos la fuerza”…  Sin embargo, llevan implícita la división. Una vez que se ha partido, se compite y se desarticulan las relaciones comunitarias.

De la partición a la participación

Manuel Antonio Ruiz

Tomada de www.gob.do

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